Invertir en agua puede resultar hasta algo exótico, por su rareza. Pero, tras una década de insuficiente inversión en infraestructuras para el agua en los países desarrollados, la necesidad de inversión es el gran atractivo. Durante los años de auge previos a la crisis, especialmente en los Estados Unidos, se construyeron en exceso infraestructuras para […]
Invertir en agua puede resultar hasta algo exótico, por su rareza. Pero, tras una década de insuficiente inversión en infraestructuras para el agua en los países desarrollados, la necesidad de inversión es el gran atractivo.
Durante los años de auge previos a la crisis, especialmente en los Estados Unidos, se construyeron en exceso infraestructuras para el agua en previsión de una mayor construcción de nuevas viviendas. Esto llevó a una menor inversión posterior hasta se pudo utilizar por completo al llevarse a cabo los proyectos pendientes. Además, tras la crisis financiera, se contuvieron los gastos municipales debido a las medidas de austeridad y los bajos ingresos fiscales, y el enfoque político se centró en otras prioridades, ignorando las implicaciones a largo plazo de esta falta de inversión.
Para los expertos de Allianz GI, los tres factores que hacen que esta inversión sea una buena opción son: las consecuencias sociales, ambientales y financieras de la subinversión; la nueva normalización del sector inmobiliario; las condiciones más ventajosas de financiación en los mercados desarrollados. “Las inversiones en infraestructura con las necesidades más urgentes, como el agua, están comenzando a ver un apoyo de financiamiento incremental”, señalan en la gestora.
“Hay una cosa que es clarísima: no hay economía sin agua. Necesitamos agua para producir y para consumir, pero tampoco hay una economía sostenible si no hay una gestión de residuos. Lo que estamos viendo es que este es un mercado que sigue creciendo, que la demanda de agua nunca va a parar y que cada vez es mayor. Por ejemplo, cada vez que tomamos una taza de café se han empleado en ella casi 140 litros de agua (plantar, regar, machacar el grano…), en un folio de papel se han consumido 10 litros, 14.000 litros de agua para obtener un kilo de carne o 140.000 litros para fabricar un coche.”, comenta Domingo Barroso, director de ventas para España y Portugal de Fidelity Internacional.
De hecho, ya hay fondos de inversión especializados en esta temática como es el caso del Fidelity Sustainable Water and Waste Fund. “Lo que hace el fondo es buscar las compañías que mejor lo puedan hacer en toda la cadena del agua y de la gestión de residuos. Se compone de 40/50 compañías con una beta más baja que el mercado y un 60% está en empresas de gestión de agua frente al 40% que está en empresas de gestión de residuos.”, nos explica Barroso.
Por todo ello, la inversión tendrá que aumentar debido a las consecuencias sociales, ambientales y financieras cada vez más evidentes de la subinversión. “Recientemente, ha habido un aumento en el gasto, que creemos que es probable que continúe creciendo”, apuntan desde la gestora Allianz GI. Los beneficiarios directos de esta afluencia son las empresas de servicios públicos y de tecnología del agua.