El ciclo empresarial actual está lejos de haber terminado y somos optimistas sobre las perspectivas de la renta variable. El crecimiento será sólido y los beneficios aceptables de no mediar una catástrofe. Pero el crecimiento se ralentiza mientras que las valoraciones preocupan. El equipo Macro Global de Fidelity ha puesto de relieve el aumento del […]
El ciclo empresarial actual está lejos de haber terminado y somos optimistas sobre las perspectivas de la renta variable. El crecimiento será sólido y los beneficios aceptables de no mediar una catástrofe. Pero el crecimiento se ralentiza mientras que las valoraciones preocupan.
El equipo Macro Global de Fidelity ha puesto de relieve el aumento del riesgo derivado de la incertidumbre de la política monetaria, la inflación persistente y la desaceleración de China. A la vista de todo ello, comenzamos 2022 con una visión neutral en renta variable. Prevemos que la volatilidad aumente y estamos a la espera de certezas en torno a la situación macroeconómica, así como de señales de sobreventa para cambiar nuestra visión.
Dentro de las regiones, esperamos que las bolsas de los mercados desarrollados mantengan su mejor comportamiento relativo reciente en 2022, motivado en gran parte por las menores tasas de vacunación y políticas monetarias restrictivas de los mercados emergentes. Esperamos que EE.UU. dé muestras de fortaleza debido a su naturaleza defensiva, su favorable política monetaria y presupuestaria y la solidez de sus beneficios empresariales. Japón también parece bien colocada para tener un buen año gracias a la aceleración de las tasas de vacunación. Somos más cautos sobre las perspectivas de Asia menos Japón. China es el gran problema de fondo y vaticinar la trayectoria de su política monetaria resulta difícil
En renta fija, esperamos que los rendimientos nominales (no los reales) de EE.UU. aumenten debido a la reducción de las compras de activos por parte de la Reserva Federal y el aumento de la inflación, lo que complica las perspectivas de la deuda pública estadounidense. Somos más optimistas sobre las perspectivas de la deuda pública del Reino Unido: pensamos que el discurso de endurecimiento monetario del Banco de Inglaterra es un error y que la subida de los rendimientos y la mayor inclinación de las curvas tendrán un efecto negativo sobre una economía ya tensionada por la inflación.
El final de las regulaciones temporales de empleo también podría ser perjudicial para el mercado laboral. O bien el Banco de Inglaterra se ve obligado a dar marcha atrás o la reducción del crecimiento por la subida de los tipos se dejará sentir en los Gilts y se aplanarán las curvas.
En los mercados de bonos corporativos, los títulos investment grade son menos atractivos actualmente por rentabilidad total. Los diferenciales son estrechos y las rentabilidades totales bajas, y no parece que vayan a mejorar a corto plazo. Los fundamentales también son endebles desde un punto de vista histórico y, aunque mejoren, este hecho se compensará en nuestra opinión con un deterioro de la calidad crediticia.
En los bonos high yield, los impagos deberían mantenerse en niveles excepcionalmente bajos. La liquidez sigue siendo abundante y la demanda de rendimientos continúa fuerte, dos factores que esperamos que perduren. Algunos sectores como el energético son atractivos, y los diferenciales podrían seguir comprimiéndose. La menor sensibilidad a los tipos de interés de este sector también es atractiva en un entorno donde los rendimientos de la deuda pública podrían subir.
Manejamos una visión positiva sobre el dólar en 2022 por sus rasgos defensivos y por la coyuntura de gasto público, reducción de estímulos monetarios y desaceleración del crecimiento en China. Sin embargo, esperamos que el euro se comporte relativamente peor, ya que este año existe menos margen para que suban los tipos en el Banco Central Europeo.
Se respira incertidumbre conforme nos adentramos en 2022. Puesto que consideramos que los tipos reales se mantendrán en niveles muy bajos a lo largo del año y, por lo tanto, la deuda pública andará de capa caída, los activos alternativos siguen siendo una opción atractiva para incorporar rasgos defensivos a las carteras multiactivos, principalmente los proyectos de energías renovables a tenor de la agitación que muestran últimamente los mercados energéticos. Estas inversiones generalmente cuentan con flujos de efectivo fijados por contrato, e indexados, que guardan una menor correlación con la renta variable y los bonos.
La hercúlea tarea de realizar la transición hacia una economía con bajas emisiones de carbono dará lugar a momentos en los que la demanda superará a la oferta de determinados insumos clave conforme las tendencias de inversión productiva vayan incorporando un mundo con un carbono más caro. La crisis energética actual muestra los efectos secundarios que pueden derivarse para los precios de los insumos de la vieja y la nueva economía cuando las existencias son escasas.
Los gobiernos de todo el mundo tendrán que sopesar los costes políticos del encarecimiento actual de los precios y las consecuencias de actuar con demasiada lentitud. Eso se convertirá en una característica recurrente durante los próximos años y definirá la velocidad de los progresos y la reasignación del capital. En el plano positivo, la asignación de los capitales privados, especialmente hacia las tecnologías de descarbonización, probablemente tenga una importancia cada vez mayor desde el punto de vista macroeconómico, y también político.