Según una lista publicada por el Foro Económico Mundial, una amplia gama de tecnologías revolucionarias pronto podrían desempeñar una función importante en la solución de los desafíos más apremiantes del mundo. “Las nuevas tecnologías están redefiniendo las industrias, borrando las fronteras tradicionales y creando nuevas oportunidades a una escala nunca antes vista. Las instituciones públicas […]
Dirigentes Digital
| 09 ago 2017
Según una lista publicada por el Foro Económico Mundial, una amplia gama de tecnologías revolucionarias pronto podrían desempeñar una función importante en la solución de los desafíos más apremiantes del mundo.
Las computadoras están empezando a reconocer las imágenes mejor que los seres humanos. Gracias al aprendizaje profundo, un campo emergente de inteligencia artificial, las tecnologías de visión artificial se utilizan cada vez más en aplicaciones tan diversas como la conducción de vehículos autónomos, los diagnósticos médicos, la evaluación de daños para reclamos de seguros y el control de los niveles de agua y el rendimiento de los cultivos.
¿Podemos imitar a las plantas y crear una fotosíntesis artificial para generar y almacenar energía? Las posibilidades son cada vez más reales. La respuesta radica en el uso de catalizadores activados por la luz solar para dividir las moléculas de agua en agua e hidrógeno, y luego usar el mismo hidrógeno para convertir el CO2 en hidrocarburos. Este sistema cerrado —en el que el CO2 procedente de la combustión se transforma nuevamente en combustible en lugar de volver a la atmósfera— podría resultar revolucionario para las industrias solar y eólica.
En octubre de 2016 se puso en marcha una iniciativa internacional, denominada Atlas de las células humanas, destinada a descifrar el cuerpo humano. El proyecto, respaldado por la fundación Chan Zuckerberg Initiative, tiene como objetivo identificar cada tipo de célula en los tejidos, obtener información sobre exactamente qué genes, proteínas y otras moléculas están activas en cada tipo y los procesos que controlan esa actividad, determinar dónde se encuentran exactamente las células, cómo estas interactúan normalmente entre sí y qué sucede con el funcionamiento del cuerpo cuando los aspectos genéticos u otros aspectos de una célula sufren cambios, entre otras cosas. El producto final será una herramienta invaluable para mejorar y personalizar el cuidado de la salud.
La Cuarta Revolución Industrial está entregando a los agricultores un nuevo conjunto de herramientas para aumentar el rendimiento y la calidad de los cultivos, y al mismo tiempo reducir el uso de agua y productos químicos. Se están utilizando sensores, robots, GPS, herramientas de mapeo y software de análisis de datos para personalizar el cuidado que las plantas necesitan. Si bien para la mayoría de los agricultores del mundo, la posibilidad de utilizar drones para registrar la salud de las plantas en tiempo real puede estar muy lejos, también están en funcionamiento técnicas de baja tecnología. Por ejemplo, Salah Sukkarieh, de la Universidad de Sídney, ha documentado un sistema de monitoreo aerodinámico de bajo costo en Indonesia que se basa en la energía solar y los teléfonos celulares.
Se está avanzando en una prometedora tecnología de emisiones cero, celdas de combustible alimentadas con hidrógeno. Hasta la fecha los avances se han visto obstaculizados por el alto precio de los catalizadores que contienen platino. Sin embargo, se ha avanzado mucho en reducir la dependencia de este metal poco común y costoso. En los últimos desarrollos se incluyen catalizadores sin platino, o en algunos casos sin ningún metal.
Las vacunas basadas en genes son superiores a las más convencionales de distintas maneras. Su fabricación es más rápida, lo cual es indispensable en caso de un brote agresivo. En comparación con la fabricación de proteínas en cultivos celulares o huevos, la producción de material genético también debe ser más simple y menos costosa. Un enfoque basado en la genómica de las vacunas también permite una adaptación más rápida en caso de mutación de un patógeno y, finalmente, permite a los científicos identificar a las personas que son resistentes a un patógeno, aislar los anticuerpos que proporcionan esa protección y diseñar una secuencia de genes que induzca a las células de una persona a producir esos anticuerpos.
Aplicar la construcción ecológica a varios edificios a la vez puede revolucionar la cantidad de energía y agua que consumimos. Si todo transcurre según el plan de un proyecto de la Universidad de California en Berkeley actualmente en desarrollo, el envío de energía solar generada localmente a una microrred inteligente podría reducir el consumo de electricidad a la mitad y reducir las emisiones de carbono a cero. Mientras tanto, el plan del mismo proyecto de rediseño de los sistemas de agua de modo que las aguas residuales de los inodoros y desagües se traten y reutilicen en el lugar, y el desvío de agua de lluvia a los inodoros y lavadoras, podría reducir la demanda de agua potable en un 70 %.
El potencial casi ilimitado de las computadoras cuánticas solo ha sido igualado por la dificultad y el costo de su construcción. Esto explica por qué hoy las pequeñas computadoras que se han construido aún no han logrado superar el poder de las supercomputadoras. Sin embargo, se están logrando avances; en 2016 la empresa de tecnología IBM proporcionó el acceso público a la primera computadora cuántica en la nube. Esto ya ha llevado a la publicación de más de 20 artículos académicos mediante el uso de la herramienta, y hoy más de 50 empresas recientes y grandes corporaciones de todo el mundo están enfocadas en hacer realidad la computación cuántica. Con un avance semejante entre nosotros, la palabra que se encuentra en boca de todos ahora es “preparación cuántica”.