Las empresas de gestión de activos ayudan a los inversores a diversificar su activos; esta industria también puede actuar como "repuesto" para financiar la economía real cuando los bancos se encuentran bajo presión; además, estos fondos, en comparación con las entidades, son menos propensos a incumplir con sus obligaciones pues los inversores finales soportan tanto […]
Dirigentes Digital
| 13 abr 2015
Las empresas de gestión de activos ayudan a los inversores a diversificar su activos; esta industria también puede actuar como "repuesto" para financiar la economía real cuando los bancos se encuentran bajo presión; además, estos fondos, en comparación con las entidades, son menos propensos a incumplir con sus obligaciones pues los inversores finales soportan tanto las pérdidas como las ganancias derivadas de su actividad.
Sin embargo, el Fondo Monetario Internacional (FMI) advierte que el debate sobre los posibles riesgos de esta industria se han intensificado "por su crecimiento, su mayor foco en bonos menos líquidos y por la preocupación, en algunas economías avanzadas, muchos han comprado activos similares, mientras que los bancos se han retirado de la creación de mercado", afirma Gaston Gelos, jefe de la división de análisis de estabilidad financiera global del organismo.
En particular, llama la atención sobre la inversión en bonos de mercados emergentes y high yield corporativos: "Esto ha aumentado la desigualdad entre la liquidez de los activos y pasivos de los fondos, ya que muchos permiten que se amortice en base diaria". Si se produjeran grandes amortizaciones por un evento externo, como por ejemplo una rápida subida de los tipos de interés en Estados Unidos, podrían tener un impacto generalizado, especialmente si los bancos no pueden o no intervienen proporcionando liquidez en tal situación.
Así las cosas, es importante distinguir conceptualmente los riesgos que se derivan de la presencia de los fondos de aquellos que existirían incluso en su ausencia, es decir, si los inversores compraran directamente los activos. Dicho esto, el FMI identifica cuatro "peligros" principales:
Las inversiones en fondos afectan al precio de los activos, especialmente en los mercados menos líquidos como los de deuda emergente. "Los precios de los activos concentrados en fondos de inversión caen de manera más brusca durante los periodos de nerviosismo", señala el organismo.
Por otra parte, las opciones de canje fácil que ofrecen los fondos pueden aumentar el riesgo de una salida protagonizada por muchos inversores que quieren su dinero a la vez, en comparación con una situación en la que los inversores gestionan sus activos directamente. En cierta medida, este riesgo se ve mitigado por el hecho de que muchos fondos que apuesta por activos más arriesgados se protegen con la posesión de activos más líquidos y el cobro de tasas de reembolso más altas.
Asimismo, delegar la gestión del día a día de la cartera de inversión puede suponer problemas de incentivos entre los inversores finales y los gestores, que pueden participar en el "pastoreo" en la misma dirección que sus compañeros. Los comportamientos gregarios, afirma el FMI, han aumentado en los últimos años, probablemente debido a la búsqueda generalizada de rentabilidades en un entorno de bajos tipos de interés que impulsa a los fondos a invertir en activos similares.
Finalmente, a diferencia de los bancos, los grandes fondos y los que pertenecen a importantes corporaciones no contribuyen necesariamente a aumentar el riesgo sistémico. Más que del tamaño, los "peligros" llegan de la mano del tipo de activos en los que invierten.
Como consecuencia de todo esto, el organismo capitaneado por Christine Lagarde considera que hace falta una mayor supervisión de los riesgos a nivel de institución. Actualmente, ésta se centra en la protección del inversor y la divulgación, y los reguladores hacen poco seguimiento en la mayor parte de los países, pero deben pasar a un enfoque más práctico "con mejores datos, indicadores de riesgos y análisis, que incluyan pruebas de estrés".
Políticos y reguladores deberían adoptar "un enfoque macroprudencial para evaluar el impacto de esta industria en la estabilidad del sistema financiero (…) en este contexto, tienen que volver a analizar el papel y la adecuación de los instrumentos de gestión de riesgos existentes". En concreto, según Gelos, hay que "encontrar maneras de reducir el incentivo para que los inversores retiren su dinero cuando vean a otros salir. Esto podría hacerse, por ejemplo, con comisiones de reembolso bien diseñadas que no dañen a otros participes. Por otra parte, el precio