El desempleo juvenil en América Latina no atraviesa su mejor momento. Todo ello se ve empeorado por el hecho de que las personas con más ingresos familiares son las que tienen un mayor acceso al mercado laboral. Elizabeth Tinoco, directora regional de la Organización Internacional del Trabajo (OIT) para América Latina y el Caribe, señala […]
Dirigentes Digital
| 11 jul 2014
El desempleo juvenil en América Latina no atraviesa su mejor momento. Todo ello se ve empeorado por el hecho de que las personas con más ingresos familiares son las que tienen un mayor acceso al mercado laboral. Elizabeth Tinoco, directora regional de la Organización Internacional del Trabajo (OIT) para América Latina y el Caribe, señala que "los problemas del empleo afectan a todos los jóvenes, pero están presentes en forma desproporcionada entre aquellos que provienen de las familias más pobres". Tinoco advierte además que esta realidad "es causa y consecuencia de la desigualdad de ingresos y la exclusión social en la región".
Tal y como refleja el informe "Trabajo Decente y Juventud en América Latina" elaborado por la OIT, que analiza las tendencias entre los años 2005 y 2011, la región cuenta con alrededor de 108 millones de jóvenes de entre 15 y 24 años, de los cuales 56,1 millones forman parte de la fuerza laboral, es decir, que o bien tienen un trabajo o bien lo están buscando.
Del total de desempleados de América Latina, el 40 por ciento corresponde a aquellos de entre 15 y 24 años, algo que es entre 2,0 y 4,3 veces superior a la tasa de los adultos a partir de los 25 años. Además, el paro para los jóvenes con más ingresos familiares se encuentra en el 8,5 por ciento, mientras que para aquellos más pobres esa cifra se incrementa hasta el 25,5 por ciento, esto es, un 17 por ciento más de paro para los que tienen menos ingresos en la unidad familiar. La directora regional de la OIT destaca que "los datos recopilados nos indican que entre los jóvenes la desigualdad en el acceso al trabajo es una realidad que plantea un desafío de grandes proporciones a nuestros países".
Por ello muchos grupos juveniles latinoamericanos con ingresos bajos optan por el autoempleo. Como refleja el informe, a estos conjuntos se les podría denominar "jóvenes emprendedores orientados por la necesidad". Otros, sin embargo, aunque son menos, adoptan el autoempleo gracias a la oportunidad con que cuentan, pues por lo general son jóvenes de las capas sociales más altas y con un nivel educativo mejor, y sus familias suelen tener más recursos para ayudarles en sus labores empresariales. Este conjunto es el que logra establecer, en gran parte de los casos, las iniciativas empresariales juveniles más dinámicas, y el que aporta la mayor generación de empleo e ingresos.
La paradoja viene al observar que, tal y como reflejan los números del año 2011, en el caso de los varones, a más nivel educativo hay más desempleo, y viceversa. Sin embargo con las mujeres es diferente pues, como muestra el informe, aquellas con niveles más bajos y niveles más altos de educación tienen menores tasas de desempleo que aquellos con niveles intermedios de educación.
Dentro de estas cifras no se puede dejar de lado a aquellos jóvenes que ni estudian ni trabajan, que se calcula que son cerca de 21.8 millones, es decir, alrededor del 20 por ciento de los que están en edad de trabajar. De éstos, asimismo, el 20 por ciento no busca trabajo, por lo que están en riesgo (de exclusión) social, según la citada memoria.
Ante esto la directora regional de la OIT para América Latina y el Caribe señala que "cuando los jóvenes no tienen acceso al trabajo digno cuando inician su vida laboral, pueden caer en una situación de desempleo y malas condiciones de trabajo que les cuesta mucho remontar posteriormente y tiende a perpetuar situaciones de pobreza".
Los datos reflejados en el informe han hecho que la OIT establezca una serie de prioridades y estrategias para implementar un plan que favorezca el empleo juvenil en América Latina y el Caribe. Entre ellas destacan el acceso a una educación de calidad, el fortalecimiento de los mecanismos de diálogo social, el apoyo a los emprendedores o el establecimiento de medidas específicas para apoyar la creación y la formalización del empleo.