A finales de 2014, México puso en marcha una nueva regulación del sector energético con el objetivo de modernizarlo sin privatizar las empresas públicas de electricidad (CFE) e hidrocarburos (Pemex), desarrollar la industria nacional y permitir la entrada de tecnología internacional de forma que se impulse un crecimiento económico. De tan ambicioso plan y sus […]
Dirigentes Digital
| 03 feb 2015
A finales de 2014, México puso en marcha una nueva regulación del sector energético con el objetivo de modernizarlo sin privatizar las empresas públicas de electricidad (CFE) e hidrocarburos (Pemex), desarrollar la industria nacional y permitir la entrada de tecnología internacional de forma que se impulse un crecimiento económico.
De tan ambicioso plan y sus oportunidades hemos hablado con Francisco Salazar, presidente de la Comisión Reguladora de Energía (CRE) de México y presidente de la Asociación Iberoamericana de Entidades Reguladoras de la Energía (ARIAE).
Ante este nuevo panorama, ¿a qué retos se enfrenta ahora México?
En primer lugar, la implementación de la reforma tiene que hacerse rápido, porque vamos con un cierto retraso, pero al mismo tiempo ha de hacerse bien. Y en segundo lugar, tenemos un desafío que es compartido con el resto de la industria en el mundo: la falta de personal capacitado en el sector.
¿Cómo impactará la liberalización del sector energético en la economía de su país?
Va a impactar de una manera muy positiva, y no solo por el impulso a la competitividad. Antes la inversión estaba constreñida, pero ahora el sector privado aportará recursos y esto generará la posibilidad de crear nuevas fuentes de empleo que además serán bastante bien pagadas, porque el sector energético es uno de los que mejor paga, así que ayudará a mejorar la calidad de vida de mucha gente.
¿Las empresas privadas van a poder participar?
Definitivamente, aunque bajo distintas modalidades. Por ejemplo, en el caso de la producción hay tres tipos de contratos: contratos de producción compartida, de utilidades compartidas y contratos de licencia. En el caso de la distribución, hay contratos de operación, de gestión, de financiamiento. Es decir, en algunos sectores, en donde el estado sigue teniendo un control o la rectoría de esa actividad, hay unas ciertas modalidades que definen cómo será la participación privada. Pero en realidad, todo se ha abierto para que el sector privado pueda participar.
De hecho, ya existen muchas empresas privadas extranjeras, y en concreto españolas, que han invertido no solo en México (eléctricas) sino en otros países de Latinoamérica. ¿Qué beneficios cree que ya están obteniendo Europa y Sudamérica del desarrollo de proyectos energéticos conjuntos?
Los países latinoamericanos adquieren recursos con los que no cuentan a nivel local, y estos recursos se traducen en oportunidades de empleo, recursos de infraestructuras que les permiten a sus economías ser más competitivas, y también recursos fiscales para el estado. Por otra parte, las empresas inversoras están recibiendo oportunidades de negocio y oportunidades para aumentar su presencia en otros mercados. Entonces se trata de un ganar-ganar.
¿Llegan estos beneficios también al usuario?
Totalmente. Muchas veces el problema es que el usuario ni siquiera cuenta con servicios energéticos, y esa insuficiencia responde a la incapacidad financiera que muchas veces tienen los estados o el costo de oportunidad que tienen de invertir estos recursos a algunas otras responsabilidades de estado. Entonces los consumidores se benefician porque hay la oportunidad de suministrarles los servicios energéticos, pero también, si se hace en un adecuado marco de competencia, los consumidores gozarán de precios relativamente competitivos.
Esta sinergia entre países parece sólida y la prueba es que no se están registrando desinversiones significativas en América Latina, pero ¿a qué desafíos puede enfrentarse esta colaboración para cada una de las partes en el futuro?
El estado tiene que proveer un marco regulatorio que sea estable, predecible, transparente. Y las empresas deben ajustarse de una manera fiel a lo que establece este marco. En la medida que este marco se respete por ambas partes, todos saldrán ganando.
¿Qué oportunidades de inversión en Latinoamérica cree que existen en la actualidad relacionadas con el sector?
En el sector energético lo que estamos viendo es una mayor penetración de los conceptos de "redes inteligentes" (smart grid) sobre todo en la parte eléctrica pero también en gas. La tecnología es muy importante para mejorar la eficiencia energética desde la producción de la misma energía hasta el consumo de la misma. Y ahí, el tema otra vez clave es la tecnología.
Usted acaba de ser ponente en el último Simposio Funseam, dedicado en esta ocasión a la sostenibilidad, y todos los expertos han coincidido en que precisamente la tecnología es la clave para conseguirla. ¿De dónde debería salir, a su juicio, la inversión en tecnología, del sector privado o gubernamental?
El estado siembra capital en aquellas investigaciones científicas y tecnológicas que no serían necesariamente rentables al menos en primera instancia para el sector privado, pero también el sector privado tiene que hacerlo, sobre todo cuando ya hay mercados en donde hay que aplicar estas tecnologías de manera cada vez más competitiva. Los dos tienen un papel muy importante que jugar.