La teoría política indica que la gran coalición es un pacto de Gobierno en la que dos partidos políticos mayoritarios con ideologías opuestas que facilita un Ejecutivo formadas por ambos. Después de las lecciones del 20D, con un resultado fragmentado entre cuartas fuerzas políticas es una de las opciones que ofrece mayor estabilidad con 213 […]
Dirigentes Digital
| 04 mar 2016
La teoría política indica que la gran coalición es un pacto de Gobierno en la que dos partidos políticos mayoritarios con ideologías opuestas que facilita un Ejecutivo formadas por ambos. Después de las lecciones del 20D, con un resultado fragmentado entre cuartas fuerzas políticas es una de las opciones que ofrece mayor estabilidad con 213 escaños para controlar el Congreso y todo el poder legislativo, pero la distancia entre el PP y PSOE la hacen viable, como ha quedado patente en la investidura fallida de Pedro Sánchez. En la historia democrática marcada por el bipartidismo ha habido contadas excepciones en la que los dos principales partidos políticos se han puesto de acuerdo. Sólo recientemente han pactado en materia antiterrorista y en la reforma exprés del artículo 135 de la Constitución.
La gran coalición supondría dar un giro de 180 grados a la tradición política del PP y el PSOE acostumbrados a una férrea oposición y a aplicar sus mayorías sin contar con el otro. En la práctica, pese a que los números salen para sacarla adelante, las formaciones temen cómo la iban a recibir sus militantes y votantes, sobre todo los socialistas, que se están jugando su supervivencia política frente al empuje de Podemos. El intento de Sánchez con el pacto de Ciudadanos se puede leer como una tentativa para explorar con timidez esta posibilidad. Mientras el líder socialista ofrecía a Podemos a adherirse al pacto o facilitar la investidura, Rivera lo hacía a la derecha con el PP.
Después de las elecciones, los populares han defendido que como fuerza más votada debía formar Gobierno, aunque fuera en solitario. Pero la tozuda realidad ha declarado insuficientes sus 123 escaños en el Congreso para al menos cuenten con el PSOE para volver a Moncloa. Rajoy a los pocos días emprendió una ronda de contactos con el resto de fuerzas donde descubrieron que solo contaban con los 40 diputados de Ciudadanos, insuficientes para superar la negativa del resto de la Cámara. Lo que provocó que Rajoy rechazara la propuesta del Rey de someterse a la investidura. Durante más de un mes, Rajoy se ha quejado que los socialista ni si quiera se han sentado hablar, pero tampoco ha habido una oferta formal pacto. Sólo hace pocos días, los dirigentes populares han admitido la posibilidad de dar entrada a Pedro Sánchez en un futuro Gobierno.
Los populares han anunciado que Rajoy llamará Sánchez tras haber fracasado. El presidente en funciones ha repetido por activa y pasiva, que la salida más estable es un acuerdo entre el PP, PSOE y Ciudadanos, "aunque estos últimos no sean necesario". Al presidente en funciones no le falta razón, los 40 diputados de la formación de Albert Rivera no son necesarios si hay un acuerdo total entre los dos partidos, pero puede jugar un papel fundamental, si la gran coalición se define con una abstención que facilite una hipotética investidura.
Un acuerdo entre PP y PSOE podría chirriar para la opinión pública, pero la presencia de Rivera como mullidor de un acuerdo puede hacer que sea más digerible para los socialistas. El líder de Ciudadanos está intentando jugar un papel de puente entre los dos partidos, pero también está poniendo sus líneas rojas. El catalán durante la sesión de investidura pidió a Rajoy que se retirara su candidatura para alcanzar un pacto de Gobierno.