La totalidad de vehículos afectados por Volkswagen en Alemania han sido llamados a revisión por KBA, el organismo encargado de supervisar el sector del automóvil, para desmontar el dispositivo que manipula las emisiones de gases de los coches diésel. La decisión supone un varapalo para la compañía porque la estrategia del fabricante para paliar el problema pasaba por una revisión voluntaria por parte de los propietarios.
No es el único golpe que sufre Volkswagen. Varios medios alemanes han desmontado los argumentos que ha utilizado para justificar el fraude al afirmar que hasta una treintena de directivas estaba al corriente de la manipulación de los motores diésel. Tras desatarse el escándalo, la compañía afirmó que sólo era consciente la cúpula directiva, de la cual dimitió Martin Winterkorn, número dos de la empresa, y que se exculpó con un no sabía nada pero asumo la responsabilidad.
Volkswagen que ya anunciado recortes en la inversión de mil millones de euros anuales y provisiones por 6.500 millones para afrontar el impacto negativo del escándalo. Los expertos las consideran insuficientes. Y es que las consecuencias en sus futuras ventas comienzan a aparecer.
La empresa se ha topado de nuevo Agencia de Protección Ambiental de Estados Unidos a la hora de comercializar la nueva versión diésel de sus vehículos en 2016. Las autoridades han encontrado un dispositivo similar al que reducía las emisiones de gases en los coches previstos para vender a partir del próximo año.
Volkswagen ha desmentido que su exista otro software sospechoso en sus modelos, pero reconoce que se encuentra en conversaciones con la agencia para obtener los permisos de venta. Associted Press que el dispositivo es distinto al del fraude pero indican que también controla las emisiones.