Los gestores de inversiones en renta fijaestán sufriendo para obtener rendimientos. De hecho, buena parte de los planes de pensiones basados en renta fija se encaminan a cerrar el año en pérdidas, hay quien argumenta ya que la renta fija, ni es renta, ni es fija. Es cierto que en la deuda soberana de máxima […]
Dirigentes Digital
| 18 dic 2015
Los gestores de inversiones en renta fijaestán sufriendo para obtener rendimientos. De hecho, buena parte de los planes de pensiones basados en renta fija se encaminan a cerrar el año en pérdidas, hay quien argumenta ya que la renta fija, ni es renta, ni es fija.
Es cierto que en la deuda soberana de máxima calidad abundan las rentabilidades negativas (en el mercado secundario se está pagando por dichos títulos un precio superior al del valor de vencimiento) y se detecta una fuerte oscilación en las cotizaciones, en función del entusiasmo o decepción que despierten en el mercado las heterodoxas medidas que va anunciando el BCE. Pero no es menos verdad que el mundo de la renta fija es bastante más amplio que la deuda pública con rating triple A, con la que frecuentemente se la tiende a identificar. Existen activos de renta fija que a día de hoy ofrecen una razonable relación entre rentabilidad y riesgo.
Por otra parte, la opción de invertir en Bolsa también está demostrando dificultades para generar rentabilidad, sin ir más lejos, el Ibex cae cerca del 20% respecto a los máximos de primavera, acusa una enorme volatilidad y a pocos días para el cierre del ejercicio, oscila con violencia entre las pérdidas y los beneficios. Mirando otros valores menos convencionales, como el oro, tradicional refugio en momentos de incertidumbre, descubrimos que retrocede también cerca de un 20% respecto a los niveles de enero, y la cotización del crudo Brent acumula en el año pérdidas superiores al 30%.
Lo que todo esto nos indica es que vivimos tiempos diferentes, tiempos en los que los ahorradores tienen que tener en cuenta la volatilidad como un factor esencial a la hora de gestionar sus carteras y esa volatilidad se ha contagiado también a la renta fija. Es algo inusual y extraño, pero conviene ir acostumbrándose a que la gestión activa y profesionalizada del riesgo debe formar parte nuclear de nuestras finanzas, sean corporativas o personales. Si eso se tiene claro, la renta fija puede ser un activo a considerar de cara al ejercicio 2016.
Cabe esperar que la deuda soberana siga navegando por un mar de dificultades el próximo año, toda vez que el BCE ha anunciado la extensión de su programa de compra de activos, a razón de 60.000 millones mensuales, hasta marzo de 2017. La autoridad monetaria ha prometido además reinvertir los activos a medida que vayan venciendo, lo que podría añadir otros 680.000 millones de euros extra de aquí al año 2019, según cálculos hechos públicos por el propio presidente del banco central, Mario Draghi.
La cantidad de dinero que se está poniendo en circulación es ingente y está facilitando una política crediticia agresiva por parte de los bancos, que ofrecen a las empresas préstamos a diferenciales más bajos incluso que antes del inicio de la crisis. Pero toda esta dinámica tiene visos de empezar a cambiar muy pronto.
En primer lugar, el nivel de los intereses es tan bajo que ya no está siendo rentable para los bancos seguir prestando dinero con condiciones tan laxas. En segundo término, los requerimientos de capital y las limitaciones al apalancamiento establecidas en el marco de los acuerdos de Basilea III provocará que las entidades financieras sean más reacias a prestar dinero a partir del año que viene, por lo que las empresas harían bien en volver la vista otra vez al mercado de bonos.
En estos momentos, a la deuda le resulta difícil competir con los bancos en temas de coste de financiación. Pero los directores financieros tienen la obligación de mirar a largo plazo. Más allá de que el ritmo actual no es sostenible, porque los bancos no serántan proclives en 2016 a realizar préstamos baratos, siempre es conveniente tener abiertas varias líneas de financiación y tomar precauciones: hoy la financiación bancaria está fluyendo, pero no hay ninguna garantía de que eso vaya seguir siendo así dentro de unos años. Si una empresa tiene la ambición de seguir creciendo, no puede fiar su capacidad de expansión a una única fuentefinanciera que bien puede cerrarse de un momento a otro.
Por otra parte, el proceso de concentración bancaria va a continuar en España y es impensable creer que la fusión de dos o tres entidades va a tener como resultado el mismo volumen de créditos, pero concentrados entonces en una única entidad, necesariamente habrá también un recorte en el montante de préstamos concedidos.
Adicionalmente, acudir al mercado de capitales es siempre un sano ejercicio de transparencia y disciplina financiera muy beneficioso para las empresas; los covenants del mercado de capitales no son tan inclusivos como los de los bancos, y las pérdidas se amortizan inmediatamente, en lugar de prolongarse durante años.
En este sentido emitir con una calificación de rating da prestigio a la compañía frente a competidores, clientes y proveedores, al tiempo que genera tranquilidad y confianza en los inversores, lo que puede redundar en unos costes de financiación mejores, no solo en el propio mercado de renta fija, sino también de cara a la negociación de un préstamo bancario. En España contamos con el MARF (Mercado Alternativo de Renta Fija), que ha movilizado hasta la fecha más de 1.500 millones de euros y ha permitido financiarse a una veintena de empresas que han emitido bonos o pagarés, más otro centenar que han accedido a través de bonos de titulización para pymes. El camino ya está abierto, solo falta recorrerlo.
Adolfo Estévez es director de Axesor Rating.