Este jueves y sábado han dado comienzo las asambleas anuales chinas. Se componen de dos organismos: por un lado, el consejo político consultivo del partido comunista, cuyas recomendaciones acaban siendo propuestas de ley. Y por otro lado, la asamblea nacional popular, que hace las veces de poder legislativo en China. Huelga decir que China es […]
Dirigentes Digital
| 05 mar 2016
Este jueves y sábado han dado comienzo las asambleas anuales chinas. Se componen de dos organismos: por un lado, el consejo político consultivo del partido comunista, cuyas recomendaciones acaban siendo propuestas de ley. Y por otro lado, la asamblea nacional popular, que hace las veces de poder legislativo en China. Huelga decir que China es una dictadura. Y que todos estos órganos dependen del partido único.
Como en cualquier otro sistema político, no obstante, el desarrollo del país depende de unas leyes eficientes. Y las dictaduras, en cualquier caso, dejan de serlo cuando el marco legal existente acaba orientándose hacia la reforma, tanto política como económica.
Por tanto, es sumamente importante analizar todo lo derivado de las asambleas para poder adivinar hacia donde camina el gigante asiático. Y las claves fundamentales para entenderlo todo, sobre todo si queremos hacer negocios con China, son dos. Por un lado ¿Qué asuntos preocupan a la sociedad china? O, lo que es igual ¿Qué cuestiones se deben tratar para reducir el descontento o, por lo menos, no agudizarlo?
La prensa oficial china identifica, por este orden, diez: seguridad social, incrementos salariales, sanidad, lucha anticorrupción, educación, derecho a una vivienda digna, protección medioambiental, reforma judicial, regulación financiera y políticas comerciales como la nueva ruta ampliada de Marco Polo.
Si analizamos cada punto escrupulosamente, y confirmo que son temas de máxima actualidad en esta nación, podremos saber hacia dónde se dirige China. Seguridad social, sanidad y educación se refieren, claramente, al cambio de modelo. Donde el estado antes hacía infraestructuras, ahora promoverá la construcción de colegios y hospitales.
Donde antes se invertía masivamente, con una enorme demanda de materias primas que servía para incrementar dobles dígitos el producto interior bruto, ahora veremos consumo y un crecimiento económico mucho más moderado cada vez. Y mejor. Porque los salarios, otra de las preocupaciones ciudadanas, están subiendo cada año un 10%. Sin embargo, según entrevistas que llevamos tiempo haciendo a pie de calle, "no son suficientes para comprar una vivienda". En Pekín, el metro cuadrado, oscila entre cuatro y seis mil euros. En cualquier caso, se está produciendo un proceso de deslocalización, desde China, hacia otros países como Vietnam o la India. Esto ocurre, sencillamente, porque China está dejando de ser la fábrica del mundo.
Ahora se trata de consumir y exportar productos con un elevado valor tecnológico. Pasar, como nos explican los expertos consultados estos días, del "Made in China" al "Made in China". Zhu Jianmin, diputado del consejo político consultivo, es uno de los que nos ha atendido estos días. Y en GESTIONA TU DINERO nos señala lo siguiente: "China sigue dando la bienvenida al inversor extranjero pero ahora necesitamos invertir fuera". Esto es importante tenerlo en cuenta.
Las inversiones chinas realizadas fuera de sus fronteras casi igualan a la recibida el año pasado. China está invirtiendo unos cien mil millones de dólares, cada año, en los cinco continentes. Sus turistas se gastaron el doble durante 2015. Y las políticas comerciales, otra preocupación ciudadana, están sirviendo para conectar China con el resto del mundo.
Solamente el Export-Import Bank chino tiene préstamos concedidos a los países que componen la ruta por ochenta mil millones de dólares. El Asian for Investment in Infraestructures Bank, también promovido por China, tiene sobre la mesa proyectos que ascienden al billón de dólares. Y gran parte del excedente chino, como el acero, encontrará su salida en capitalizar otros países. China era inversiones masivas dentro del país, importaciones de materias primas, exportaciones baratas, bajos salarios y mucho ahorro. Hoy China es consumo doméstico, exportaciones de alto valor añadido, desarrollo tecnológico e inversiones fuera del país.
El Circo del Sol está en manos de una empresa china. Los relojes Follie-Follie, o la española Osborne, tienen una fuerte inversión china. Los derechos del mundial de fútbol son chinos. Y también automovilísticas como la sueca Volvo. Además, la segunda ciudad del mundo con más start-ups valoradas en mil millones de dólares es Pekín. La primera, claro, continúa siendo Sillycon Valley en California. "Se necesita, no obstante, consolidar el imperio de las leyes", nos comenta por otra parte Ma Junjie, del instituto liberal chino UNIRULE.
"La gente, sobre todo los nuevos empresarios privados chinos, quieren una separación clara de las leyes y el gobierno", concluye. Esta preocupación, sin duda, va unida inexorablemente a la lucha anticorrupción. "El pueblo no tolera la corrupción política", me comentaba un amigo empresario chino off the record, "pero estas medidas tampoco deben ser instrumentalizadas, arbitrariamente, contra los empresarios", señala. Para que prospere el sector privado, es evidente, debe haber seguridad jurídica sin perjuicio de una política anticorrupción implacable.
Por último, la contaminación sigue siendo uno de los problemas más acuciantes. Se está reduciendo, una vez que los chinos quieren asignar a la energía nuclear un veinte por ciento del pastel energético total. Pero sigue siendo muy grave, sobre todo en Pekín, porque provoca millones de muertes por cáncer. Desgraciadamente, y como comentábamos antes, el sector médico-farmacéutico ofrece ahora unas expectativas enormes de crecimiento también por este motivo. Y, sobre todo, cualquier tipo de uso energético alternativo.
La regulación financiera, por último, está más relacionada con la reforma del sistema financiero. Liberalizar la balanza de capitales, para que el yuan sea plenamente convertible, exigirá una reforma colateral del sector. Los bancos deberán ofrecer tipos sobre depósitos más altos (hace poco se aprobó, también, un fondo de garantía). Ello exigirá cuidarse más a la hora de prestar al ineficiente sector estatal. Y en este punto también son posibles liberalizaciones, o privatizaciones parciales, dentro de los bancos para aumentar la eficiencia del sector. Las bolsas, que representan actualmente una quinta parte del sistema financiero, tendrán que abrirse al exterior. Y, para ello, deberá mejorar la supervisión. Y, sobre todo, poner fin a prácticas tan enquistadas como el uso casi constante de información privilegiada. Dicho lo cual, cualquiera de ustedes igual puede invertir en Shanghai o Shenzhen después del año 2020.
Los actuales líderes, Xi Jinping y Li Keqiang, deberían completar todas las reformas pendientes antes de que finalice su mandato, en 2022. Se habrán dado cuenta, para finalizar, que el crecimiento inferior al siete por ciento no preocupa absolutamente a nadie aquí. China, y las instituciones multilaterales como el Banco Mundial, asumen que la tasa de crecimiento china seguirá desacelerándose. Es normal. Si China quiere pasar de una economía industrial, a otra más orientada al sector terciario, tendrá que acabar creciendo como cualquier país rico. Y, como todos sabemos, ningún país capitalizado y rico puede crecer a tasas del 10%. Ni del 7%. La clave, por tanto, no debe ser si China crece más o menos.
La clave, como hemos expuesto en este artículo, es qué nuevos sectores están reemplazando a los viejos. Sólo así, considerando la reforma en marcha, se podrán captar todas las oportunidades que plantea China para este 2016.