En sus perspectivas para los próximos años, los expertos de UBS analizan el impacto de las finanzas conductuales en el mercado, señalando cómo un estudio realizado en varios países desveló que los sesgos del comportamiento en la negociación de valores fueron responsables de una rentabilidad anual media inferior del 1,5% en 19 importantes mercados bursátiles […]
Dirigentes Digital
| 21 dic 2015
En sus perspectivas para los próximos años, los expertos de UBS analizan el impacto de las finanzas conductuales en el mercado, señalando cómo un estudio realizado en varios países desveló que los sesgos del comportamiento en la negociación de valores fueron responsables de una rentabilidad anual media inferior del 1,5% en 19 importantes mercados bursátiles en un período de 30 años.
Según indican, los científicos conductistas han identificado varios sesgos del comportamiento que los inversores deben tener en cuenta. Y desde la firma suiza se centran en tres de ellos que son especialmente oportunos: contabilidad mental, el sesgo nacional y el impacto psicológico de las pérdidas.
1. El todo es más que la suma de las partes
La contabilidad mental hace referencia a nuestra tendencia a categorizar los activos y a gastar en función del propósito. Algunos aspectos de la contabilidad mental son útiles: la segmentación intuitiva de los activos según el propósito pretendido puede aportar tranquilidad e información sobre cómo invertir de manera adecuada para fines específicos. Por otra parte, la contabilidad mental puede conducir a una evaluación de la rentabilidad demasiado acotada a valores individuales, en lugar de tener en cuenta la cartera en su conjunto.
Para diversificarse de manera efectiva, es importante adoptar sistemáticamente una visión integral y asegurarse de que todas las partes funcionan en conjunto con la mayor eficacia posible, en lugar de centrarse en activos individuales.
Es posible rectificar este sesgo examinando periódicamente el conjunto de su balance y plan financiero con un enfoque amplio para asegurar que tenga una estructura lo más eficaz posible.
2. El sesgo nacional, responsable de una rentabilidad relativa inferior
Independientemente de cuál sea el país, los estudios (Sercu, Vanpee) indican que los inversores son propensos a un sesgo nacional, es decir, la tendencia de mantener la mayor parte de nuestra exposición a renta variable en el mercado nacional propio.
En EEUU, los inversores mantienen alrededor del 80% de sus asignaciones a renta variable en acciones nacionales, aun cuando EEUU representa tan solo el 40% de la capitalización bursátil global.
El sesgo es aún mayor en Francia: si bien sus mercados de renta variable representan alrededor del 4% de la capitalización bursátil global, alrededor del 70% de las tenencias en las carteras de los inversores franceses corresponden a acciones nacionales. Aunque invertir cerca del hogar genera una sensación favorable y hace pensar que hay más información disponible, las estadísticas sugieren lo contrario. En los últimos diez años, nueve de los diez mercados más grandes de renta variable del mundo generaron un ratio rentabilidad-riesgo inferior al de una cesta de esos 10 mercados ponderados por igual.
En otras palabras, el sesgo nacional es ineficiente y, a largo plazo, tiende a penalizar la rentabilidad relativa. Para resolver este sesgo es preciso examinar la cartera en comparación con la guía de asignación de activos adecuada que se propone en esta publicación. Deberá prestarse especial atención a las diferencias en la composición geográfica de la cartera de renta variable.
3. Reconocer que las pérdidas tienen gran trascendencia
Los estudios han indicado que, por término medio, los inversores son dos veces más sensibles a las pérdidas que a las ganancias. En otras palabras, la sensación negativa de perder USD 100 es dos veces más fuerte que la sensación positiva de ganar USD 100.
Esto significa que los altibajos diarios pueden afectar emocionalmente a muchos inversores activos en el mercado, independientemente de la posible rentabilidad. Una evaluación frecuente de la rentabilidad de la cartera, sumada a una excesiva sensibilidad a las pérdidas, reduce el atractivo general de una inversión. En este sentido, señalar que los inversores institucionales se benefician del uso de horizontes temporales plurianuales; los inversores particulares deberían hacer lo mismo.