Es evidente que la transferencia entre generaciones constituye uno de los grandes retos del sector de banca privada y gestión de activos. Especialmente en un momento en el que la innovación tecnológica pesa, y mucho, en las decisiones de los clientes. Pero las entidades se encuentran actualmente en un limbo en el que sus clientes […]
Dirigentes Digital
| 03 nov 2014
Es evidente que la transferencia entre generaciones constituye uno de los grandes retos del sector de banca privada y gestión de activos. Especialmente en un momento en el que la innovación tecnológica pesa, y mucho, en las decisiones de los clientes. Pero las entidades se encuentran actualmente en un limbo en el que sus clientes actuales tienen 70 años, les gusta el modelo de negocio tradicional, de tú a tú y sin las complicaciones que puede suponer la gestión de carteras a través de la red. Pero sus clientes de futuro rondan la treintena. Y sin duda son una nueva generación para la que Internet es mucho más que la Red de redes.
Según el último Observatorio Inverco, el 62% de los partícipes en fondos de inversión consulta frecuentemente la web de su entidad. Ese porcentaje ha crecido ligeramente mientras que se mantiene el número de inversores que consultan un blog especializado sobre ahorro o gestión de fondos: 2 de cada 10. En este aspecto, los inversores con perfiles moderados y dinámicos están por encima de la media.
El orden de preferencia de las redes sociales se mantiene respecto a encuestas anteriores: Facebook supone un 16%, mientras Twitter y LinkedIn un 9% y un 6% cada una, si bien ha bajado en las dos últimas. Los partícipes dinámicos son los que más siguen a las gestoras de fondos a través de Facebook y Twitter.
El último informe elaborado por AFI y Accenture sobre la industria desvela que la utilización de las redes sociales para enviar determinados mensajes de mercado puede servir para complementar la relación directa entre el gestor y su cliente, pero nunca para sustituirla. Frente a esta visión general de los consultados para elaborar el informe, hay quien muestra sus dudas sobre la aportación de valor para la Banca Privada de su presencia en canales sociales, donde se mueven sobre todo perfiles que todavía no son clientes de la industria. Y entre los problemas que pueden generar los desarrollos tecnológicos se percibe que los futuros clientes, acostumbrados a autogestionarse a través de los nuevos canales de comunicación y del acceso masivo que permiten a la información, resultan mucho más complicados de fidelizar.
"Se diluyen las barreras de entrada y también las de salida. Además, se estima que ese tipo de comportamientos tienden a priorizar el producto
sobre el servicio, lo que introduce una presión añadida en la industria al perfilar un inversor más cuantitativo y técnico, más preocupado por los resultados y también más formado en la oferta de productos disponibles tanto dentro de la entidad como en la competencia", explican en el informe los expertos.
En esa misma línea se argumenta que la gestión por parte del propio inversor no existe en el sector de banca privada, y se pone el ejemplo de plataformas creadas al efecto que han captado patrimonios máximos de 100.000 euros, lejos de los niveles que maneja este tipo de banca. También se señala que hay aspectos como la fiscalidad, la coinversión o los productos más complejos que tienen difícil adaptación tecnológica y requieren del contacto personal y del conocimiento profundo del cliente, su situación patrimonial y expectativas.