Desde hace meses, los expertos han mantenido la teoría de que la política fiscal debería haber respaldado a los bancos centrales acomodaticios "en una transición virtuosa desde las principales áreas económicas hacia una vía de crecimiento más sólida y equilibrada". Una de las consecuencias naturales de esta hipótesis era una valoración positiva con respecto a […]
Dirigentes Digital
| 23 may 2016
Desde hace meses, los expertos han mantenido la teoría de que la política fiscal debería haber respaldado a los bancos centrales acomodaticios "en una transición virtuosa desde las principales áreas económicas hacia una vía de crecimiento más sólida y equilibrada".
Una de las consecuencias naturales de esta hipótesis era una valoración positiva con respecto a los activos de riesgo (en particular a la renta variable). Pero ahora, las condiciones de fondo de esa teoría se han debilitado. "En concreto, los bancos centrales, que aún mantienen un férreo compromiso con el objetivo de estabilidad de los precios y de apoyo a la economía, parecen haber perdido eficacia en la gestión de las expectativas de los mercados y en contrarrestar la volatilidad", explican.
A su juicio, "los bancos centrales, demasiado centrados en no decepcionar al mercado, podrían resultar peligrosos para la estabilidad financiera". A su juicio, el fortalecimiento del euro y el yen frente al dólar estadounidense, a pesar de la nueva oleada de intervenciones por parte del BCE y del Banco de Japón, es "un indicio de que la manipulación de divisas, un elemento fundamental en las políticas de los últimos años, podría llegar a su fin, si se tiene además presente la posición del G20 en contra de las devaluaciones competitivas unilaterales".
Así, a los expertos les preocupa que, al final, los bancos centrales dejen de ser parte de la solución para convertirse en parte del problema "si esta situación se prolonga inusualmente durante demasiado tiempo y no cuenta con el apoyo adecuado de las políticas fiscales".
Lejos de mejorar, las previsiones macro a largo plazo que maneja la firma hacen dudar sobre la apuesta de los inversores por los activos de riesgo. "Las reformas estructurales, que son una parte esencial para la demanda, se encuentran en una fase inicial y su nivel de implantación es extraordinariamente bajo", advierten.
Del mismo modo, apuntan a que el crédito total (en porcentaje del PIB mundial) registra nuevos máximos del 220 %, con una aceleración en el sector privado de los mercados emergentes (casi se ha duplicado en los diez últimos años). "Los malos datos demográficos y los débiles índices de productividad no hacen sino sembrar más dudas con respecto a las previsiones a largo plazo. Por todo ello, se prevé que el crecimiento de la economía mundial se mantenga en niveles estructuralmente bajos durante los próximos tres a cinco años".
Consideran que el crecimiento estructural bajo y unas perspectivas de inflación también bajas serán el eje sobre el que girará la economía en los próximos meses y años. "En este contexto, los inversores deberían mantener una posición de neutralidad con respecto a la renta variable, y aprovechar los temas de valor relativo y las cuestiones de ámbito regional en función de las divergencias entre países", explican.