Será ya el próximo miércoles, tres de junio, cuando tengamos la primera cita, con Mario Draghi; un día después, será el turno del BoE. Y ya los días 16 y 17 de junio, el de Janet Yellen. Más allá de las declaraciones de los miembros de estas autoridades monetarias, debemos tener presente que en la […]
Dirigentes Digital
| 25 may 2015
Será ya el próximo miércoles, tres de junio, cuando tengamos la primera cita, con Mario Draghi; un día después, será el turno del BoE. Y ya los días 16 y 17 de junio, el de Janet Yellen. Más allá de las declaraciones de los miembros de estas autoridades monetarias, debemos tener presente que en la Zona Euro, Grecia sigue sin acuerdo, mientras el tiempo corre y el dinero se acaba; que, tras las elecciones presidenciales, el referendum sobre la pertenencia a la Unión Europea (UE) de Reino Unido es un hecho (que ya "investiga" el propio Banco de Inglaterra); y, finalmente, que era en el encuentro del próximo mes cuando se esperaba la primera subida de tipos desde 2006 en Estados Unidos.
Sin embargo, los débiles datos macroeconómicos con los que se ha saldado el primer trimestre del año, y el hecho de que, por el momento, la actividad no parezca tampoco repuntar con fuerza en el segundo, han llevado a que las expectativas del primer incremento en el precio del dinero se atrasen…
Charles Evans, presidente de la Fed de Chicago, ha afirmado directamente que la subida de tipos debería retrasarse hasta principios de 2016 (y muchos en el mercado apuesta ya porque así sea). Asimismo, ha señalado que el objetivo de inflación a corto plazo debería situarse por encima del 2% y matizarse que la normalización monetaria sería lenta y gradual. Mientras tanto, William C. Dudley, de la Fed de Nueva York, ha declarado que desconoce cuándo aumentará el precio del dinero, aunque entiende que será en algún momento durante el año.
La ambigüedad "manda" en las comunicaciones de la Reserva Federal… Las Actas de su última reunión dejaban claro que la primera subida de tipos no se producirá en junio, pues los datos disponibles hasta el momento no justifican dicha medida. Además, mostraban que dentro del seno de la Fed se discute activamente sobre si la debilidad del primer trimestre es transitoria o no. Con todo, mostraban que los riesgos a la baja de la inflación son menores, aunque existe mayor desconfianza sobre el entorno internacional.
Así, el consenso estima ahora que el precio del dinero podría incrementarse entre otoño y finales de año, aunque también es consciente de que si la sorprendente debilidad mostrada por la economía estadounidense, especialmente en lo que respecta al consumidor, continúa y, sobre todo, aumenta, es probable que la Fed postergue este movimiento hasta 2016.
Ahora bien, este pasado viernes, su presidenta, Janet Yellen, afirmaba que "si la economía continua mejorando como yo espero, creo que sería apropiado, en algún momento de este año, dar los primeros pasos para elevar el objetivo de los tipos de los fondos federales y comenzar el proceso de normalización de la política monetaria. Para dar este paso, sin embargo, será necesario que siga la mejora en las condiciones del mercado laboral y tenemos que estar seguros de que la inflación repuntará hasta el 2% en el medio plazo". El ritmo de "normalización probablemente sea gradual (…) el curso real de la política estará determinado por los datos y lo que revelen sobre la economía", matizaba.
Ese mismo día, poco antes, su homólogo europeo, Mario Draghi, señalaba que las condiciones económicas han mejorado algo en Europa, aunque el crecimiento sigue siendo demasiado bajo en todas partes; mientras tanto, la inflación es débil en ciertos países y definitivamente demasiado reducida en otros. Al mismo tiempo instaba, de nuevo, a las distintas naciones de la Zona Euro a utilizar la actual recuperación cíclica para llevar a cabo las reformas estructurales necesarias para que se produzca una aceleración del crecimiento potencial del área.
Por su parte, la principal conclusión que se podía extraer de las Actas del último encuentro del BCE es que su programa de compras de deuda (QE) han venido para quedarse (muchos inversores y expertos habían comenzado a dudar sobre su duración ante los positivos datos macro que se van conociendo en la región) al menos hasta su vencimiento, en septiembre de 2016.
Antes, el miembro del BCE, Benoit Coeuré, se había mostrado preocupado por las recientes turbulencias experimentadas por la renta fija y adelantaba que la autoridad monetaria acelerará las adquisiciones de bonos en mayo y junio, ya que en julio y agosto se espera un descenso de la liquidez. De esta forma, los 240.000 millones que se inyectarán en los próximos cuatro meses, no tendrán una distribución lineal, si no que se concentrarán en las próximas semanas.