La contracción económica brasileña durará (al menos) un año más según las estimaciones del Fondo Monetario Internacional (FMI), que apuntan a una caída del PIB del 3,5% en 2016 y a un dato nulo (0,0%) para 2017. El pasado ejercicio el descenso fue del 3,7%, el peor dato de los últimos 25. "Es difícil aislar […]
Dirigentes Digital
| 21 mar 2016
La contracción económica brasileña durará (al menos) un año más según las estimaciones del Fondo Monetario Internacional (FMI), que apuntan a una caída del PIB del 3,5% en 2016 y a un dato nulo (0,0%) para 2017. El pasado ejercicio el descenso fue del 3,7%, el peor dato de los últimos 25.
"Es difícil aislar los factores que han contribuido en la recesión, pero la verdad es que la economía de Brasil ya tenía problemas mucho antes de que la crisis política se agravara", explica Neil Shearing, economista jefe de mercados emergentes de Capital Economics. Desde máximos, señala, el PIB se ha reducido en un 7,8%, principalmente debido al impacto directo de la reducción de las exportaciones de commodities ante el colapso de los precios y la debilidad de China. A lo que hay que sumar que tanto el banco central como el Gobierno se han visto obligados a endurecer su política monetaria y fiscal.
"No hay duda de que la caída se ha visto retroalimentada por la profunda crisis política, que ha paralizado al sector empresarial y conducido a una menor inversión. Pero ésta es una causa secundaria, en vez de primaria", destaca.
Sí que considera "bastante grave" la dinámica de la deuda brasileña, pues el ratio de deuda pública se elevó al 70% el año pasado y a finales de esta década se aproximará al 90%. "La pérdida de ingresos fiscales ha contribuido al desorden, pero el mayor problema ha sido el fracaso a la hora de contener el gasto", apunta este experto. No obstante, matiza, "a pesar de los crecientes temores es poco probable que asistamos a un default soberano (…) es mucho más probable que el Ejecutivo recurra a un periodo de inflación y/o represión financiera".
El problema, no obstante, radica en la deuda privada. Con todo, señala no hay señales de estallido de una burbuja y el ratio de crédito parece haber tocado techo. Asimismo, la morosidad ha aumentado, pero de forma reducida teniendo en cuenta la magnitud de la desaceleración de la economía real. En cualquier caso, concluye, es un factor a vigilar…
Por otra parte, indica, "los mercados parecen estar operando sobre la base de que ‘lo que es malo para Dilma es bueno para los precios de los activos’, pensando que cualquier acontecimiento que nos acerque a un cambio de Gobierno derivará en un cambio muy necesario en la política. Pero, tenemos miedo de que esta creencia resulte ingenua". En este contexto, de hecho, consideran que el rally del real parece cada vez más exagerado. Y advierte: un nuevo Ejecutivo podría acabar en un ordenamiento fiscal, "aunque nos tememos que es tan probable como que el populismo económico salga reforzado".
La pelota se encuentra, por tanto, en el tejado del banco central, pero, al mismo tiempo, lo que suceda en la política monetaria "dependerá de cómo se complica la crisis gubernamental". Capital Economics espera un alivio hacia el cuarto trimestre, pero si el real vuelve a caer con fuerza este movimiento se retrasará o volverán los ajustes.
Finalmente, de cara al futuro la firma vigilará "los datos de préstamos fallidos y el desarrollo en los mercados de crédito. "Del mismo modo, la evidencia de que el la autoridad monetaria está bombeando con más liquidez podría ser una señal de problemas", añade.