Mas de 3,7 billones de dólares es mucho dinero. De hecho, ha sido una de las conclusiones recurrentes en los últimos años de fuerte acumulación de reservas en China. Pero, un descenso de más de 350.000 millones en un año quizás es un motivo de preocupación. Especialmente si se ha acentuado en los últimos meses. […]
Dirigentes Digital
| 23 sep 2015
Mas de 3,7 billones de dólares es mucho dinero. De hecho, ha sido una de las conclusiones recurrentes en los últimos años de fuerte acumulación de reservas en China. Pero, un descenso de más de 350.000 millones en un año quizás es un motivo de preocupación. Especialmente si se ha acentuado en los últimos meses. ¿Podría ser este el argumento real detrás de la decisión de las autoridades chinas por aumentar la flexibilidad de su moneda? Más allá de la potencial mejora de competitividad logrado con ello.
Debo admitir que no es sencillo moverse con claridad en estas cuestiones, dada la falta de información. Exceso de ahorro interno (superávit por cuenta corriente y elevada inversión directa, ¿movimientos especulativos contra el yuan? Mis economistas los estiman en más de 500.000 millones durante el periodo considerado, una cifra que probablemente no se verá revertida por la limitada caída del Yuan. De hecho, podría acrecentarse dada la debilidad de la economía a nivel interno, la mayor apertura financiera y la escasa diversificación en el exterior de las familias y empresas chinas. ¿Habrá temido el Banco Central de China todo esto? Quizás en este caso, los 3,7 billones de reservas no sean suficientes. Se entendería entonces que las autoridades chinas busquen a través de la decisión de dar mayor flexibilidad a la moneda en el mercado que el FMI la considere como base para los DEG, de hecho posibilitando la entrada de inversiones de medio y largo que contrarresten en lo posible la salida de fondos. Naturalmente, es sólo una hipótesis.
Pero, lo que no es una hipótesis es la consecuencia de la pérdida de reservas. Me refiero tanto al drenaje de liquidez interna, al mismo tiempo que genera incertidumbre sobre los mercados financieros. Podemos también debatirlo, pero en ambos casos vemos un potencial impacto económico negativo. El riesgo de un ajuste de los desequilibrios (deuda más que precios de los activos) más rápido de lo deseable y un mayor deterioro económico que acentúe el exceso de capacidad productiva (la inversión supone casi el 45 % del PIB), son factores suficientemente importantes como para explicar una decisión como la tomada sobre el Yuan. Aunque el momento elegido, en agosto en un contexto de escasa liquidez de los mercados, quizás es más cuestionable.
Dicho todo lo anterior: ¿es creíble la afirmación de las autoridades chinas de que el ajuste de su moneda ha finalizado? Sinceramente, todos, incluidas ellas mismas, lo desconocemos. Y en un contexto de flotación sucia parece probable que las presiones a la baja se pueden contrarrestar. Pero, ¿a qué precio?
José Luis Martínez Campuzano es estratega de Citi en España.