Así al menos se desprende de datos recopilados por The Wall Street Journal, que demuestran que los inversores no emplean una buena estrategia a la hora de invertir en mercados emergentes. Se trata de datos de flujos de capital en los fondos de renta variable de esta categoría, en los que se observa cómo en […]
Dirigentes Digital
| 24 nov 2015
Así al menos se desprende de datos recopilados por The Wall Street Journal, que demuestran que los inversores no emplean una buena estrategia a la hora de invertir en mercados emergentes. Se trata de datos de flujos de capital en los fondos de renta variable de esta categoría, en los que se observa cómo en la mayoría de las ocasiones, los inversores entran demasiado tarde para ‘capturar’ las ganancias. Y lo que es peor. Se mantienen durante demasiado tiempo.
El comportamiento de los inversores durante el último sell off es solo un ejemplo más de ello. Durante los 12 meses anteriores a octubre, los fondos de renta variable emergente disponibles para los inversores estadounidenses cayeron una media del 13,4%, y la entrada de dinero registrada ascendió a 4.400 millones de dólares según datos de Morningstar.
También en términos anuales, pero hasta agosto, los inversores habían triplicado las entradas en estos productos hasta unos 14.500 millones de dólares, un periodo de rendimientos negativos superiores al 21%.
Tal y como desgrana el diario, los rendimientos de los fondos de acciones de renta variable emergente tocaron un máximo del 90% en los 12 meses previos a febrero de 2010. Y mientras, en el mismo periodo, las entradas en estos productos fueron 17.100 millones de dólares, sin alcanzar el máximo hasta el periodo de los 12 meses previos a noviembre de 2013, cuando entraron 40.200 millones de dólares. A partir de ahí, las caídas en las rentabilidades no cesaron.
Es decir. Los inversores no han sabido aprovechar el momento adecuado para entrar o salir de unos mercados emergentes marcados por la desaceleración económica en China y la volatilidad que causó el pánico en esta categoría durante los meses de verano. Un verano en el que los inversores se dieron cuenta del efecto perverso de la desaceleración en estas regiones sobre la economía global, en la que han pasado de representar el 40% del PIB frente al 24% de hace una década, según datos de la consultora CEIC. A juicio de los expertos, de lo que no se han dado cuenta los inversores, es que el crecimiento de estas economías comenzó a frenarse ya en 2011, mucho antes de este año.