La evolución de las materias primas siempre se mira con lupa en el mercado. Pero desde que el petróleo inició su espiral bajista, la expectación es mayor. Tras los precios registrados por el crudo durante las últimas semanas, se esperaba que la Organización de los Países Exportadores de Petróleo (OPEP), que celebró una reunión en […]
Dirigentes Digital
| 01 dic 2014
La evolución de las materias primas siempre se mira con lupa en el mercado. Pero desde que el petróleo inició su espiral bajista, la expectación es mayor.
Tras los precios registrados por el crudo durante las últimas semanas, se esperaba que la Organización de los Países Exportadores de Petróleo (OPEP), que celebró una reunión en Viena el pasado viernes, tomara cartas en el asunto. En cambio, la sorpresa llegó cuando la OPEP decidió mantener la producción de petróleo en 30 millones de barriles diarios y esperar a que sea el propio mercado el que ajuste los precios.
La reacción de mercado no se hizo esperar y el precio del crudo Brent, de referencia en Europa, protagonizaba la mayor caída desde en casi cuatro años tras tocar los 71,25 dólares. La brecha bajista ha continuado y, este lunes, el Brent se colocaba en mínimos de 2009, tras cambiarse a 67 dólares.
¿Bajará más?
En este sentido, José Luis Martínez Campuzano, estratega de Citi en España, apunta a que podría bajar hasta los 60 dólares, incluso (según los analistas técnicos), "algo más" hasta tocar los 50 dólares el barril. Aquí surge un debate, ¿es realmente positivo para la economía y los mercados esta caída de los precios?
El estratega de Citi apunta a que la subidas y las bajadas con siempre argumentables, pero un desplome como el actual señala al pánico, algo que nunca es racional. Campuzano apunta a que "quizás no deberíamos descartar del todo que recuperen parte de los perdido en un futuro. ¿Lejano o cercano? Lo ignoro. Pero, una incertidumbre que en el fondo no es buena. Para los mercados y para la economía".
El analista también apunta a hay más aspectos que considerar como el "importante impacto negativo en los países exportadores, con el riesgo de que tengan que recuperar ahorro pasado invertido en los mercados hasta el riesgo de que se profundice el deterioro en las perspectivas de inflación".
"Tanto una cosa como la otra tampoco debería ser valorado de forma positiva por los mercados", apunta Campuzano.