Por si el castigo de la austeridad no ha sido suficiente para los ciudadanos portugueses, han tenido que asistir al espectáculo bochornoso de la corrupción entre sus clases dirigentes, tanto empresariales como políticas. Como en otros países vecinos, cuando los Gobiernos de turno aplicaban la receta de los recortes, aparecían en los medios de comunicación los escándalos más sangrantes para la población y veían desfilar detenidos a José Sócrates, ex primer ministro socialista, o a Ricardo Salgado, uno de los hombre más poderosos del país.
Se producen cuando más duele, cuando los portugueses han sufrido el rigor de los rescates de la troika, cuando aún se recuperan de una profunda recesión y cuando todavía sufren las consecuencias de la política de recortes implantada por el conservador Passos Coelho. Las elecciones lusas se han producido en este contexto, que explica el empuje de las fuerzas de izquierdas que han tumbado hace unos días al nuevo Gobierno de Coelho.
Como en Grecia, partidos escorados a la izquierda han enarbola la bandera del hastío en los partidos tradicionales. Los socialistas con la hipoteca de su anterior gestión y de la corrupción han sido incapaces de proponer una alternativa de Gobierno que convenciera a los ciudadanos y se tendrá que apoyar en Bloco de Esquerda y Comunistas. La coalición de Coelho ha mostrado el desgaste que sufrió la Nueva Democracia de Antoni Samaras. Los socialistas no se han hundido como el PASOK, pero si lo suficiente para perder apoyo ciudadano por su izquierda.
Los paralelismos no terminan en la política, también en materia de corrupción decenas de casos se acumulan en los juzgados con la corrupción de fondo y con grandes figuras políticas caídas. La comparación de los escándalos no sólo es fácil con Grecia, también con España.
Cayó todo un ex primer ministro, José Sócrates, acusado de blanqueo y evasión de impuestos. Cayó Ricardo Salgado, el dueño del imperio financiero Espírito Santo. En España, las dos figuras las puede encarnar Rodrigo Rato, que lo fue todo en los Gobiernos de Aznar, y luego se metió a banquero. Su paso por Bankia ha destapado infinidad de delitos financieros, tanto en la entidad como en su actividad privada.
El repaso de los casos de corrupción de Portugal pueden encontrase semejanza con los destapados en España. Antes de la crisis se descubrió el mayor caso por fraude fiscal del país, donde estaban implicados algunos bancos en un gran esquema de evasión de impuestos. BES, BCP, Finibanco y BPN creaban y controlaban
empresas con sede en paraísos fiscales que a su vez emitían facturas por transacciones ficticias, permitiendo a decenas de empresarios escapar a Hacienda y cobrar comisiones que iban del 6% al 12% del fraude.
El proceso judicial de la Operación Huracán no ha terminado, y es que el caso llegó a tener más de 400 imputados. El Estado logró recaudar 160 millones con una amnistía fiscal y al final se llevó a juicio a 14 de los acusados.
Poco después destapó como el empresario Manuel Godinho favorecía negocios y concursos con el Estado. Entre los acusados, el ex ministro Armando Vara y el ex presidente de la Red Eléctrica Nacional (REN), José Penedos. El juicio comenzó en el 2011 y en el pasado mes de septiembre se leyó la sentencia: 17 años de prisión para Godinho, 5 para Vara y 4 para Penedos.