El nuevo Gobierno de izquierdas portugués se enfrenta a una dura situación económica y deberá aplicar difíciles medidas de austeridad para reducir el déficit y la deuda pública. Pese a haber abandonado la crisis hace más de un año, algunos analistas opinan que las cifras macroeconómicas son ahora peores que antes del rescate portugués. Pero […]
Dirigentes Digital
| 13 nov 2015
El nuevo Gobierno de izquierdas portugués se enfrenta a una dura situación económica y deberá aplicar difíciles medidas de austeridad para reducir el déficit y la deuda pública. Pese a haber abandonado la crisis hace más de un año, algunos analistas opinan que las cifras macroeconómicas son ahora peores que antes del rescate portugués.
Pero Portugal no es el único país en el que la situación económica no ha mejorado tras el rescate. El ejemplo más cercano: España. Según estimaciones de la Comisión Europea, España acabará 2015 un 4% por debajo del nivel máximo de actividad económica alcanzado antes de la crisis, a principios de 2008. Además, Bruselas cree que el paro no bajará del 20% hasta 2017.
Y es que tras la explosión de la burbuja inmobiliaria durante el Gobierno de Zapatero, los ajustes presupuestarios y las reformas financieras, junto con el rescate del año 2012 y la intervención del BCE, redujeron el PIB un 5,4%, muy por encima del 1,7% de media que había bajado en la Zona Euro.
Del mismo modo, la deuda pública no ha dado tregua. En el año 2007, antes de la crisis, la deuda alcanzaba el 47,1% del PIB, muy por debajo del 97,4% registrado el pasado agosto, según datos del Banco de España.
Portugal y Grecia
Los casos de Grecia y Portugal tienen un componente común: en ambos a las dificultades de su economía (elevada deuda, falta de competitividad…) se unían a un alto déficit exterior que, en opinión de José Luis Martínez Campuzano, estratega de Citi en España," suponía un importante factor de debilidad en un contexto de iliquidez y dificultad de financiación en los mercados financieros".
Ante esto, el estratega añade "los ajustes obligados como contrapartida de la asistencia dieron resultados similares, aunque en algunos casos más limitados que en otros. Y me refiero a Grecia y Portugal, especialmente en el primer caso ante la gravedad de los problemas fundamentales de fondo y la tensión política subyacente".
Ciertamente, los rescates no han contribuido a la mejora económica griega. El país acumula ya 32 meses de deflación consecutiva mientras se encuentra inmerso en su tercer rescate, para lo que aún tiene que cumplir varias de las exigencias que se le piden para desbloquear otros 2.000 millones de euros. Mientras que, por ejemplo, la deuda pública griega se situaba en el 113,4% del PIB en 2009, antes del primer rescate, en 2014 esa cifra superaba el 185% del PIB. Igualmente, y según un documento de las autoridades europeas al que tuvo acceso The Wall Street Journal, el PIB griego se contraerá un 2,3% este año y un 1,3% en 2016, y hasta 2017 no volverá al crecimiento.
"Los programas de asistencia (rescates) suponían aislar a los países de la tensión financiera externa y dar tiempo para llevar a cabo los ajustes necesarios para corregir sus desequilibrios. Lamentablemente, en muchos casos no estaban bien configurados (demasiado estrictos) y/o se han encontrado con limitaciones políticas internas para llevarlos a cabo", sentencia tajante el estratega de Citi.
Irlanda
En el otro extremo se encuentra Irlanda. Tras el estallido en 2008 de su burbuja inmobiliaria, que se llevó por delante el sistema bancario y las arcas públicas, recibió 85.000 millones de euros para rescatar su economía. Ahora, es el país europeo que más crece; un 5,2% en 2014 y en 2015 ese crecimiento se prevé que alcance el 4,1%. Irlanda puso fin al rescate a finales de 2013 y sin que fuera necesario un colchón financiero posterior.
En opinión de Martínez Campuzano, Irlanda crece con fuerza, porque su Gobierno "ha sabido aprovecharse de la situación difícil para reconducir los problemas".