La idea original del Mustang nace de la mano del famoso ejecutivo norteamericano Lee Iacocca, vicepresidente de Ford en los años sesenta, despedido posteriormente de la compañía por un enfrentamiento con Henry Ford II y reclutado más tarde por Chrysler, donde reflotó una empresa que estaba al borde de la quiebra. Este ingeniero industrial de […]
Dirigentes Digital
| 28 jun 2016
La idea original del Mustang nace de la mano del famoso ejecutivo norteamericano Lee Iacocca, vicepresidente de Ford en los años sesenta, despedido posteriormente de la compañía por un enfrentamiento con Henry Ford II y reclutado más tarde por Chrysler, donde reflotó una empresa que estaba al borde de la quiebra. Este ingeniero industrial de origen italiano se propuso construir un deportivo poderoso, pero que al mismo tiempo fuera confortable, tuviera un buen espacio interior y, por supuesto, con un precio que lo hiciera asequible a la clase media.
Así apareció, en 1964, uno de los pocos coches que pueden presumir de mantener intacto el espíritu con el que llegó al mercado hace más de cincuenta años, algo que lo eleva a la categoría de mito y genera una expectación inusual a su paso, como hemos comprobado durante la prueba. El otro gran ejemplo de icono del automóvil es el Porsche 911, también de esa época y todavía más fiel a sus orígenes, pues las líneas básicas de su diseño han mostrado siempre una silueta inconfundible y su esquema mecánico no ha variado jamás.
En el caso del Mustang ha habido generaciones donde se perdió el glamour inicial, sin embargo, esta sexta entrega del modelo americano recupera lo mejor de la imagen histórica y redondea el resultado con unas aptitudes dinámicas verdaderamente sorprendentes, que no se habían visto hasta la fecha. De hecho, no sólo se venderá en los principales mercados mundiales, algo que no siempre ocurrió porque era un vehículo muy dirigido al público estadounidense, sino que para su puesta a punto se han tenido muy en cuenta los gustos europeos, lo que da como resultado un comportamiento en carretera infinitamente superior al ofrecido en generaciones anteriores. Sirva como detalle la sustitución del eje rígido trasero, tan frecuente al otro lado del Atlántico, por una suspensión multibrazo. Además, las unidades que se van a traer al Viejo Continente llevarán todas el Pack Performance, opcional en Estados Unidos. Éste consiste en unos muelles, amortiguadores y barras estabilizadoras específicos, con un tarado más rígido que permite al coche ser mucho más efectivo en zona de curvas, sin resultar incómodo.
Rendimiento impecable
A pesar de sus casi 4,8 metros de largo y de superar los 1.700 kilos de peso, el nuevo Ford Mustang es un deportivo sin complejos, que se muestra ágil, responde con absoluta precisión a los movimientos del volante y frena con garra cada vez que lo necesitamos. Por si fuera poco, el concepto de motor delantero y tracción posterior le convierten en un coupé muy divertido, que tiende a deslizar del eje trasero si aceleramos con fuerza a la salida de los virajes pero que, aun con ese carácter nervioso, es previsible y fácil de controlar en sus reacciones.
La dirección se puede calibrar en tres niveles (normal, confort y sport) por medio de un interruptor situado en la consola central. Las diferencias entre uno y otro son notables, por lo cual es recomendable ajustarla en función de si conducimos tranquilamente en ciudad, viajamos por autopista o nos metemos en un circuito a exprimir todo su potencial. Junto a ese conmutador hay un segundo que permite variar los modos de conducción hasta en cuatro posibles opciones: una normal, otra para condiciones de asfalto deslizante, que entrega la potencia de forma más suave y hace intervenir a las ayudas electrónicas al menor síntoma de que las ruedas patinan; la tercera es para uso deportivo, por lo que desconecta el control de tracción y deja el de estabilidad, de manera que se "autoriza" un cierto tipo de derrapajes no demasiado violentos pero lo suficientemente entretenidos; y, por último, hay una cuarta alternativa reservada a la utilización en pista, donde el control absoluto del coche se le deja al conductor. Este modo se combina con una aplicación específica (Track Apps), a la que se accede a través del menú del ordenador de a bordo y con la que, además de ver datos de aceleraciones y frenadas, podemos seleccionar un programa que frena las ruedas delanteras y hace que patinen las traseras al arrancar, facilitando la realización de esos típicos "donuts" con los que los pilotos profesionales celebran sus triunfos.
Excelente motor
Elnuevo Ford Mustang está disponible en carrocería coupé o descapotable, con motores de 4 cilindros en línea de 317 caballos ó V8 de 421 CV y, también, con caja de cambios manual o automática.
Nosotros hemos probado la versión cerrada con el propulsor más potente y la transmisión manual, una verdadera delicia. El motor V8, sin turbo y con nada menos que cinco litros de cilindrada, es de esas joyas que cada vez son menos frecuentes. Permite circular por debajo de las 1.000 revoluciones sin tirones ni vibraciones, tiene fuerza suficiente en cualquier régimen de giro y empuja con brutalidad según se va alcanzando la parte alta del cuentarrevoluciones, acompañado de un sonido cautivador que incita a seguir acelerando.
En definitiva, es una mecánica redonda a la que sólo podemos poner un problema, el elevado consumo, pero estos placeres tienen un precio. En cuanto al cambio manual de seis velocidades, respeta la más pura esencia del coche, aunque hoy ya estamos tan acostumbrados a las buenas transmisiones automáticas que a muchos no les importará esa pequeña concesión. Es un buen cambio deportivo de los de antes, con recorridos cortos de palanca pero que, por su aspereza, exige ser manejado sin contemplaciones para no fallar. De cualquier forma, la combinación es magnífica y permite sacar un excelente rendimiento al vehículo.
Buen aspecto
Dejando al margen el apartado dinámico, el Mustang cuenta con unos interiores de calidad superior a la que encontramos normalmente en un coche americano, que no llega a los estándares europeos.
Está bastante bien terminado, sin embargo, se ven algunos plásticos y materiales demasiado sencillos en determinadas zonas, aunque es cierto que el conjunto hay que calificarlo como muy digno.
El salpicadero mantiene un toque retro, con ese cuadro de instrumentos dominado por dos grandes esferas de funcionamiento analógico para el velocímetro y el cuentarrevoluciones, pero también dispone de la modernidad de una pantalla central táctil, con todas las funciones típicas de los sistemas de información y entretenimiento actuales.
Los asientos de cuero delanteros, tipo baquet y de la marca Recaro, ofrecen un confort extraordinario y sujetan el cuerpo a la perfección. Detrás hay dos pequeñas butacas individuales, con un espacio angosto y una altura escasa al techo, por lo que sólo pueden ser utilizadas por niños o para una emergencia. Donde sí hay un espacio razonable es en el maletero, a pesar de contar con una boca de carga pequeña y unas formas un tanto irregulares que limitan su utilización.
Después de saborear el Ford Mustang durante varios cientos de kilómetros, nuestra conclusión es clara: existen otros deportivos a la venta que proporcionan un placer al volante similar al que uno puede sentir con éste, pero no hay ninguno de potencia, prestaciones y rendimiento parecidos que se le aproxime ni remotamente en el precio. Y, todo ello, con un acabado atractivo que, sin ser lujoso, está bien resuelto