El ya ex ministro de Industria, José Manuel Soria, vinculaba la pobreza energética a alto nivel de paro. Según su teoría, debería bajar en cuanto mejorara el empleo, por ello el Gobierno no articuló medidas a nivel estatal para paliar el impacto que supone a millones de familias. Pero la realidad es muy tozuda. Según un reciente estudio de Asociación de Ciencias Ambientales (ACA), el número de personas que no pueden mantener su vivienda a una temperatura adecuada en invierno ha crecido desde 2012 a 2014 un 22% hasta llegar a afectar a 5’1 millones de personas. Supone que uno de cada diez hogares españoles en situación de pobreza energética.
A pesar de que en los últimos años a nivel autonómico y local se han tomado medidas para paliar los efectos, ACA desvela que hasta un 21 % de los hogares españoles están experimentado condiciones asociadas a la pobreza energética y que un 6%, que supone 2’6 millones de ciudadanos, dedican más del 15% de sus ingresos familiares al pago de las facturas energéticas.
El estudio indica que una vez pagados los gastos de hogar y de energía, casi 5 millones de españoles apenas le sobran ingresos para asumir más gastos, al tener unas rentas inferiores a la renta mínima de inserción.
El documento también incide en el impacto desigual entre zonas geográficas. Las cuatro regiones con mayor grado de afección son, desde, Andalucía, Castilla-La Mancha, Extremadura y Murcia, pese a contar con una de las mejores condiciones climatológicas del país. Por su parte, las tres Comunidades Autónomas menos afectadas son Comunidad de Madrid, País Vasco y Principado de Asturias, las dos primeras suelen situarse a la cabeza por renta per cápita. Además, se ha encontrado una mayor proporción de hogares afectados en zonas rurales o semiurbanas, que en grandes ciudades.
Además, se detecta una mayor incidencia de la pobreza energética en hogares en los que la persona principal tiene bajo nivel educativo, está en paro o depende de otras prestaciones, tiene un contrato temporal, está soltera, viuda o divorciada, o proviene de un país de fuera de la UE, así como en el caso de familias monoparentales. Lo mismo ocurre en hogares con personas con mala salud y enfermos crónicos, así como en hogares que alquilan la vivienda y que usan combustibles sólidos o líquidos para calefacción.
El empeoramiento de la pobreza energética se ha visto en las cifras que han ofrecido las compañías eléctricas. En 2015, los cortes de luz por impago crecieron un 5,8% afectando a más de millar de familias.