La debilidad de los controles internos es uno de los factores que contribuyeron a hacer posible la comisión del 61% de los casos de fraude analizados a nivel mundial por el informe Global Profiles of the Fraudster, realizado por KPMG Forensic a partir del análisis de 750 casos de fraude investigados en 78 países. Este […]
Dirigentes Digital
| 29 nov 2016
La debilidad de los controles internos es uno de los factores que contribuyeron a hacer posible la comisión del 61% de los casos de fraude analizados a nivel mundial por el informe Global Profiles of the Fraudster, realizado por KPMG Forensic a partir del análisis de 750 casos de fraude investigados en 78 países. Este factor estuvo presente en el 72% de los casos analizados en Europa. El estudio apunta que el uso de la tecnología y la sofisticación del modus operandi son factores que están ganando peso en la comisión de fraudes e irregularidades corporativas. La tecnología es utilizada por los defraudadores pero, al mismo tiempo, empleada de forma adecuada, podría convertirse en una herramienta esencial para prevenir, detectar y dar respuesta a las malas prácticas corporativas; apunta Fernando Cuñado, socio responsable de KPMG Forensic en España. “La tecnología aún no es aprovechada suficientemente por las compañías para combatir el fraude. Únicamente un 3% de los casos analizados fueron detectados a partir de análisis basados en la tecnología. Aunque está claro que los defraudadores son expertos en utilizar la tecnología para cometer fraude, vemos pocos indicios de que las empresas sean igualmente especialistas a la hora de combatirlo. Los sistemas de monitorización de amenazas y Data & Analytics (D&A) son indispensables para identificar comportamientos anómalos o sospechosos”, destaca el documento. La mayoría de los fraudes, un 66%, se gestan durante un periodo de tiempo comprendido entre un año y cinco años. En el 27% de los casos el perjuicio económico para la empresa superó el millón de dólares. El perfil mayoritario del defraudador es un empleado de entre 35 y 55 años (el 69 % de los casos), que dispone de gran poder en la empresa (44 %), que actúa en colaboración con terceros (62 %) y cuya motivación es el lucro personal (60 %). Según KPMG, el 35 % de los defraudadores pueden ser ejecutivos o consejeros de la compañía, con una antigüedad en la misma superior a los seis años, en el 38 % de los casos. En cambio, solo un 20 % de los fraudes son cometidos por empleados rasos de la compañía.