Una de las grandes conclusiones que se extraen del informe “Las cuentas del transporte en España”, realizado por tres expertos de universidades españolas y publicado por la Fundación de Estudios de Economía Aplicada (Fedea), es que los costes del transporte español superan sus ingresos. En el estudio, José Manuel Vassallo, Armando Ortuño y Ofelia Betancor […]
Dirigentes Digital
| 05 jun 2017
Una de las grandes conclusiones que se extraen del informe “Las cuentas del transporte en España”, realizado por tres expertos de universidades españolas y publicado por la Fundación de Estudios de Economía Aplicada (Fedea), es que los costes del transporte español superan sus ingresos. En el estudio, José Manuel Vassallo, Armando Ortuño y Ofelia Betancor calculan los ingresos y costes de los distintos medios de transporte en distintos escenarios para saber hasta qué punto lo que los usuarios pagan por utilizarlos compensa el coste de su construcción o el impacto medioambiental que general. En los ingresos, se tienen en cuenta los impuestos especiales, las tasas de uso de infraestructuras (por ejemplo, los peajes) y otro tipo de ingresos (subvenciones a la compra de automóviles, el alquiler de fibra óptica en ferrocarriles o los derechos de emisión en el transporte aéreo). Para los costes se tienen en cuenta tanto los propios costes de la infraestructura y el mantenimiento como los costes externos (de accidentes y medioambientales). Según los datos del informe, el transporte por carretera acumula mayores costes, tanto por la propia infraestructura como, en mayor medida, por su impacto medioambiental. En total, entre 15.000 y 23.000 millones de euros cuesta el transporte de carretera. El ferrocarril es el medio más “barato”: apenas tiene impacto medioambiental ni costes por accidentes, por lo que prácticamente su coste se reduce a la propia infraestructura. Pese a esto, las carreteras son también las que más dinero ingresan, principalmente por los impuestos especiales que soportan los vehículos. En total, ingresan unos 11.000 millones de euros frente a los apenas 1.000 del ferrocarril. El transporte aéreo, por su parte, prácticamente solo se nutre de las tasas de acceso, al igual que el transporte marítimo. Los autores del informe han calculado ciertos ratios con los que determinar la tasa de cobertura de los costes de infraestructura de cada tipo de transporte. Han calculado tres ratios distintos: – Si solo se tiene en cuenta los ingresos y los costes de la infraestructura en sí, el transporte por carretera y el aéreo cubren ampliamente sus costes. No sucede lo mismo con el ferrocarril, en el que los ingresos apenas cubren el 26% del coste de la infraestructura, y el marítimo (cobertura del 91%). Por este mismo motivo, el ferrocarril es el transporte que más subvenciones recibe a la operación de servicios, con 880 millones de euros, muy lejos de los 275 del transporte aéreo, el segundo que más recibe. – Si a los ingresos se les restan las subvenciones otorgadas por el Gobierno, el ferrocarril es el que sale más perjudicado. Precisamente por ser el transporte que más dinero recibe en subvenciones para funcionar, si estas se eliminan el resultado es que las subvenciones son superiores a lo que pagan los operadores por usar la infraestructura. Carretera y aéreo siguen ingresando, en este caso, lo suficiente como para compensar los costes. – Si se incluyen los costes externos (medioambientales y los accidentes), el escenario cambia totalmente. No importa si se hacen las previsiones con un impacto alto o bajo en el impacto medioambiental; el coste que suponen los transportes en España para el medioambiente hace que ninguno de ellos pueda compensarlos con sus ingresos. La tasa de cobertura de los costes en el transporte por carretera se desploma hasta el 49% en un escenario de alto impacto medioambiental, y hasta el 29% en el caso del transporte aéreo. El caso del ferrocarril es diferente; apenas tiene accidentes ni impacto medioambiental, pero no es rentable si se le restan las subvenciones. Los autores del informe explican que la diferencia entre un escenario alto y bajo de impacto medioambiental es muy amplia, y defienden que se debe a “la gran incertidumbre asociada a la estimación del coste del cambio climático y procesos upstream-downstream”.