La factura del nuevo paquete arancelario estadounidense sobre las importaciones chinas asciende, aproximadamente, a cincuenta mil millones de dólares en pérdidas para China. El gigante asiático, sin embargo, ha respondido este viernes que va a la guerra. Comercial, eso sí, pero una guerra donde van a “jugar duro”, según las últimas declaraciones del embajador chino […]
Dirigentes Digital
| 23 mar 2018
La factura del nuevo paquete arancelario estadounidense sobre las importaciones chinas asciende, aproximadamente, a cincuenta mil millones de dólares en pérdidas para China. El gigante asiático, sin embargo, ha respondido este viernes que va a la guerra. Comercial, eso sí, pero una guerra donde van a “jugar duro”, según las últimas declaraciones del embajador chino en Estados Unidos, Cui Tiankui. En electrónica de consumo, por ejemplo, compañías chinas como Midea o TCL van a verse bastante afectadas, dado que fuera venden un 40%. Y la teleco ZTE, que arrastraba sospechas previas de espionaje, también se ha visto afectada por estos aranceles. China, de momento, va a tomarse su tiempo para anunciar sus aranceles contra Estados Unidos. General Motors, que vende un vehículo cada ocho segundos en China, se antoja como un chivo expiatorio propicio. Aunque los chinos no descartan, tampoco, atacar a las exportaciones de soja estadounidense; capítulo donde China consume el 60%. Las tensiones comerciales latentes entre China y Estados Unidos derivan del enorme déficit exterior norteamericano con el gigante asiático. Sin embargo, tras la crisis de deuda desatada en Estados Unidos, hace ahora una década, el superávit chino por cuenta corriente se ha reducido significativamente, del 9,9% al 1,9% (entre los años 2007-17). Trump, dicho todo lo cual, tiene razón en una cosa: China manipula el Yuan para favorecer sus exportaciones hacia Estados Unidos. China tiene un tipo de cambio fijo e intervenido por su Banco Central, el PBOC. La máxima autoridad monetaria china, dependiente directamente del Partido Comunista, compra dólares en los mercados tras cada superávit con Estados Unidos, con el objetivo de depreciar el Yuan, lo cual acaba incrementando exponencialmente sus reservas internacionales. Unas reservas que, a posteriori, se invierten fundamentalmente en comprar deuda estadounidense. China es, junto con Japón, el primer acreedor de los bonos del tesoro americanos. Y esto, además de destruir empleos estadounidenses, coloca al Dólar en una posición vulnerable. La guerra comercial ha comenzado. De ser llevada al extremo, un escenario poco probable, China perdería un tercio del empleo manufacturero o, lo que es igual, casi medio billón de dólares. Pero las empresas americanas que producen en China también se verían afectadas. Muchos piensan que el i-Phone nunca habría podido comercializarse si no hubiera sido por la mano de obra barata china. Los aranceles son una invitación a producir en América, otra vez, lo cual no parece un escenario viable. Las bolsas del mundo, de momento, han recibido todas estas noticias con descensos generalizados.