El arraigo que tiene el consumo de alcohol en España procede, en parte, de factores culturales y, por otra parte, de su tradición de productores. En comparación con el resto de la Unión Europea, España es el sexto país productor de bebidas destiladas o espirituosas, aquellas entre las que se encuentran el whisky, la ginebra, […]
Dirigentes Digital
| 22 mar 2018
El arraigo que tiene el consumo de alcohol en España procede, en parte, de factores culturales y, por otra parte, de su tradición de productores. En comparación con el resto de la Unión Europea, España es el sexto país productor de bebidas destiladas o espirituosas, aquellas entre las que se encuentran el whisky, la ginebra, el ron o el brandy.
La aportación económica del alcohol es destacable, a pesar de que los españoles consumen casi un 26% menos que hace diez años, hasta los 9 litros de alcohol puro por persona al año si se consideran tanto las bebidas destiladas como las fermentadas, como son la cerveza y el vino. Durante 2016, conforme a los datos de la Federación Española de Bebidas Espirituosas, se comercializaron en España 214 millones de litros, lo que aportó 7.585 millones de euros a la economía española. Esta cifra representa el 0,12% del PIB de España.
El alcohol también genera empleo, por medio de los 3.800 centros de elaboración de bebidas espirituosas, y también de manera indirecta, hasta alcanzar los 330 mil empleos, tres de cada diez de todos los que genera el sector en Europa. Una parte importante de ellos se originan en la hostelería y el turismo, sectores clave en la economía española. Prueba de ello es que los turistas que visitan España gastan el 13% de su presupuesto en bebidas alcohólicas y, en su mayoría, en bebidas espirituosas.
Es destacable que los hábitos en el consumo de bebidas espirituosas están cambiando, se trasladan al ocio diurno. La demanda se desplaza desde los locales de ocio nocturno, que representan el 15%, hacia bares y cafeterías, que acumulan el 61% del consumo y, sobre todo, a hoteles, que representan el 24% y han visto aumentar su demanda un 8,3% con respecto al año anterior.
El descenso en el consumo de alcohol en España ha llevado a los productores a mirar más allá de las fronteras. La media española de consumo de bebidas destiladas asciende a 6,2 litros por persona al año, mientras que la media europea se eleva hasta 9,2 litros. De ahí que las exportaciones aumentaran según los últimos registros un 6% interanual. Los datos de FEBE indican que se dedica el 40% de la producción a la exportación, con Filipinas, México, Estados Unidos y Nigeria como principales receptores de las bebidas españolas.
Los centros de producción se localizan principalmente en Andalucía, Castilla- La Mancha, Cataluña y Galicia. Comercializan sobre todo whisky, que acumula el 27% del mercado, ginebra, con una demanda que aumentó un 9,9% en un año, así como ron, licores y brandy como productos más destacados. En total, la aportación de las bebidas espirituosas a las arcas públicas fue de 1.300 millones de euros a través de impuestos indirectos y especiales.