Este jueves (22) el presidente estadounidense firmaba una orden por la que imponía aranceles de hasta 60.000 millones de dólares sobre unos 1.300 bienes importados chinos, desde zapatos y ropa hasta productos electrónicos de consumo. Además limitaba la libertad de China para invertir en la industria tecnológica estadounidense. A esto hay que sumar las tarifas […]
Dirigentes Digital
| 23 mar 2018
Este jueves (22) el presidente estadounidense firmaba una orden por la que imponía aranceles de hasta 60.000 millones de dólares sobre unos 1.300 bienes importados chinos, desde zapatos y ropa hasta productos electrónicos de consumo. Además limitaba la libertad de China para invertir en la industria tecnológica estadounidense. A esto hay que sumar las tarifas al acero y aluminio, en especial chinos, que se anuncian este viernes.
La Casa Blanca dijo que las acciones eran necesarias para contrarrestar la competencia desleal de la economía china y expresó que espera que los nuevos impuestos a los productos chinos, que podrían ser del 25%, tendrán un “impacto mínimo” sobre lo que pagan los consumidores.
Los inversores respondieron al anuncio de Trump y las bolsas estadounidenses cerraron a la baja el jueves. Wall Street cerró con fuertes pérdidas y una caída del 2,93 % en el Dow Jones, su principal indicador, que se dejó 724,42 puntos.
Esta acción del presidente Trump cumple su compromiso de campaña de exigir acuerdos comerciales “más justos con las naciones de todo el mundo” y “tomar represalias contra los socios comerciales” si Estados Unidos no consigue mejores acuerdos.
Los motivos de la Casa Blanca
“Tenemos un problema en particular”, dijo el presidente antes de firmar la orden. “Tenemos una tremenda situación de robo de propiedad intelectual”. Ese es el motivo principal que Trump achaca a estos aranceles. Según la Casa Blanca las represalias contra el gigante asiático se deben a “la presión e intimidación” de China para obtener tecnología estadounidense y secretos comerciales. El principal negociador comercial de Estados Unidos, Robert Lighthizer, dijo que proteger la tecnología estadounidense era fundamental para el futuro económico de Estados Unidos. “Lo hacemos para combatir la creciente amenaza de una nación que es un enemigo económico”, decía Trump.
Esta medida es la más fuerte de Trump contra un país, que según él, es responsable de la pérdida de 60.000 fábricas, 6 millones de empleos y miles de millones en ingresos perdidos.
“Lo que Estados Unidos está haciendo es defenderse estratégicamente de la agresión económica de China”, dijo Peter Navarro, director del Consejo Nacional de Comercio de la Casa Blanca. El representante comercial de Estados Unidos emitió un extenso informe que describe un patrón de comportamiento “predatorio” por parte de los chinos, incluyendo forzar a las compañías estadounidenses a transferir tecnología valiosa y secretos comerciales, y el robo de datos “sistemático” por parte de China mediante el pirateo de sistemas informáticos estadounidenses.
El Departamento del Tesoro estadounidense además restringirá la inversión china en firmas tecnológicas de Estados Unidos, una práctica que según los funcionarios de la Casa Blanca, China usa para “nutrir a sus propios campeones nacionales” en industrias de vanguardia como la inteligencia artificial o los vehículos autónomos.
Trump dijo que respetaba al presidente de China, Xi Jinping, y que el gigante asiático había sido útil para presionar a Corea del Norte sobre sus programas nucleares y de misiles. Pero el presidente estadounidense declaró que las prácticas comerciales desleales del gigante asiático (su segundo mayor socio comercial, después de la Unión Europea) son responsables del enorme déficit comercial de Estados Unidos con China, que ha alcanzado un récord de 375.000 millones de dólares bajo su mandato.
La respuesta de China
Las reacciones chinas no se han hecho esperar. El gobierno de Xi Jinping respondió amenazando con llegar a los 3.000 millones de dólares de aranceles a los bienes estadounidenses. Para el Ministerio de Comercio de China, el anuncio de Trump fue de “unilateralismo y proteccionismo típicos”, y establece así “un precedente muy malo”.
“China no se quedará de brazos cruzados y dejará que sus derechos e intereses legítimos se vean perjudicados, y ciertamente tomará todas las medidas necesarias para defender resueltamente sus legítimos derechos e intereses”, dijo en un comunicado.
China fue el tercer mercado más grande para las exportaciones de EE.UU. en 2016 y entre los mayores compradores de soja, maíz, cerdo y aviones estadounidenses. Precisamente las represalias serían sobre estos productos principalmente, “si los dos los países no lograsen resolver sus diferencias comerciales dentro de un tiempo estipulado”. China tiene una lista de 120 productos de Estados Unidos por valor de casi 1.000 millones de dólares, incluyendo fruta fresca y vino, sobre los cuales impondría un arancel del 15%, y del 25% sobre la carne de cerdo y el aluminio. La industria aeroespacial de EE.UU. ya se ha resentido y el jueves las acciones del fabricante de aviones Boeing se hundieron más del 5% tras la noticia. En cuanto al sector de la agricultura, representantes de estados como Kansas, que tiene una gran base agrícola, han estado entre los más críticos con la administración Trump a esta medida.
“China no quiere pelear una guerra comercial, pero no teme en absoluto que haya una”, continuaba el comunicado del gobierno chino. “Tenemos confianza y somos capaces de enfrentar cualquier desafío. Se espera que EE.UU. pueda tomar una decisión rápida y no poner en peligro las relaciones económicas y comerciales bilaterales”.
Los movimientos comerciales de Trump podrían marcar una ruptura aguda tras décadas de creciente compromiso económico entre EE.UU. y China, que comenzó a fines de la década de 1970 cuando el país emergió de la autarquía maoísta.