La mejora de las perspectivas de crecimiento favorece a los flujos de capital, cuya consecuencia inducida es una apreciación de la moneda. Son los flujos de capital y no tanto los flujos de comercio los que explican en mayor medida el comportamiento de las divisas. Pero, al estallar la Crisis financiera el elevado protagonismo de […]
Dirigentes Digital
| 23 sep 2015
La mejora de las perspectivas de crecimiento favorece a los flujos de capital, cuya consecuencia inducida es una apreciación de la moneda. Son los flujos de capital y no tanto los flujos de comercio los que explican en mayor medida el comportamiento de las divisas.
Pero, al estallar la Crisis financiera el elevado protagonismo de los bancos centrales y el hecho de que estuviera centrada casi exclusivamente en las economías desarrolladas impulsó con fuerza el flujo de capitales internacionales hacia los mercados emergentes. Primaba la rentabilidad. Pero también la seguridad. Capitales de largo plazo, en mayor medida de cartera frente a inversiones productivas. Una vez que la calma, relativa, vuelve a los mercados desarrollados parte de los flujos de capital se repatrian. Y este proceso acentúa las debilidades y ajustes pendientes en los mercados y economías emergentes.
El resto de la historia ya la conocen…
El FMI estima el descenso de inversiones financieras a mercados emergentes entre 2010/2015 en más de 1 billón de dólares. Se trata de una cifra considerable, uno de los peores episodios en términos históricos. Pero, con una salvedad: su impacto en términos de crisis financieras/económicas ha sido muy inferior a lo previsto. Como ven, la historia en este punto tampoco se ha cumplido. Me pueden responder que no se ha cumplido, por el momento.
Y es que sigue habiendo mucho pesimismo hacia el escenario próximo para estas economías, con dos potenciales detonantes: China y los precios de commodities. Tan aparentemente sencillo. Pero, no lo es. De hecho, más allá de los problemas de China (de larga solución) y el final del Ciclo alcista en los precios de commodities hay problemas estructurales en muchas economías emergentes (hablemos de una Crisis de modelo de crecimiento) que tampoco tienen una solución fácil a corto plazo. Esto nos lleva a ser prudentes, más allá de posiciones estrategias en estos mercados a corto plazo ante una sobreventa que debe ser ajustada.
¿Les parece una contradicción que los vea interesantes para invertir a corto plazo al mismo tiempo que advierta de la existencia de importantes problemas de fondo? Es una cuestión de timing.
A corto plazo, no es sólo que haya una mayor coordinación internacional para reducir la inestabilidad internacional, como que buena parte de las ventas de activos emergentes se ha realizado de forma discriminada bajo escenarios entre miedo/pánico.
Además, hay tres factores que pueden mitigar el coste de la inestabilidad: desde la mayor flexibilidad a corto plazo hasta el manejo ordenado de la inestabilidad por las autoridades, sin olvidarnos de las mayores reservas de sus bancos centrales.
Pero, como he dicho antes, hay demasiados problemas a medio plazo como para bajar la guardia.
De hecho, el FMI recomienda a estos países todo un conjunto de medidas que solucionen o al menos amortiguen estos problemas.
En definitiva:
* Políticas fiscales prudentes.
* Políticas macroprudenciales.
* Mantener la flexibilidad de tipo de cambio.
* Manejo apropiado de las reservas.
Es evidente: reformas y medidas que tienden a reducir la sensibilidad de estas economías y mercados frente a potenciales shocks en los mercados financieros internacioanales. Otra cosa es los riesgos provienen del interior, en términos de excesos y ajustes pendientes. Reformas, las más evidentes que reduzcan la excesiva dependencia de muchas de estas economías de los mercados de exportación de materias primas o de la demanda desde China.
José Luis Martínez Campuzano es estratega de Citi en España.