La frustración y la falta de convicción son dos temas clave para la mayoría de los inversores en estos momentos, y no les falta razón. El S&P 500 ha estado negociando en general en un rango entre 1.800 y 2.150 puntos desde 2013. No obstante, no debería sorprender si consideramos que no tenemos crecimiento, no […]
Dirigentes Digital
| 20 abr 2016
La frustración y la falta de convicción son dos temas clave para la mayoría de los inversores en estos momentos, y no les falta razón. El S&P 500 ha estado negociando en general en un rango entre 1.800 y 2.150 puntos desde 2013. No obstante, no debería sorprender si consideramos que no tenemos crecimiento, no hemos visto grandes reformas, no hay productividad, sin inflación y con los tipos de interés más bajos de la historia alrededor del mundo.
Durante el fin de semana, he leído gran cantidad de "informes" y la mayoría de ellos concluye, como de costumbre, que seguiremos escalando el muro de las preocupaciones. Esto puede ser cierto, pero no por las razones que la mayoría de la gente cita: la inflación, el apoyo de los bancos centrales, los precios de las materias primas, y un mayor crecimiento en su camino.
Una de las consecuencias netas de no tener ningún crecimiento de ingresos y ganancias suaves, es que tenemos que pagar más por cada dólar estadounidense de menos que vemos en los ingresos. Las ganancias empresariales que hemos conocido hasta ahora han sido bastante planas o negativas en el S&P 500 desde mediados del verano… y menos ganancias equivale a mayores múltiplos (17,35, para ser precisos). Esto significa, por supuesto, que los inversores creen que "en el futuro" habrá mejores resultados corporativos; que finalmente nos alejamos de la recesión en lo que respecta a los resultados empresariales que vemos en la actualidad.
¿Qué nos depara el futuro? El PMI global de JP Morgan frente al gráfico del precio del cobre, no indica que esté llegando un cambio. De hecho, se prevén aún más caídas. Al menos la inflación se está acelerando ¿no? En realidad tampoco. Lo que realmente importa para las empresas es la lectura de precios al productor, pero justo ahora, el coste laboral unitario está aumentando por encima del mismo, que actualmente está cayendo. También parece como si la industria estadounidense se estuviera desacelerando significativamente.
La respuesta más probable de los responsables políticos será "más de lo mismo", pero parece como si la clase política haya dejado de estar completamente detrás de la "manipulación".
En el cuarto mes del año 2016, estamos muy cerca del punto de partida. La Reserva Federal ha bajado el número de aumentos de las tasas previstas/ programadas de cuatro a… ¿cero?, el Banco de Japón lanzó un tiro (sin éxito) a una política de tipos de interés cero, el presidente del Banco Central Europeo, Mario Draghi, sacó sus "bazucas" e implementó un nuevo folleto para el sector bancario, y ahora nos dicen desde la reunión en Shanghai (G20) y Washington (FMI) que nada de esto funciona.
La narrativa, al parecer, ha cambiado
La economía mundial, vista desde la perspectiva de los políticos, está en el borde de una mayor desaceleración. Sin embargo, otra grieta se está abriendo en el sector bancario, pero ahora estamos siendo obligados a entender que la panacea, según los líderes del G20, son monedas más débiles.
Según el FMI, la solución es impulsar el empleo y la productividad sin dejar de mantener los bajos tipos de interés y reducir la austeridad en los países que pueden permitírselo. En última instancia, ¿cómo se puede dar a la productividad y al empleo un disparo en el brazo bajo tales condiciones? Desde mi perspectiva, estamos viendo una mayor conciencia entre los líderes mundiales de que la simple aplicación de "más de lo mismo" tirará el sistema político hacia abajo.
El "cambio" aquí no es que los políticos estén reconociendo los errores del pasado, sino que están mostrando una necesidad casi desesperada de alinearse con el argumento "roto el contrato social", que es dejar de "ayudar al 20% de la economía que produce el 0% de los puestos de trabajo y la productividad" y centrarse en puestos de trabajo.
Cualquiera que sea el "nuevo paradigma", está claro que los políticos y los principales responsables políticos del G20 están ocupados distanciándose de sus bancos centrales (como se ve, por ejemplo, en la afirmación del ministro de Finanzas alemán, Wolfgang Schäuble, de que Mario Draghi está detrás del ascenso de la extrema derecha alternativa für Deutschland partido).
Esta es una mala noticia para los mercados. El modelo de "bancos centrales al rescate" se está desvaneciendo, aunque no desaparece.
Visión táctica
He sostenido durante mucho tiempo que hay tres principales catalizadores sobre los que mantener un ojo: el rendimiento de los bancos relativo a los índices en general (Estados Unidos, Europa y Japón); dólar/yen como proxy para el risk-on/off y fortaleza del ‘billete verde’; y China/crudo, como proxies para el crecimiento global.
El ruido se mantiene omnipresente, por supuesto, en la forma de los riesgos globales de la crisis de refugiados de Siria a la caída del gobierno de Dilma Rousseff en Brasil; de Sudáfrica al Brexit; y del modelo de los bancos centrales "al rescate" a menos apalancamiento del banco central… Y todo esto se suma a una mayor incertidumbre.