En este sentido las ponderaciones desviadas de las basadas en la capitalización bursátil abren un mundo de oportunidades, por ejemplo, con apalancamiento y mediante paridad de riesgo de activos de diferente volatilidad. Para ello es preciso contar con una arquitectura tecnológica de inteligencia artificial que permita contrastar y aplicar cualquier combinación. De esta manera, bajo […]
Dirigentes Digital
| 23 sep 2015
En este sentido las ponderaciones desviadas de las basadas en la capitalización bursátil abren un mundo de oportunidades, por ejemplo, con apalancamiento y mediante paridad de riesgo de activos de diferente volatilidad. Para ello es preciso contar con una arquitectura tecnológica de inteligencia artificial que permita contrastar y aplicar cualquier combinación. De esta manera, bajo supervisión de expertos, algunas carteras se están gestionando cuantitativamente.
Hay que tener en cuenta que la investigación respalda la afirmación de que el seguimiento de tendencias (momento) es la principal fuente de rentabilidad. Se han propuesto muchas explicaciones para ello, como el "riesgo profesional" que para los gestores de activos implica no seguir la tendencia. Sin embargo hay enfoques alternativos que se basan predecir puntos de inflexión para entrar o salir a corto plazo.
Otra variación es anticiparse a la tendencia en base a indicadores adelantados, un ingrediente secreto de algunos hedge funds. De hecho predecir puntos de inflexión en períodos volátiles puede aumentar las rentabilidades ajustadas a riesgo en carteras equilibradas. Además es posible vender volatilidad mediante estrategias de renta variable market neutral, tan de moda, que toman posiciones largas en acciones en cuyo valor se espera aumento y cortas en las que se espera caída relativa.
También es el caso que la mayor parte del tiempo los activos más volátiles, como renta variable, generan mejores rentabilidades que los menos volátiles, como deuda soberana.
Pero en recesiones la deuda soberana puede producir rentabilidades mayores. De hecho, según Sidney Homer y Richard Sylla (A History of Interest Rates), los tipos de interés están en su nivel más bajo de 5.000 años y, tras 35 años de fuerte rentabilidad, la deuda pública está muy sobrevalorada, mientras que la renta variable y renta fija de emergentes están infravaloradas. Ahora bien, en períodos de 7 a 10 años las desviaciones de los fundamentales tienden a corregirse.
Al respecto, la rentabilidad a vencimiento de la deuda de EEUU, según el modelo Wu y Xiade de la Reserva Federal de Atlanta, debe aumentar de 0,25% actual a un rango de 0,5% a 2,2% para desencadenar recesión. Como por ahora la probabilidad es muy baja, esta situación favorece a la renta variable. Al mismo tiempo la prima del plazo (Adrian, Crump y Muench, Reserva Federal), es decir la rentabilidad adicional exigida para mantener un bono a vencimiento diez años en lugar de reinvertir sucesivamente a corto plazo en ese periodo, positiva los últimos 50 años en EEUU, era a mediados de junio menos 0,52%. Para que vuelva a compensar tiene que aumentar la inflación, lo que puede suceder en este ciclo económico.
El caso es que en fases de contracción las acciones más defensivas (menos volátiles) tienden a ser más rentables que las cíclicas. Incluso a lo largo de varios ciclos económicos las defensivas son más rentables que el mercado. A ello se añade que las de calidad (rentabilidad por dividendo elevada y estable y baja deuda), independientemente de su tamaño, también tienden a comportarse mejor en períodos largos. Ahora bien, la calidad tiende a ser atributo de las tecnológicas que tratan de ser el proveedor único de un producto o servicio. De hecho, durante dos siglos las expectativas respecto a rápido crecimiento se han visto representadas alternativamente por mercados emergentes (o temas relacionados) y tecnología (o innovación).
Recientemente, fueron los emergentes quienes encabezaron la fase alcista de 2003- 2007, seguido de tecnología desde final de la última recesión en 2009. De manera que es previsible que los emergentes vuelvan a ser los favoritos en el nuevo ciclo económico. Hay que tener en cuenta además que en materias primas la oferta determina el precio, que tocó techo el cuarto trimestre de 2015 y puede ser alcista a largo plazo.