Lo primero que hay que tener claro, es que además de las tradicionales comisiones, los inversores tienen derecho a conocer el TER (total expense ratio) del producto, que indicará los gastos totales del fondo. En este ratio no solo se incluye la comisión de gestión o de depósito, sino otros factores como los gastos por […]
Dirigentes Digital
| 27 sep 2016
Lo primero que hay que tener claro, es que además de las tradicionales comisiones, los inversores tienen derecho a conocer el TER (total expense ratio) del producto, que indicará los gastos totales del fondo. En este ratio no solo se incluye la comisión de gestión o de depósito, sino otros factores como los gastos por permanecer en los registros de la Comisión Nacional del Mercado de Valores (CNMV), los costes de auditoría, el pago de impuestos por las ganancias materializadas en cartera y otros gastos administrativos.
Por lo general, no se incluyen aquí otro tipo de gastos, como lo que cobra el broker con el que el fondo realiza las operaciones de compra o venta de valores, que suelen estar en el entorno del 0,50% anual según diversos estudios.
Otro de los costes que puede ser más difícil de detectar para los inversores es el del cambio de divisa. Un coste que se paga al comprar un activo en una divisa distinta al euro (y hay que comprar esas divisas).
Además del TER y las comisiones ocultas que incluye, a la hora de contratar un fondo los inversores también deben conocer estas tasas más visibles en los folletos informativos de los fondos:
Es lo que cobra la gestora por seleccionar y mover las inversiones. La ley establece que la comisión de gestión máxima será, como mucho, del 2,25% anual sobre el patrimonio. Si además se calcula solo en función de los resultados (comisión de éxito), no podrá ser superior al 18%, una cifra que se rebaja a 1,35% del patrimonio y al 9% de resultados cuando se calcula empleando ambas variables.
Al igual que en la comisión de gestión, se descuenta diariamente del valor liquidativo del fondo, y es lo que cobra la entidad depositaria, con un límite que no puede superar el 0,2% anual sobre el patrimonio del fondo.
Es la comisión que cobra la gestora por comprar una participación del fondo. No puede superar el 5% sobre el capital invertido, y cada vez son menos los productos nacionales que siguen cobrándola.
Comisión de reembolso
Se cobra en el momento en el que el inversor decide vender su participación en el fondo y por lo general varía dependiendo del horizonte temporal de las inversiones y del tiempo que el partícipe ha mantenido su apuesta en el producto en cuestión.
¿Es la industria transparente?
Tener más comisiones no significa que los fondos sean el producto más caro. Sin embargo, las voces más críticas apuntan a la falta de transparencia en partes de la documentación que se ofrece al cliente. Por ejemplo, también se paga una comisión de distribución por la comercialización del fondo, pero no aparece desglosada en el Documento de Datos Fundamentales para el Inversor, sino que la recoge la comisión de gestión.
Es decir, el inversor no sabe cuánto del total se destina a esa distribución, algo que cambiará con la llegada de MifID II, retrasada hasta enero de 2018. Desde Inverco defienden ser una de las industrias más transparentes en términos de comisiones. En un reciente encuentro con medios, Ángel Martínez-Aldama, presidente de la asociación, lo reflejaba con un claro ejemplo: "cuando vas a comprar un coche, tampoco sabes qué parte va para el concesionario y cuál para el fabricante".