Cuando Donald Trump lanzó su campaña presidencial en junio de 2015 algunos lo consideraron la mayor broma del año. Ahora, más cerca de las elecciones presidenciales del 8 de Noviembre, ya parece muy real. De hecho el mundo despertará el 9 de noviembre en uno de dos escenarios muy diferentes. Si Hillary Clinton gana se […]
Dirigentes Digital
| 24 oct 2016
Cuando Donald Trump lanzó su campaña presidencial en junio de 2015 algunos lo consideraron la mayor broma del año. Ahora, más cerca de las elecciones presidenciales del 8 de Noviembre, ya parece muy real. De hecho el mundo despertará el 9 de noviembre en uno de dos escenarios muy diferentes. Si Hillary Clinton gana se allanará el camino del statu quo en la economía, política monetaria y mercados financieros, mientras que una victoria de Trump puede traer cambios significativos, especialmente en impuestos, salud, energía, inmigración e incluso funcionamiento de la Reserva Federal. En cualquier caso el voto Brexit y otros trastornos políticos recientes indican que los inversores tienden a subestimar los riesgos antes de un evento y a exagerar las implicaciones posteriores. Así que el mejor curso de acción es reducir riesgo antes de las elecciones de EEUU, con toma de beneficios cuando sea posible, como hemos hecho. La siguiente etapa, en caso de victoria de Trump es buscar oportunidades en la sobre-reacción del mercado, para volver a entrar en algunas posiciones. También hay que tener en cuenta que ante una victoria de Trump la respuesta más probable del mercado, reflejando la correspondiente incertidumbre de las relaciones entre EEUU y resto del mundo, es un aumento del precio del oro. Respecto a otras clases de activos el pronóstico es mucho menos claro. Una mayor incertidumbre política justificaría un aumento de la prima de riesgo en renta variable. Sin embargo históricamente el índice S&P500 de acciones de EEUU sube tres meses tras las elecciones presidenciales (tras ventas en el periodo previo). Además hay que tener en cuenta que Trump ha sugerido bajar el impuesto de sociedades a 15% desde 35% y el máximo en la renta de las personas físicas al 33% desde 39,6%. También se ha comprometido a gastar por lo menos el doble de lo que considera Clinton los próximos cinco años en infraestructuras, más de 50.000 millones de dólares. Esto puede ser bueno para la renta variable y malo para los bonos. Pero la organización independiente Pero The Tax Foundation ha calculado que la propuesta de impuestos y gastos de Trump puede añadir diez a doce billones de dólares de deuda en una década –50% del PIB– respecto a los niveles de endeudamiento previstos. El elevado endeudamiento, incluso si con el Congreso republicano el tamaño y escala de la expansión fiscal fuese menor, puede aumentar las preocupaciones sobre sostenibilidad de la deuda de EEUU, con aumento de las rentabilidades a vencimiento. ¿Qué pasará con la Fed? Además Trump está en desacuerdo con Clinton respecto al papel de la Reserva Federal. Trump ha llamado la atención sobre su supuesta “politización” y criticado el liderazgo de su presidenta Janet Yellen. Por tanto somos muy escépticos respecto a que Yellen permanezca al frente más allá del fin de su mandato en 2018. Al mismo tiempo los republicanos han pedido auditorías anuales de la Reserva Federal, lo que plantea interrogantes sobre la independencia de la institución en el futuro. El caso es que no está claro si una política fiscal más flexible y una amenaza de mayor supervisión de la Reserva Federal pueden cambiar la trayectoria de tipos de interés que descuenta el mercado. La Reserva Federal, para compensar una posición fiscal relajada de los republicanos, puede ajustar a medio plazo su política monetaria pero también desafiar las expectativas a corto plazo y mantener los tipos de interés en diciembre si las condiciones financieras resultan ser más estrictas tras una victoria de Trump. A ello se añade que la incertidumbre sobre política monetaria en EEUU hace difícil evaluar la trayectoria del dólar. Una victoria de Trump, puede a corto plazo generar liquidación del dólar. Tal debilidad puede ser mayor si la Reserva Federal no sube tipos de interés en diciembre o si los extranjeros venden deuda del Tesoro de EEUU. Por otra parte un aumento de la aversión al riesgo en los mercados globales puede conducir a apreciación del dólar, dado su tradicional uso como activo refugio, incluso en períodos de estrés originados por los propios EEUU. Pero el mayor riesgo de una victoria de Trump es para el comercio internacional, donde su retórica ha sido bastante extrema. Algunas de sus propuestas radicales –45% de aranceles sobre productos chinos y renegociar el Tratado de Libre Comercio de América del Norte (NAFTA)– son poco probables, pero hay riesgo de escalada con China u otro socio comercial y pueden sufrir los mercados emergentes. Unos aranceles más elevados conducen a mayor inflación y alteran las cadenas de suministro –lo que sin duda es negativo para la renta variable-. Además las restricciones a la inmigración pueden aumentar la inflación y reducir los márgenes empresariales. Así que en EEUU las empresas de orientación doméstica pueden comportarse mejor que las exportadoras y fabricantes en el extranjero. Además una victoria de Trump probablemente significaría el fin del Obamacare, la Ley de Protección al Paciente y Cuidado de Salud Asequible si bien, independientemente de quien sea presidente, la política de fijación de precios de los medicamentos probablemente evolucione en sentido menos favorable para el sector salud. Sin embargo con Trump puede irle mejor a los sectores industriales, de energía, defensa y financieros. De hecho su promesa de liberalizar producción y exportaciones de energía puede ser positivo para servicios relacionados con petróleo y equipamiento. Luca Paolini, director de estrategia de Pictet AM.