La visión global económica mundial es positiva, al menos en términos relativos, comparada con el inicio de 2016. La recuperación del sector manufacturero, así como la alentadora evolución de las economías de varios mercados emergentes, forman un panorama de crecimiento mundial más equilibrado. Estos factores positivos han disipado las inquietudes sobre la recesión y la […]
Dirigentes Digital
| 12 dic 2016
La visión global económica mundial es positiva, al menos en términos relativos, comparada con el inicio de 2016. La recuperación del sector manufacturero, así como la alentadora evolución de las economías de varios mercados emergentes, forman un panorama de crecimiento mundial más equilibrado. Estos factores positivos han disipado las inquietudes sobre la recesión y la deflación, mientras que la probabilidad de que haya medidas de apoyo fiscal en Estados Unidos ha avivado el optimismo de los inversores. Por otro lado, este panorama también abre el camino para políticas monetarias potencialmente menos acomodaticias en el mundo desarrollado. Asimismo, las conmociones políticas de un nivel sísmico semejante, el Brexit y el triunfo de Trump, han puesto de manifiesto los riesgos de un resultado imprevisto y han añadido interés a la apretada agenda política europea del próximo año. Con tantos factores en juego, ha aumentado significativamente la incertidumbre que rodea al panorama macroeconómico positivo. En Estados Unidos, los datos económicos aceptables han confirmado la tendencia actual de expansión moderada impulsada por el consumo, que mantendrá el crecimiento del PIB de 2016 cerca del 2%. La victoria de Trump en las elecciones está llevando a especulaciones sobre una aceleración del crecimiento el año próximo impulsada por el ámbito fiscal, aunque su impacto sigue siendo difícil de cuantificar y puede verse contrarrestado en cierta medida por unas condiciones financieras más restrictivas. En Reino Unido también se implantarán medidas de apoyo fiscal para contener la esperada ralentización del crecimiento, aunque las presiones inflacionistas provocadas por la libra esterlina supondrán un revés, que se sumará a las incertidumbres relacionadas con el Brexit, y atará de pies y manos al Banco de Inglaterra. Por su parte, el firme crecimiento de Alemania y España, así como la lenta mejora de la evolución en Francia e Italia, mantienen a la Zona Euro en el buen camino para lograr un crecimiento del PIB del 1,5% y relajar la presión sobre el BCE. Mientras tanto, la economía suiza se beneficia de una dinámica positiva a escala mundial y europea, aunque la espada de Damocles del fortalecimiento del franco suizo sigue pendiendo sobre las previsiones. En Japón, los indicadores económicos mejoraron ligeramente junto con un PIB mejor de lo previsto. En lo que respecta a los mercados emergentes, el crecimiento ha vuelto a acelerarse en la India, que continúa siendo la economía de mayor crecimiento de la región, gracias al apoyo de la demanda interna, una política monetaria acomodaticia y las reformas estructurales. En China, el impacto del debilitamiento de la moneda y de los estímulos inmobiliarios del año anterior logró estabilizar el crecimiento y relajar las presiones deflacionistas. La economía brasileña sigue en proceso de tocar fondo, pero se prevé que mejore gradualmente el próximo año. Rusia está saliendo de la recesión, gracias a la subida de los precios y la producción de petróleo. La caída de la lira está alimentando las presiones inflacionistas en Turquía, lo que refuerza la fragilidad de las previsiones macroeconómicas. Mientras tanto, la economía mexicana ha sufrido un golpe directo con la elección de Donald Trump: es probable que el declive del peso refuerce las presiones inflacionistas y lleve al banco central a ajustar más la política monetaria. Adrien Pichoud, economista jefe de SYZ Asset Management.