En Brasil, la actividad parece repuntar tras los malos resultados del tercer trimestre de 2017. El indicador avanzado IBC-Br, publicado por el banco central y principal proxy del PIB, destaca y marca su tercera subida consecutiva en noviembre. Sin embargo, aún está lejos de los niveles alcanzados antes de la recesión. Así pues, tal y […]
Dirigentes Digital
| 25 ene 2018
En Brasil, la actividad parece repuntar tras los malos resultados del tercer trimestre de 2017. El indicador avanzado IBC-Br, publicado por el banco central y principal proxy del PIB, destaca y marca su tercera subida consecutiva en noviembre. Sin embargo, aún está lejos de los niveles alcanzados antes de la recesión. Así pues, tal y como considera Thuy Van Pham, Economista Mercados Emergentes Groupama AM, este comportamiento confirma “la lenta recuperación de la actividad iniciada a principios de 2017”. Ésta se ha visto impulsada por una demanda externa dinámica así como por un consumo privado, sostenido a su vez por la desaceleración de la inflación. Asimismo, los primeros y débiles signos de mejora vienen de la mano de la inversión empresarial, eslabón débil en la economía. Por último, las importaciones de bienes de capital se han recuperado desde su punto más bajo, alcanzado en junio pasado. A pesar de estos elementos positivos, Van Pham considera que “debemos ser precavidos”. Ciertamente, la gestora francesa ha revisado al alza sus previsiones de crecimiento para 2017 y 2018 debido a un primer semestre de 2017 “más dinámico de lo que habíamos anticipado”. El crecimiento del PIB ahora se posiciona en el 1,1% para 2017 (en comparación con el 0,5% pronosticado en el Escenario de Invierno 2017) y el 1,8% en 2018 (frente al 1,6% anterior). Sin embargo, el escenario central, explica la experta, “no ha cambiado; la recuperación será lenta”. Su aceleración dependerá de la trayectoria de las inversiones, “cuyo ritmo sigue siendo limitado debido a factores que hacen de freno, como son el exceso de capacidad en la industria y la continua contracción del crédito a pesar de los recortes del tipo SELIC”. Al mismo tiempo, la actividad sigue estando castigada por la fuerte reducción de existencias y la congelación del gasto público durante más de veinte años implementado por la administración Temer. Todo esto tiene lugar en un contexto en el que las incertidumbres políticas en el período previo a las elecciones programadas para octubre de 2018 no son propicias para las reformas y, en consecuencia, para el clima de negocios. La lentitud de las reformas y la falta de progreso para reducir el déficit fiscal llevaron a S&P a revisar a la baja la calificación de Brasil en un escalón hasta BB- el 12 de enero.