La renta variable británica alcanzó un máximo histórico en 2017, pero si se compara con la renta variable mundial (en dólares estadounidenses), se situó más bien en el vagón de cola. La exposición de los inversores internacionales a las acciones del Reino Unido ha caído a niveles de 2009, cuando el sistema bancario se encontraba […]
Dirigentes Digital
| 06 feb 2018
La renta variable británica alcanzó un máximo histórico en 2017, pero si se compara con la renta variable mundial (en dólares estadounidenses), se situó más bien en el vagón de cola. La exposición de los inversores internacionales a las acciones del Reino Unido ha caído a niveles de 2009, cuando el sistema bancario se encontraba bajo amenaza. Esto se ha derivado de las preocupaciones en torno a la depreciación de la libra esterlina y las perspectivas económicas del Reino Unido, que sufren el lastre de las negociaciones sobre el brexit. No obstante, esta situación ha creado oportunidades para 2018. Los mercados bursátiles descuentan el futuro, de ahí que las valoraciones ya reflejen un alto grado de incertidumbre política. Como inversores activos, nos centramos en las valoraciones, y no en las noticias. Resulta imposible anticipar la evolución de las negociaciones sobre el brexit o su impacto en la economía. Con todo, el mercado de renta variable del Reino Unido es el tercero más grande del mundo, además de ser la sede de un amplio abanico de compañías multinacionales, por lo que no solo refleja la suerte del país británico. Más de un 70% de las ventas registradas por las compañías que integran el índice FTSE 100 proceden de otros países. Estos valores cotizan con un significativo descuento respecto de sus homólogos europeos y estadounidenses, lo que protege en cierta medida las acciones británicas frente a buena parte de las penurias implícitas. Irónicamente, aunque en términos absolutos el mercado del Reino Unido presente valoraciones máximas, existen más oportunidades para comprar valores baratos que en años anteriores. No solo el Reino Unido ha quedado a la zaga de los mercados intencionales al alza, sino que además el mercado bursátil británico se ha tornado cada vez más polarizado. Los inversores han dado la espalda a segmentos enteros del mercado, bien porque los consideran víctimas del brexit, bien porque, en su opinión, se verán afectados por la tecnología. Si analizamos una serie de parámetros de valoración (por ejemplo, el rendimiento por dividendo o el ratio precio/beneficio), las acciones del Reino Unido son baratas con respecto a otros mercados desarrollados. En cuanto al ratio precio/valor contable, y en comparación con EE. UU., las valoraciones han tocado suelos que no se veían desde el punto álgido de la burbuja de las telecomunicaciones, los medios de comunicación y la tecnología en el año 2000. De hecho, de entre los valores que forman parte del índice FTSE 350, 85 alcanzaron recientemente mínimos relativos de 53 semanas. Si los inversores siguen eludiendo la renta variable británica, y si las valoraciones se mantienen en cotas relativamente bajas, las compañías internacionales probablemente seguirán aprovechándose del descuento de valoración del Reino Unido, así como de la debilidad de la libra esterlina, y continuarán pujando por sus homólogos británicos. Algunos ejemplos de esta situación en 2017 provinieron de WS Atkins, una empresa de servicios de ingeniería, y Berendsen, una compañía de servicios de lavandería, que fueron adquiridas por competidores internacionales, por no mencionar la tentativa de adquisición de Unilever por parte de Kraft.