Desde el punto de vista de Frederik Ducrozet, economista de Pictet WM, hay poco incentivo para que el BCE cambie su evaluación de coyuntura económica. Es probable que fortalezca el gradualismo de la normalización monetaria que ha estado construyendo desde comienzos de año, dictada por los principios de confianza, paciencia, persistencia, prudencia y gradualismo. Así […]
Dirigentes Digital
| 25 abr 2018
Desde el punto de vista de Frederik Ducrozet, economista de Pictet WM, hay poco incentivo para que el BCE cambie su evaluación de coyuntura económica. Es probable que fortalezca el gradualismo de la normalización monetaria que ha estado construyendo desde comienzos de año, dictada por los principios de confianza, paciencia, persistencia, prudencia y gradualismo. Así que de momento, explica “seguimos esperando que reduzca sus compras de activos durante el cuarto trimestre de 2018 y que comience el ajuste de tipos de interés el tercer trimestre de 2019”.
De todas formas, el esperado aumento de la inflación subyacente puede retrasarse hasta el segundo trimestre, condicionando la importante reunión del BCE del próximo 14 de junio. Además, señala, “hay riesgo de que el BCE tenga que aplazar sus próximos anuncios de política monetaria hasta la reunión del 26 de julio y mientras está por ver hasta qué punto puede seguir influyendo en las expectativas del mercado mediante cambios de comunicación”.
En este sentido, ¿qué puede añadir el presidente del BCE, Draghi? Puede hacer más énfasis en los riesgos para el crecimiento económico, incluyendo tensiones de comercio internacional y “los efectos deflacionistas del tipo de cambio”. Para la reunión de junio puede insinuar una revisión a la baja de las previsiones económicas -a menos que los datos muestren rebote el segundo trimestre- y respaldar el retraso de una primera subida de tipos de interés.
De momento el BCE tiene que tener en cuenta que la temprana Semana Santa ha generado volatilidad en los precios de servicios relacionados con viajes y se ha dado una inesperada caída de la inflación de bienes básicos, con preocupaciones por el efecto deflacionista de la fortaleza del euro -unas importaciones más baratas pueden importar deflación-. Aunque la debilidad de productos industriales no energéticos de marzo se ha debido en gran medida a componentes volátiles, incluido ropa y calzado, sin consecuencias obvias para precios al consumo, es posible que el BCE tenga que esperar hasta tener una visión más clara de a dónde se encamina la inflación central a corto plazo.
En concreto los patrones estacionales apuntan a una estimación del Índice de Precios de Consumo Armonizado (IPCA) de abril en la zona euro, que se conocerá el 3 de mayo, con una inflación anualizada subyacente 0,7 a 0,8% -está aumentando la inflación super subyacente, excluyendo alimentos y energía sensibles al exceso o falta de capacidad productiva, pero aún no se refleja en las métricas-. Así que es previsible que la inflación central aumente más rápidamente a partir de octubre.
Además, la retórica del BCE centrada en el exceso de capacidad productiva mayor de lo previsto tiene limitaciones. Benoît Codearé, miembro del Comité Ejecutivo del banco central, ha dejado claro que una evaluación más positiva de las reformas estructurales y de oferta emprendidas puede generar mayor crecimiento económico, de manera que los tipos de interés pueden llegar a ser (mucho) mayores de lo que prevé el mercado a largo plazo.
Mientras el BCE, antes de junio, cuando actualizará sus previsiones económicas, va a vigilar la inflación subyacente, además de las encuestas de los índices PMI de gerentes compras. Aunque el aumento de los precios del petróleo puede dar un modesto empujón a la inflación central, es improbable que reaccione antes. De hecho, esperamos un flujo de noticias mixto, no lo suficientemente negativo para que cambie de rumbo. Al respecto inflación subyacente y salarios aumentan lentamente, mientras que el desempleo está disminuyendo más amplia y rápidamente de lo que el BCE preveía. La fortaleza del EUR no ayuda, pero vemos muy poca evidencia de que el tipo de cambio vaya a generar mayor inflación subyacente -aunque el BCE puede seguir utilizando el tipo de cambio como excusa a corto plazo para hacer revisiones a la baja de la inflación-.
El principal riesgo a corto plazo, concreta el experto, es que “la inflación armonizada IPCA subyacente haya caído bruscamente este abril tras haber desaparecido el efecto de Semana Santa”. Otro riesgo es que los índices de gerentes compras PMI se deterioren aún más en mayo por las preocupaciones sobre aranceles al comercio internacional, superando el efecto de un posible rebote de la confianza empresarial.