La primera ministra británica, Theresa May, está viviendo en las últimas semanas una sensación de vértigo constante. Su plan para mantener los vínculos comerciales con la Unión Europea, conocido como “Brexit blando”, ha supuesto la dimisión de dos de sus ministros más importantes la pasada semana y ha provocado que el presidente de EEUU, Donald […]
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| 16 jul 2018
La primera ministra británica, Theresa May, está viviendo en las últimas semanas una sensación de vértigo constante. Su plan para mantener los vínculos comerciales con la Unión Europea, conocido como “Brexit blando”, ha supuesto la dimisión de dos de sus ministros más importantes la pasada semana y ha provocado que el presidente de EEUU, Donald Trump, la amenace con romper sus vínculos comerciales durante la cumbre de la OTAN del fin de semana.
Este lunes, May vuelve a jugarse su supervivencia política ante la Cámara de los Comunes, que debe votar el Libro Blanco que contiene los detalles del plan comercial para 2019 del Gobierno conservador en minoría. Así, la sesión servirá para medir el nivel de descontento dentro del propio partido gobernante tras las dimisiones de los carismáticos David Davis, que era precisamente ministro del Brexit, y Boris Johnson, titular de Exteriores.
Ambos políticos conservadores son destacados euroescépticos, a diferencia de May, que hizo campaña por la permanencia en la UE al igual que el ex primer ministro David Cameron. Este factor puede ser clave para un posible golpe interno que despoje a May del control del gabinete para otorgárselo a alguno de sus rivales, que no han dejado de criticar a la primera ministra por su supuesta tibieza respecto a la salida de la UE y por la falta de resultados en sus negociaciones con Bruselas.
Este lunes, los parlamentarios británicos votarán varias enmiendas presentadas por el Ejecutivo sobre el sistema de aduanas de Reino Unido a partir de su salida de la UE. En caso de que los conservadores euroescépticos consigan un número significativo de votos en contra, el futuro de May al frente de Reino Unido podría ensombrecerse definitivamente y, con él, cabe la posibilidad de que se esfume la última oportunidad de que Londres conserve sus relaciones comerciales con los 27 a partir del 29 de marzo de 2019.
En los conservadores “rebeldes” pueden pesar las afirmaciones vertidas este fin de semana en la prensa inglesa por Donald Trump, que dejó a May en una posición muy complicada. Así, el presidente de EEUU aseguró al diario The Sun, propiedad del magnate euroescéptico Rupert Murdoch, que, si May impone un “Brexit blando”, estaría poniendo en riesgo el futuro acuerdo comercial que negocian desde hace meses en segundo plano Londres y Washington, dado que, en opinión de Trump, la UE es un “enemigo de EEUU, al igual que China”.
Trump posteriormente se retractaría de estas declaraciones, pero no de sus opiniones sobre el dimitido Boris Johnson, al que mostró su apoyo como futuro primer ministro británico. Ante este ataque, May se vio obligada a convocar una rueda de prensa en la que urgió a Trump a intentar conservar los “pocos amigos que le quedan a EEUU actualmente en la esfera internacional”. Este cruce de declaraciones supone uno de los puntos más bajos de la tradicional relación fraternal entre EEUU y Reino Unido y colocaa Theresa May en una posición negociadora casi imposible, además de dejar claro que Donald Trump no hará concesiones a sus aliados históricos en su escalada proteccionista.