Los bancos centrales llevan varios años queriendo situar la inflación oficial en un lugar más elevado de lo que se encuentra en la actualidad, que en el caso europeo es inferior al 0,5%. Sin embargo, las perspectivas de los expertos del BCE pronostican en 2020 una inflación del 0,4 % (1,2 % en la encuesta […]
BolsasLos bancos centrales llevan varios años queriendo situar la inflación oficial en un lugar más elevado de lo que se encuentra en la actualidad, que en el caso europeo es inferior al 0,5%. Sin embargo, las perspectivas de los expertos del BCE pronostican en 2020 una inflación del 0,4 % (1,2 % en la encuesta anterior de enero), del 1,2 % en 2021 (1,4 %) y del 1,4 % en 2022 (1,5 %). Es decir, el coronavirus influiría para generar menos inflación de la prevista en enero. También prevén una inflación subyacente, que descuenta los elementos más volátiles como la energía y los alimentos, el alcohol y el tabaco, del 0,8 % en 2020 (1,2 %), del 1,1 % en 2021 (1,3 %) y del 1,3 % en 2022 (1,5 %). En el caso de los Estados Unidos, las previsiones sitúan la inflación en el 2,73% en 2020, en el 2,27% en 2021 y entorno al 2,24% para 2024. Mientras que, para ese mismo año, 2024, en Europa se prevé una inflación del 1,7%.
Sin embargo, algunos expertos creen que la crisis sanitaria supondrá el gran retorno de la inflación. Su razonamiento se basa -entre otras cosas- en la perspectiva de una rápida recuperación de la demanda (el consumo se ha aplazado durante el confinamiento) en el contexto de un profundo desequilibrio en la oferta de bienes y servicios. “Este movimiento se vería reforzado por las políticas expansivas sin precedentes aplicadas por los gobiernos y los bancos centrales. Según estos mismos expertos, esa combinación impulsaría la inflación mucho más allá del objetivo de los bancos centrales (que es de alrededor del 2% en la mayoría de los países occidentales)”, comentan desde Bank Degroof Petercam.
Los bancos centrales son conscientes de que, en un entorno de endeudamiento, el riesgo de deflación es más alto que el riesgo de inflación. Y es precisamente por esta razón que “necesitamos tener en cuenta el riesgo de que la inflación pueda sorprender al alza con el tiempo. Sin duda, los bancos centrales harán todo lo posible para estimular la inflación esperada, que es extremadamente baja en este momento. La inflación permite reducir la deuda real”, añaden desde el banco.
En el mismo documento, los expertos también argumentan que existen otras teorías inflacionarias: a medio y largo plazo, el envejecimiento de la población y el riesgo de desglobalización podrían aumentar la presión sobre los precios. En el primer caso, el planteamiento es que la reserva potencial de mano de obra se está reduciendo en relación con el número de pensionistas, lo que aumentaría la escasez en el mercado de trabajo y, por tanto, el nivel de los salarios medios. En el segundo caso, se supone que la producción de bienes y servicios podría estar más regionalizada por motivos de prudencia, lo que repercutiría en la búsqueda continua de eficiencia en las cadenas de suministro. Estas presiones son a su vez contrarrestadas por la digitalización y automatización de una parte cada vez mayor de la producción.