El proyecto europeo vacila ante los retos cada vez más abundantes que surgen. Ante eso, el Comité Económico y Social Europeo, una institución comunitaria consultiva, defiende una Europa que evolucione ante las adversidades que enfrenta. DIRIGENTES habla con su vicepresidenta, Isabel Caño. Le quería preguntar por el carácter consultivo que tiene el Comité. ¿De qué […]
InternacionalDirigentes Digital
| 08 mar 2019
El proyecto europeo vacila ante los retos cada vez más abundantes que surgen. Ante eso, el Comité Económico y Social Europeo, una institución comunitaria consultiva, defiende una Europa que evolucione ante las adversidades que enfrenta. DIRIGENTES habla con su vicepresidenta, Isabel Caño.
Le quería preguntar por el carácter consultivo que tiene el Comité. ¿De qué forma podría su actividad ser más visible?
Que no seamos visibles no significa que no actuemos. Es verdad que tenemos un mandato consultivo pero todos los procesos legislativos pasan por nosotros. Hay un volumen de legislación y de iniciativas muy grande que pasa por los dictámenes del Comité. Esto ya tiene un valor extraordinario. Es una de las riquezas del Comité. La primera lectura que se hace de la legislación la hacen organizaciones socioeconómicas que están implantadas en toda Europa.
En el caso de la delegación española está compuesta por 21 miembros, siete de sindicatos, otros siete de patronales y siete más de la Europa diversa, organizaciones que no son de ninguno de los otros dos. En cada tema hay una organización que tiene algo que decir o que representa gente que se ve afectada por esta legislación.
Por otra parte no hay que olvidar que es una red de redes. Estas redes pueden ser consultadas por nosotros en todo el proceso consultivo. Luego hay otra cuestión recurrente, acerca de hasta qué punto hacen caso el Parlamento y la Comisión a los dictámenes del Comité. Esto es difícil de medir. Si coge un párrafo que cambia completamente o que da un enfoque distinto, tendremos que decir que pesamos de una manera cuantitativa en ese proceso legislativo.
Esto también tiene que ver con el proceso democrático. En la medida en que un dictamen sale reforzado de una sesión plenaria por el voto de sus miembros, tendrá más fuerza de cara al legislador. La Comisión nos envía un borrador sobre las propuestas del Comité que ha tenido en cuenta. En todo el proceso de redacción de los dictámenes tenemos un representante de la Unión Europea.
¿Cuál diría que es la principal cualidad del Comité?
Una de ellas es la representatividad de las organizaciones. No están representadas en ningún otro sitio de la Unión Europea. Esta sociedad civil da un punto de vista distinto al que da el legislador o el que tiene el poder ejecutivo.
Por otra parte, está el valor del consenso o del no consenso. Tenemos que llegar a ponernos de acuerdo para decirle a la Comisión: “Esto es lo que quiere la sociedad civil”. Lo que piensan las empresas, los consumidores, gente con situación de dificultad… Hay que consensuar a veces con muchas dificultades porque son temas complejos, como el de la transición ecológica, la transformación digital o el cierre de industrias, que son temas en los que cuesta ponerse de acuerdo. Aun así sabemos que es un valor muy importante.
El tercero es el de conocer el tejido socioeconómico. Va por encima del enfoque nacional, que creo que es un valor añadido europeo.
¿Es fácil que se pongan de acuerdo empresas, trabajadores?
Trabajadores y empresarios tenemos una larga tradición de diálogo social y negociación colectiva en muchos países europeos. Desde el principio del proyecto europeo ya existe un historial de diálogo y negociación. Es verdad que vivimos un momento en el que es difícil tener consensos en algunos temas. Siempre encontramos alianzas posibles y puntos de consenso. Son alianzas variables que dependen de los temas. Aunque también hay ejemplos que varían según las prácticas nacionales.
¿Cómo diría que es el peso de España en las instituciones europeas?
No suelo razonar en estos términos del peso de España. Todos tenemos que estar en Europa mirando por el bien común de los europeos. Esto no significa que sea contradictorio con el bien común de un determinado país. Ahora hay un comisario por país y luego también está la labor de España dentro del Consejo. De todas formas, creo que España es un país grande dentro de la Unión Europea y que tiene su peso y su labor. Es un país europeísta y los gobiernos en general también lo han sido. Evidentemente después de estos diez años de crisis y de políticas de austeridad la población tiene otro tipo de mirada y países como Italia, que tenía un peso enorme y con una gran trayectoria europeísta, de repente están en los últimos puestos.
Esto también influye en el peso de cada país dentro de la Unión Europea. Más que con los logros y los éxitos de cada país, tiene que ver también con la posición de cada país en el proceso de la construcción europea.
Hablaba de la situación convulsa que ha vivido y vive la Unión Europea en los últimos años. ¿Qué parte de responsabilidad política hay?
Necesitaríamos un análisis un poco más largo. Hay varias cuestiones. Durante mucho tiempo la Unión Europea proporcionó prosperidad y paz. El proyecto europeo ha tenido aportaciones interesantes y trata de sumar. Muchas veces como ciudadanos no nos damos cuenta de lo que ha supuesto el mercado único para los propios ciudadanos. La prueba es la cantidad de problemas que pone el gobierno de Reino Unido con respecto a la pérdida de ese mercado único. No solo es la cuestión de las fronteras, sino que son cosas que afectan al día a día.
Creo que la historia de la Unión Europea es una historia de logros, sobre todo hasta hace diez años. Es verdad que las crisis golpean y hacen aflorar la debilidad de los proyectos, decisiones políticas mal tomadas… En Europa se reaccionó de manera distinta a como lo hizo por ejemplo Estados Unidos. Allí se invirtió y se crearon empleos. En Europa se optó por una política de austeridad. Se reflexiona acerca de las fake news y creo que eso es verdad, pero lo que más daño ha hecho al proyecto europeo han sido los diez años de políticas de austeridad. Las cifras de paro, la bajada de los salarios, la falta de posibilidades de proyectos laborales y de vida… Eso es lo que hace que la gente se plantee si Europa es capaz de darnos una vida y un salario decente, algo está fallando. Viendo todo eso, la salida de la crisis es algo que no hemos hecho mal, sino fatal. Hemos hecho mal bastantes cosas.
Los políticos tenemos que ser claros y transparentes en estas cuestiones pero también hay que decir que el proyecto europeo tiene 60 años. Cuando se inició fue en una Europa con muchos problemas y después de una guerra que provocó millones de muertos. Se consiguió armar un proyecto entre países que habían sido enemigos históricos y que dio estabilidad y prosperidad durante muchos años.
Quiero creer que el proyecto europeo es válido. Pero los proyectos no son piedras que son inmutables y no se mueven, están hechos de gente, de países, de ideas y de situaciones distintas. Tendremos que aprender a evolucionar y a dar respuesta a los ciudadanos. Hay que trabajar mucho.