En Macao, capital del juego, las imágenes son ciertamente reveladoras. Los turistas se han esfumado (ING sitúa el descenso global del turismo chino sobre treinta millones de visitantes, solamente en este primer trimestre). “Mis hoteles han tenido una ocupación media del 8% durante las fiestas”, revela el dueño de una famosa cadena china, en conversación […]
InternacionalDirigentes Digital
| 06 abr 2020
En Macao, capital del juego, las imágenes son ciertamente reveladoras. Los turistas se han esfumado (ING sitúa el descenso global del turismo chino sobre treinta millones de visitantes, solamente en este primer trimestre). “Mis hoteles han tenido una ocupación media del 8% durante las fiestas”, revela el dueño de una famosa cadena china, en conversación telefónica con DIRIGENTES. Y los casinos, cerrados hasta nueva orden, han perdido cerca de tres millones de dólares al día. Durante el año nuevo chino, analizando otros sectores, se suelen lanzar los estrenos de cine más demandados. Solamente durante las dos semanas del último año nuevo chino, en 2019, la industria cinematográfica recaudó setecientos millones de dólares. Este año, debido a la crisis del coronavirus, todos los estrenos han sido cancelados. China, el próximo mes, podría anunciar un crecimiento del PIB trimestral en torno al 5,5%. O, incluso, inferior. Sea como fuere, si esta cifra se confirma, sería el peor dato desde la revuelta de Tiannanmen en 1989.
Visto desde otra perspectiva, el crecimiento chino podría verse reducido a la mitad en tan sólo diez años (durante 2010, China creció un 10%). Este aterrizaje, bruscamente acelerado, afectará sobre todo al empleo. Millones de autónomos, tras varias semanas sin ingresos, pueden verse abocados a cerrar sus negocios. Los bancos comerciales, en este sentido, tienen órdenes directas de refinanciar sus créditos o bien abrir nuevas líneas con un interés favorable. El banco central está facilitando fondos adicionales para sostener estas medidas (hasta este momento, ha introducido al sistema unos ciento ochenta millones de dólares). Sin embargo, todavía es difícil evaluar con exactitud los daños económicos sufridos desde el sector de las PYMES. La economía informal, sustento básico para millones de personas en China, también se ha frenado radicalmente. Y el banco ING, entre otros, ha reducido a la mitad sus estimaciones sobre las ventas minoristas en China, del 8% al 4%.
Las cadenas globales de valor, por otra parte, también están viéndose seriamente afectadas. En los terminales marítimos chinos de contenedores, según estimaciones del sector, las recaladas han descendido un 20%. La carga total correspondiente al primer trimestre, además, podría reducirse en unos seis millones de TEU (un 0,8% del total anual, si se toman como referencia los datos de 2019). Apple, que tiene previsto lanzar un nuevo móvil low-cost, va a sufrir retrasos al tener cerradas varias fábricas de su principal proveedor, Foxconn, en China. Y algunas automovilísticas, especialmente en Corea del Sur, se han visto forzadas a recortar su producción ante la falta de suministros desde China.
Además, otro dato preocupante: el epicentro del brote, Hubei, equivale al 10% de toda la producción automovilística anual en China. Airbus, por poner otro ejemplo, ha suspendido la producción del avión A320 en Tianjin. Esta fábrica china ensambla diez aparatos al mes, el 10% del total mundial, lo cual también acabará teniendo efectos más o menos adversos sobre el cash-flow de Airbus. Las empresas españolas, como muchas extranjeras, han repatriado a una buena parte de su personal. Las fábricas, cerradas buena parte del mes de febrero, han perdido dinero (al escribir estas líneas, a día 15, muchas multinacionales siguen sin retomar su actividad).
Las últimas estimaciones adelantan un impacto sobre el crecimiento mundial en torno a dos décimas, si bien todo dependerá de cuánto tiempo dure la crisis. Y las menores previsiones sobre la demanda de crudo provocaron, en tan sólo unos días, un retroceso del precio superior al 20%.
El acuerdo comercial alcanzado con EEUU, previo al estallido del brote, será más difícil de llevar a cabo. China había acordado incrementar sustancialmente sus importaciones desde el país anglosajón, en unos doscientos mil millones de dólares, hasta 2021. Ahora, con la actividad paralizada, estas ventas podrían no realizarse.
“Trump, en año electoral, seguramente nos acuse de incumplir nuestros acuerdos”, señala Liu Feitao, del China Institute for International Studies, a DIRIGENTES. Otros compromisos son abrir el sector servicios chino a EEUU, sobre todo los de naturaleza financiera. Y, por otra parte, existe una voluntad firme para proteger la propiedad intelectual de los productos norteamericanos. Sin embargo, como coinciden todos los analistas chinos consultados, el brote del coronavirus ha relegado la guerra comercial con EEUU “a un segundo plano”. Wilburg Ross, secretario de comercio norteamericano, afirmó lo siguiente acerca del coronavirus: “Esta crisis puede devolver muchos empleos a los EEUU”. Según Wang Yong, del China Center for Economic Research, “esa una esfera esencialmente política”. Es decir, los rivales geoestratégicos de China estarían instrumentalizando este brote del coronavirus para debilitarla económicamente, según insinúa Wang en sus declaraciones a DIRIGENTES.
La guerra comercial de China con EEUU tiene su origen, entre otras razones, en los cambios profundos del comercio mundial. Actualmente, mediante las cadenas globales de valor, un mismo producto puede haber sido fabricado en varios países diferentes. Según la OCDE, dos de cada tres bienes comercializados internacionalmente son intermedios, alrededor del 65%. Y esto, en definitiva, hace necesario un nuevo enfoque sobre las externalidades del nuevo modelo. En 1995, la aportación de valor añadido estadounidense al sector exportador internacional era once veces el chino. Veinte años después, en 2019, apenas es el 16%. Esto, de alguna manera, indica que China ha entrado en competencia directa con EEUU por la clientela del sector manufacturero global.
Por otra parte, la proporción del valor añadido extranjero integrado en las exportaciones chinas ha retrocedido dieciséis puntos porcentuales, desde 1995 hasta 2019. Esto significa que, proporcionalmente, China importa cada vez menos bienes intermedios desde otras naciones industrializadas (sobre todo, de EEUU). Y, además, el valor añadido doméstico de las exportaciones estadounidenses al mundo apenas se ha duplicado desde 1995. Mientras, el valor añadido doméstico de las exportaciones chinas ha aumentado un 1.800% hasta 2019. EEUU, esto es un hecho, transfiere tecnología mientras fabrica en China. Esta circunstancia, por un lado, ha ido reduciendo la demanda china de bienes intermedios norteamericanos (los chinos han aprendido a producirlos ellos mismos). Y, por otra parte, ha permitido a China posicionarse como un serio competidor en la cadena de valor. “Esta situación ha mermado la hegemonía comercial estadounidense. Cualquier excusa, como la del coronavirus, puede ser buena para debilitar al sector manufacturero de China”, coinciden los expertos consultados por DIRIGENTES.