Algunos indicadores en China, como el consumo de las familias, han comenzado a remontar con respecto al año anterior. Ahora bien, estas cifras se sustentan sobre una política de estímulos económicos sin precedentes, desde vales de descuento hasta subsidios en la adquisición de bienes electrónicos o automóviles. Los cines, tras haber permanecido clausurados durante todo […]
InternacionalDirigentes Digital
| 09 feb 2021
Algunos indicadores en China, como el consumo de las familias, han comenzado a remontar con respecto al año anterior. Ahora bien, estas cifras se sustentan sobre una política de estímulos económicos sin precedentes, desde vales de descuento hasta subsidios en la adquisición de bienes electrónicos o automóviles. Los cines, tras haber permanecido clausurados durante todo el año nuevo chino, registraron la segunda mejor recaudación de toda su historia en octubre: 570 millones de dólares. Algunos destinos turísticos, como la isla china de Hainan, también han tenido una afluencia histórica. Y la crisis sanitaria se ha controlado, desde hace meses, con éxito.
A corto plazo, de todas formas, el camino hacia la normalidad económica será largo. La economía china ha crecido en 2020 alrededor del 2%. El déficit público se sitúa en torno al 11%. Y el paro urbano registrado, pese a caer durante los últimos meses, se mantiene en el 5,9%. Esto último significa que el número de desempleados chinos, oficialmente registrados, ha superado los diez millones en 2020. Sobre las medidas económicas destinadas a aliviar esta situación tan delicada, cabe cuantificar el incremento del déficit público en 150 mil millones de dólares adicionales, con respecto al año 2019. En rebajas fiscales, por ejemplo, se han concedido 353 mil millones a las empresas. Y la financiación de los bancos estatales al sector pyme, también ha crecido un 40% a lo largo de todo 2020.
La inversión manufacturera en China, sin embargo, sigue ofreciendo guarismos negativos. Este concepto era el 3% del PIB de China en 2012. Pero, ahora, apenas alcanza el 1%. “Una menor inversión extranjera dentro del sector manufacturero reducirá el crecimiento potencial a largo plazo en China”, comenta Wang Tao, del Banco UBS, a DIRIGENTES. La proporción de las exportaciones chinas sobre el total mundial ha seguido aumentando durante 2020. Y esto, de alguna manera, está indicando un crecimiento en el valor añadido de las exportaciones chinas. Dicho con otras palabras: una menor inversión dentro de la industria manufacturera china continúa dando lugar a más exportaciones cada vez.
Alemania, según viene informando DIRIGENTES, no tiene previsto abandonar China. Al contrario, el país asiático ahora es un gran mercado de consumo para la industria alemana, lo cual hace atractivo producir aquí. Por un lado, industrias alemanas como la del sector automovilístico se mantienen cerca de sus consumidores (Volkswagen, sin ir más lejos, vende tres millones de vehículos todos los años en China). Por otra parte, se ahorran los aranceles, si bien la mitad de los vehículos importados en China tienen como origen la UE. Pero, sobre todo, Alemania va a seguir integrando su cadena global de valor con China, ya que es el principal socio comercial de Alemania. Son dos polos, además, dentro de las cadenas globales de valor. Y, considerando el peso específico del comercio de bienes intermedios, su interdependencia económica será creciente más allá de 2021.
Asia-Pacífico cerró 2020 con una recesión anual del 3,4%. Vietnam, Taiwán o China, sin embargo, finalizaron el ejercicio con un crecimiento positivo del PIB. Filipinas e Indonesia, por otra parte, concluyeron con una recesión cercana al 10%. “Contener este virus, en naciones como China o Vietnam, ha sido clave para estabilizar la demanda interna”, comenta Alicia García-Herrero, del Banco Natixis, a DIRIGENTES.
Existe una correlación del PIB con la movilidad. Las ventas minoristas, extremadamente sensibles a escenarios de restricciones sin movilidad, están aumentando en China. Y, debido a la crisis económica en las naciones occidentales, también han entrado más capitales en Asia-Pacífico. China, además, ha incrementado sus exportaciones e importaciones durante 2020. Esta resiliencia en las finanzas, de alguna manera, “es positiva para apuntalar variables como consumo e inversión”, señala García-Herrero. Tailandia, dependiente del turismo, ha reducido un 6,5% su PIB de 2020. Sin embargo, tras Singapur o Taiwán, mantiene el tercer superávit corriente más elevado de toda la región.
Es decir, pese a las notables caídas del PIB, Asia-Pacífico está mejor preparada en comparación con la crisis asiática de 1998. Es más, excluido Japón, el crecimiento de la región será del 5,6% en 2021. Sería un dato similar al de la UE (pero sin haber sufrido su recesión, del -7,5%, en 2020). Y un punto superior a Estados Unidos. India liderará el crecimiento en 2021, con un alza del 8,7%, según Natixis, mientras que la isla nipona, en línea con otras economías desarrolladas, apenas rebotará un 2%.
Las estimaciones de 2021, en todo caso, dependerán del control de la pandemia en cada país. Y, a largo plazo, son otros los factores de riesgo en Asia. Los crecientes niveles de endeudamiento, fundamentalmente en Japón o China, son amenazas latentes sobre variables como consumo e inversión.
El envejecimiento demográfico, conviene recordarlo, reducirá el crecimiento potencial de muchas economías asiáticas. En China, hacia 2050, un 25% de la población serán ancianos (frente al 10% de 1995). Y en otras naciones, con más potencial de crecimiento, también es necesario diversificar las fuentes de ingresos. India e Indonesia aún dependen bastante de los flujos de capital extranjero. Y Filipinas, por poner otro ejemplo, también recibe muchas remesas desde el extranjero. Mejorar su capacidad exportadora, en este sentido, será clave para garantizar un crecimiento económico sostenido más allá de 2021.