Inflación desmesurada, reducción del crecimiento estimado y, por tanto, de la recuperación, sanciones a Rusia y sus efectos, mercados cerrados y nacionalizados, problemas con el encarecimiento de las materias primas y, sobre todo, de la energía e interrupciones en la cadena de suministros. Son algunos de los impactos que resultan de la guerra emprendida por […]
NacionalDirigentes Digital
| 18 may 2022
Inflación desmesurada, reducción del crecimiento estimado y, por tanto, de la recuperación, sanciones a Rusia y sus efectos, mercados cerrados y nacionalizados, problemas con el encarecimiento de las materias primas y, sobre todo, de la energía e interrupciones en la cadena de suministros. Son algunos de los impactos que resultan de la guerra emprendida por Rusia contra Ucrania que azota a las empresas europeas con mayor vigor cuando todavía no se han repuesto, en muchos casos, de la crisis desatada por la pandemia. Y todo ello mientras se desconoce todavía el alcance real del efecto guerra, de sus costes económicos y de los escenarios que marcarán el discurrir de un conflicto bélico, de consecuencias, cuanto menos, inesperadas. Estas son algunas de las acciones con las que las empresas europeas se preparan para enfrentar la situación.
Es una de las compañías aseguradoras más importantes de Europa, para uno de los sectores que los expertos califican como de los más penalizados por la crisis, tanto por el pago de pólizas elevadas como por las posibles disputas legales que puedan sobrevenir en el futuro, a cuenta de las sanciones, por ejemplo y con riesgos en aumento ante la prolongación del conflicto. Axa vendió sus operaciones en Ucrania en 2018 y tiene una minoritaria presencia en una aseguradora rusa, Reso Garantia, que la empresa destaca que no es relevante para el desempeño del grupo asegurador. Su exposición a los seguros en Rusia está por debajo de los 200 millones de euros. Y espera que la readaptación de las empresas, al ver interrumpidas sus cadenas de suministros, minimicen el impacto en sus cuentas.
La compañía energética tiene una exposición conjunta y declarada en Rusia y Ucrania de unos 120 millones de euros, apenas un 0,3% del total del grupo, con presencia en tres ciudades ucranianas donde emplea a 350 trabajadores del país y 130 millones de euros de capital empleado, menos de medio punto del total. En Rusia, da trabajo a unas 2.000 personas. Sin embargo, eso no ha variado sus expectativas de crecimiento de sus ingresos del 20% en el presente ejercicio. Su modelo contractual les protege de las presiones inflacionistas, ya que se aplica la indexación de precios en cerca del 70% de los ingresos del grupo. A esto se suma además su política de cobertura, que les blinda en las compras de energía, para esta empresa de gestión del agua y residuos, que elevará en una quinta parte sus ganancias gracias a la integración de Suez, su hasta ahora principal rival.
La compañía holandesa trata de proteger su lugar en el mercado e incluso podría verse beneficiada, ante la exclusividad que presenta la litografía EUV, máquinas altamente complejas que usan los gigantes del sector de los semiconductores. Se trata del paso de mayor coste en la fabricación de microchips avanzados que alimentan desde los centros de datos hasta los iPhone, y que solo ellos fabrican. El impacto del neón, cuyo principal fabricante es Ucrania, se ha reducido en sus trabajos en un 20%. Mantienen sus reservas, pero con la búsqueda de alternativas para el futuro, ante los posibles efectos en la cadena de suministro. Sus previsiones alcanzan un crecimiento de sus ventas del 20% en el presente ejercicio y un crecimiento de ingresos anuales del 11% hasta 2030.
El gigante mundial de aerogeneradores paralizaba sus actividades comerciales con Rusia al principio de la guerra, en aras a las sanciones internacionales implementadas contra el país y sus principales dirigentes. Considera limitados los efectos perniciosos por sus actividades en la zona y evalúa “continuamente” las posibles repercusiones que no detalla. Inmersa en rumores de OPA de su matriz Siemens Energy, que posee el 67% de sus acciones, la compañía, a pesar de que su sector se ve alimentado ante el cambio a las energías renovables desde los combustibles fósiles que se acelerará en Europa por la guerra, sigue mediatizada por unos resultados que no se cumplen y cambio de rumbo en su directiva con nuevo consejero delegado, mientras se plantea, para tomar oxígeno, la venta de activos no esenciales.
Es una de las empresas que ha estado en el ojo del huracán, ante las indicaciones de que la compañía no había suspendido por completo sus operaciones en Rusia. El gigante francés de gas industrial emplea a 710 personas en Rusia, con 700 clientes y opera 18 factorías, donde genera algo menos del 1% de sus ingresos de los 4.160 millones de euros alcanzados en el pasado ejercicio. La compañía señala que respeta estrictamente las sanciones impuestas contra Rusia, con la paralización de sus inversiones y grandes proyectos en desarrollo, aunque destaca que su actividad no puede ser eliminada por completo, ya que incluye el suministro de oxígeno médico a los hospitales. Opera en Rusia desde 1989 y en 2005 creó una filial de producción y venta de gases industriales en el país. Se cree que su inversión rusa alcanza los 17 millones de euros.
La multinacional siderúrgica padece los mismos problemas que su homóloga española. Pertenece a la industria electrointensiva y la falta de componentes, por los problemas de abastecimiento y el encarecimiento de las commodities han tensado su producción desde el comienzo de la guerra. Y en especial en la zona de conflicto. Empresa muy impactada por el cese de sus actividades en Ucrania, que el pasado año generaron más de 3765 millones de euros en ventas, con una presencia muy significativa en el país, con producción de 4,9 millones de toneladas de acero y minas con 11,7 millones de toneladas de mineral de hierro extraídas. La interrupción de la producción y de las cadenas de suministro también serán un problema si la guerra se alarga y no pueden operar a futuro en aquel país.
Es una de las escasas compañías que ha seguido manteniendo sus actividades en Rusia tras la llegada de la guerra, aunque, por la presión ejercida contra la compañía de alimentación suiza, ha reducido su producción. Ha terminado con las importaciones y exportaciones, con la inversión y la publicidad, pero manteniendo lo que considera “productos esenciales” con los que declara no obtener ganancias, como los alimentos para bebés y la nutrición médico/hospitalaria. La compañía tiene más de 7.000 empleados en Rusia, con marcas como Nespresso, Gerber y el agua Perrier y obtiene en torno al 2% de sus ingresos de 85.520 millones de euros registrados en 2021. Hasta el comienzo de la guerra también empleaba a 5.800 personas en Ucrania.
Se ha visto envuelta en una controversia durante el pasado mes al indicar, en un trabajo realizado por la Universidad de Yale, que mantenía su actividad en Rusia. La empresa lo niega, aunque reconoce que posee una oficina comercial, con sede en San Petersburgo, con pocos empleados y sin actividad desde el comienzo del conflicto armado. Sus ingresos en aquel país apenas suponen un 0,5% del total de su actividad global. El gran impacto de la guerra viene dado por los efectos derivados del aumento de los costes. Materias primas con precios muy elevados y ser una empresa electrointensiva, que, ante el aumento de los precios del gas, elevan su tarifa de la luz hasta tener, en ocasiones, que reducir o parar su producción.