Hay muchos eventos en universidades, laboratorios y en las propias casas que nunca verían la luz si nadie hiciese de puente entre el centro de innovación y las empresas que les puede interesar la nueva tecnología. Vanesa Ramos, que trabaja en la consultora KIM, es una de las personas que se dedica a que esto […]
Dirigentes Digital
| 22 nov 2019
Hay muchos eventos en universidades, laboratorios y en las propias casas que nunca verían la luz si nadie hiciese de puente entre el centro de innovación y las empresas que les puede interesar la nueva tecnología. Vanesa Ramos, que trabaja en la consultora KIM, es una de las personas que se dedica a que esto no ocurra. Es Manager en Transferencia Tecnológica e Innovación, licenciada en Ingeniería Química por la Universidad de Sevilla, y ejerce como tal en calidad de Bróker tecnológico de la Agencia Espacial Europea (ESA) en España.
¿Por qué tiene sentido montar incubadoras espaciales?
Se trata de apoyar a emprendedores con iniciativas innovadoras, en este caso, en el ámbito espacial, como ocurre en otros campos, con objeto de estar a la vanguardia y ser competitivos. El progreso de un país pasa por apostar por la innovación y no quedarse rezagado, y ello incluye al sector espacial. En este caso, además, se incentiva y promueve lo que llamamos “innovación intersectorial”: hacer uso en otros campos del conocimiento ya generado para industrias específicas. Es decir, desarrollar soluciones para espacio a partir de tecnologías fuera de este campo (“spin-in”) y, al revés, a partir del conocimiento generado dentro del ámbito espacial dar respuesta a problemas de otras industrias (“spin-out”).
¿Dónde está el negocio?
Por un lado, con esta iniciativa se aprovecha el conocimiento generado en distintos sectores, obteniendo un retorno adicional de la inversión realizada para desarrollar dichas soluciones tecnológicas. Por su parte, las nuevas empresas a nivel tecnológico no parten de cero, ya cuentan con un desarrollo a partir el cual adaptan hasta obtener la solución objeto del negocio. Esto supone un beneficio, tanto a nivel económico como en términos de tiempos, cuando se acelera el desarrollo de sus productos. Así mismo, en el caso de las nuevas empresas de espacio, de una manera directa o indirecta, tienen un cliente potente como es la Agencia Espacial Europea (ESA), quien cuenta con un amplio programa de licitaciones.
¿Quién gana dinero con la transferencia de tecnología?
Los procesos de trasferencia de tecnología son similares a los que se producen en otros entornos. No obstante, cuando la tecnología procede de la Agencia Espacial Europea (ESA), ésta ofrece condiciones muy ventajosas para el receptor, con valores de transferencia irrisorios o simplemente simbólicos, dependiendo del tipo de licencia otorgada. En este sentido, el objetivo de la ESA es dar nuevos usos al conocimiento generado, no pretende obtener una rentabilidad directa del mismo. No es su negocio.
¿Por qué esto interesa al contribuyente que paga la innovación en entes públicos?
Como comentaba anteriormente, el crecimiento de un país está ligado, entre otros, al progreso en términos de innovación y tecnología. Y ello incluye un sector en auge como es el sector espacial. Por otro lado, existe una creciente demanda en el ámbito espacial que no debemos dejar escapar. Esto, unido a los nuevos retos que están surgiendo en distintos sectores, hace que se abran nuevas oportunidades de negocio. A su vez, esto se traduce en una dinamización del tejido industrial, con la creación de nuevas empresas, generación de empleo… repercutiendo finalmente en el ciudadano. A este hecho, habría que sumar los servicios que afectan positivamente en el bienestar de las personas, y que surgen de estas nuevas iniciativas.
¿Podrías darnos algún ejemplo de aplicación de una tecnología espacial para un uso “terrestre”?
Cosas tan cotidianas como una aspiradora inalámbrica manual, un termómetro de infrarrojos que toman la temperatura en el oído, unas botas de esquí, LEDs para terapias (lesiones musculares)… son productos que tienen origen espacial. Podemos pensar en otros ejemplos más sofisticados como los aerogeles, las celdas de combustibles, placas solares, protocolos de calidad del sector alimenticio… Y, por otro lado, nuestra vida es más cómoda gracias a la información que se obtiene de los satélites y que posteriormente se “traduce” para que podamos, por ejemplo, saber cuánto tiempo tarda en llegar un autobús, a través de pantallas informativas.
¿Puede ser que estemos gastando demasiado dinero en el espacio, cuando todavía no hemos solucionado nuestros problemas aquí?
Rotundamente no. En primer lugar, como comentaba anteriormente, parte de esta inversión en espacio está repercutiendo positivamente en otros sectores, permitiendo resolver, de manera muy eficiente, problemáticas de diversa índole (incluso de nuestro día a día). En segundo lugar, si tomamos como referencia la contribución de España a la ESA, la cantidad invertida está muy por debajo de la del resto de países que lideran el sector. Sin embargo, según datos de la propia Agencia, por cada euro invertido en la ESA, las empresas españolas reciben 2,1 euros en contratos. Actualmente no podemos pensar en no seguir avanzando en el campo espacial, eso sería quedarnos atrás, perder especialización tecnológica y, por tanto, perder competitividad.
¿Cómo puede ayudar la investigación aeroespacial a combatir el cambio climático?
En el mercado, podemos encontrar diversas soluciones para paliar los efectos del cambio climático que han sido diseñadas partiendo de conocimiento del espacio. Sin ir más lejos, el uso de los datos obtenidos por los satélites ha permitido el desarrollo de tecnologías que, a partir de esa información, controlan la temperatura ambiental y de los mares, las emisiones en las ciudades, etc. Además, estas tecnologías se han desarrollado gracias a las incubadoras espaciales. Por otro lado, la ESA cuenta con programas específicos para desarrollos focalizados en la lucha contra el cambio climático.
¿Ha mejorado España en los últimos dos años a nivel de investigación?
Sí. Sin duda, en los últimos años se ha avanzado mucho a nivel tecnológico. Se está apostando por el sector y ello “tracciona” el que seamos más fuertes en investigación. España cuenta con muy buenas capacidades que han hecho posible e imprescindible su participación en numerosos programas y proyectos espaciales.
¿Ayuda que haya un ministro de tecnología e investigación que ha sido astronauta?
Personalmente, creo que sí. No por el hecho de que haya sido astronauta, sino porque conoce muy bien el sector, sus debilidades y fortalezas. Creo que puede tener una mejor visión de cómo funciona este mercado, su potencialidad y las oportunidades que se presentan.