Muy pocas personas conocían a Isabel Díaz Ayuso a principios de 2019. Posiblemente menos aún eran los que confiaban en su habilidad para retener el feudo de Madrid en las elecciones autonómicas. La apuesta personal de Pablo Casado, a quien le unían sus vínculos con las Nuevas Generaciones del PP, se presentaba, cuando menos, arriesgada. […]
Gestión y LiderazgoDirigentes Digital
| 11 may 2021
Muy pocas personas conocían a Isabel Díaz Ayuso a principios de 2019. Posiblemente menos aún eran los que confiaban en su habilidad para retener el feudo de Madrid en las elecciones autonómicas. La apuesta personal de Pablo Casado, a quien le unían sus vínculos con las Nuevas Generaciones del PP, se presentaba, cuando menos, arriesgada. El nuevo líder del partido enfrentaba la ardua misión de regenerar la cúpula, muy desgastada por los fantasmas del pasado, entre ellos, la dimisión forzosa de Cristina Cifuentes y la trama Gürtel. Pero lo que a simple vista parecía una decisión poco acertada, desembocó en una jugada maestra, con un resultado mejor de lo esperado. Mientras los populares se desinflaban a lo largo y ancho de toda España, también en la Comunidad de Madrid, con los 37 escaños de Ángel Gabilondo (PSOE), el PP logro arrebatarles el triunfo gracias al apoyo de Ciudadanos y Vox.
Aunque en aquel momento casi nadie lo avistaba, se estaba engendrando un verdadero fenómeno de masas. Con experiencia previa como diputada en la Asamblea de Madrid y viceconsejera de Presidencia y Justicia, Ayuso apostó desde el principio por un estilo lleno de chascarrillos y declaraciones susceptibles de convertirse en trending topic, que rápidamente le hicieron ascender en popularidad. “Salvando las distancias, lo comparo en cierta manera con Esperanza Aguirre. La gente hacía muchos chistes sobre ella.”, comenta a DIRIGENTES el vicepresidente de la Asociación de Comunicación Política (ACOP), Ignacio Martín Granados. Comparte visión con el director de Asuntos Públicos de la consultora Atrevia, Manuel Mostaza Barrios, quien las define como “mujeres de carácter fuerte, ridiculizadas y subestimadas por sus adversarios”.
Tras la irrupción de la pandemia, la presidenta regional adoptó una actitud crítica con todas las decisiones que llegaban desde el Gobierno, abogando por una manera diferente de hacer las cosas, que tomó su máxima expresión en esta última carrera electoral. El inicio de la campaña estuvo marcado por frases como “España me debe una. He sacado a Pablo Iglesias de La Moncloa”, que forzó a modificar su lema de ‘Socialismo o libertad’ a ‘Comunismo o libertad’, para finalmente quedarse en ‘Libertad’. De hecho, llegó a desafiar al equipo de sanitarios de la propia comunidad asegurando en una ocasión que no existía “evidencia científica” para demostrar que el cierre de la hostelería redujera los contagios. Fiel a este principio, este es solo uno de los factores que han contribuido a su victoria.
En este sentido, Mostaza Barrios basa su éxito en la construcción de una narrativa “verosímil” para “muchos” madrileños frente a tener que elegir entre salud o economía, mientras que Ayuso ha sido capaz de conjugar ambas. Detrás de esta estrategia de dicotomía, en el que todo se ha planteado en blanco o negro consiguiendo más que doblar el número de escaños, se esconde Miguel Ángel Rodríguez, el ‘Iván Redondo’ de los azules. Conocido por su círculo más cercano como MAR, contaba previamente con un reconocido prestigio dentro del partido en la etapa de José María Aznar, cuando llegó a ser asesor, portavoz del Gobierno y Secretario de Estado de Comunicación.
“En marketing político importa más ser reconocido y visible que confrontar ideas. Ayuso ha tenido éxito porque todo el mundo la conoce. Se superaba cada día con sus declaraciones”, añade Martín Granados. Lo que en condiciones políticas normales el experto asegura que hubiera desembocado en un “aparente fracaso”, puesto que no ha sacado adelante “ni los presupuestos”, su capacidad de medir la fatiga pandémica entre la población, que ha dado como resultado una estrategia de confrontación con el presidente del Ejecutivo, Pedro Sánchez, le han encumbrado hacia el éxito. “No solo se ha producido una alta participación, sino que también hay que tener en cuenta otros elementos como Pablo Iglesias, que ha sido un elemento de movilización por parte de la derecha más que de la izquierda”, subraya. A ello hay que añadir otros ‘vientos de cola’ como el hecho de que las elecciones anticipadas pillaran por sorpresa al PSOE, cuyo candidato aspiraba a ocupar el puesto de Defensor del Pueblo a finales de 2021 y no contaban con ‘plan b’ ante el giro inesperado de los acontecimientos. “Los únicos partidos que estaban más preparados son el PP, que son los que convocaron elecciones y Más Madrid, que venía haciendo labor real de oposición a lo largo de toda la legislatura”.
Las campañas siempre han tenido un componente emocional, pero en este caso se ha llegado a rozar la anomalía, no solo por tener lugar en día laborable por primera vez desde 1987, sino también porque las propuestas de cada partido han quedado relegadas a un segundo plano para dar paso a la polémica, que ha sido la tónica predominante en las semanas previas a la celebración de los comicios. La bomba explotó en el debate de Cadena SER, cuyos organizadores se vieron obligados a suspenderlo tras abandonar la sala el candidato de Podemos, Pablo Iglesias. Una radiografía fiel del nivel de crispación que se vivía en Madrid que “contribuyó a polarizar más la propia campaña y la imagen de los políticos”, redundando en un claro beneficio para Ayuso al no acudir.
No cabe duda de que la periodista ha logrado, incluso, hacer sombra a sus superiores con la creación de una seña de identidad propia que traspasa los límites de la comunidad. Sin ir más lejos, dos admiradores suyos se lanzaron a la aventura del emprendimiento con ‘Ayushop’, una tienda de camisetas y complementos de merchandising en torno a su figura. La era del ‘ayusismo’ no ha hecho nada más que comenzar.