Los estudios sobre desigualdad demuestran que las crisis afectan casi siempre a los más vulnerables. Sin embargo, realizarlos suele llevar años por lo que la fotografía acaba estando desfasada. En momentos como la actual pandemia, resulta más necesario si cabe tener conciencia de cómo afecta la crisis, por ello CaixaBank Research ha puesto en marcha […]
BancaDirigentes Digital
| 08 feb 2021
Los estudios sobre desigualdad demuestran que las crisis afectan casi siempre a los más vulnerables. Sin embargo, realizarlos suele llevar años por lo que la fotografía acaba estando desfasada. En momentos como la actual pandemia, resulta más necesario si cabe tener conciencia de cómo afecta la crisis, por ello CaixaBank Research ha puesto en marcha su Monitor de Desigualdad.
Las restricciones de movilidad y las medidas para frenar la pandemia tienen su traducción en la actividad económica en forma de negocios cerrados. Esos cierres, a su vez, ponen en peligro la situación económica de quienes viven de esos negocios, así como de sus empleados.
Durante estos meses en que el coronavirus se ha adueñado de la vida cotidiana de todo el mundo, todo tipo de instituciones han tratado de amortiguar los efectos de las restricciones que, aun así, han sido devastadores. Lo atestigua el Monitor de Desigualdad que ha puesto en marcha CaixaBank Research en colaboración con la Universidad Pompeu Fabra y el Institute of Political Economy and Governance.
La promoción de esta iniciativa es especialmente relevante por la incapacidad de los estudios para mostrar conclusiones de la situación al momento. En ese sentido, la principal característica del Monitor de Desigualdad es que extrae e interpreta los datos en tiempo real. De hecho, la desigualdad es el foco al que se dirige, ya que nace con la intención de conocer el impacto de la crisis de la COVID-19 en los hogares españoles.
Los datos obtenidos hacen posible diferenciar por nivel de ingresos, género, edad, región de origen y lugar de residencia, lo que proporciona un nivel de detalle inexistente hasta el momento. Además, se trata de un proyecto pionero para obtener y publicar resultados de manera inmediata a nivel internacional, gracias a técnicas de big data que analizan la evolución de 3 millones de nóminas cada mes de manera anónima.
El funcionamiento de esta tecnología permite gestionar un gran volumen de información y estimar con precisión cómo se distribuyen y evolucionan los salarios. Asimismo, la segmentación por grupos hace posible diferenciar cuál es el impacto que está teniendo la crisis en cada uno de esos sectores sociales. La variable principal que se utiliza para medir la desigualdad económica es el salario antes y después de las transferencias públicas.
Según los primeros datos del Monitor de Desigualdad, la desigualdad habría sido aún mayor si el sector público no hubiera amortiguado el golpe. También se constata que el crecimiento de la desigualdad durante abril y mayo se ha ido reduciendo conforme la pandemia y las consecuentes restricciones se han relajado.
Por otro lado, las cifras revelan que no todos los colectivos están sufriendo el impacto de la misma forma. De hecho, quienes más han acusado el golpe han sido las personas que ya tenían ingresos bajos antes de la pandemia.
Entre los meses de febrero y abril, el porcentaje de personas sin ingresos se incrementó 15 puntos porcentuales, un tercio de las personas con ingresos bajos (menos de 1.000 euros mensuales) se quedó sin ingresos y un tercio de las personas con ingresos medios (entre 1.000 y 2.000 euros) pasó a tener ingresos inferiores (un 13% pasó al grupo de ingresos bajos y un 20% se quedó sin ingresos).
No obstante, si se tienen en cuenta las transferencias públicas el porcentaje de personas sin ingresos aumentó en 7 puntos entre febrero y abril, es decir, las transferencias del sector público ofrecieron cobertura a cerca de la mitad de las personas que dejaron de tener ingresos. Esta tendencia se observa también entre las personas que perdieron su trabajo y que antes se encontraban en el rango medio de ingresos. Según el Monitor de Desigualdad, la cobertura pública de este segmento alcanzó el 66%, mientras que en el rango de ingresos bajos la cobertura fue del 27%.