España ha apostado durante décadas por la industria turística, caracterizada por costes bajos que permiten una importante competitividad, lo que se suma a los cuantiosos atractivos que acumulan la Península Ibérica y las islas. De manera paralela, la verdadera industria, la que brinda productos elaborados para su uso y consumo, se queja de que su […]
IndustriaDirigentes Digital
| 11 feb 2021
España ha apostado durante décadas por la industria turística, caracterizada por costes bajos que permiten una importante competitividad, lo que se suma a los cuantiosos atractivos que acumulan la Península Ibérica y las islas. De manera paralela, la verdadera industria, la que brinda productos elaborados para su uso y consumo, se queja de que su peso en la economía española ha ido reduciéndose sin parar.
En el año 2000, la industria española representaba el 18,7% del PIB, muy cerca del 20% que ahora se marca como objetivo para posibilitar una cierta independencia de fabricantes externos, amén de otros beneficios de contar con un sector industrial fuerte. Sin embargo, hasta el año 2019 ha ido perdiendo importancia, hasta reducirse al 14,64% y, en el caso de la industria manufacturera, esa reducción ha ido desde el 16,2% hasta el 11,5%.
El Consejo General de la Ingeniería Técnica Industrial (Cogiti) puso de relieve estas cifras durante un evento digital organizado por el Consejo General de Economistas (CGE). Durante la presentación del Barómetro Industrial 2020, el presidente de Cogiti, José Antonio Galdón, defendió que tanto el sector privado como las administraciones deben ser ambiciosos para que la industria se modernice y represente un pilar para la economía española.
Desde el punto de vista del sector, la caída de la producción de un 9% del año pasado no sólo se puede achacar a la crisis producida por la covid-19, sino que se debe a problemas estructurales. Además, un 14% de las empresas de ingeniería industrial han tenido que aplicar ERTEs a una media de 9 trabajaores, mientras que un 9% ha despedido, de media, a 4 trabajadores.
En ese sentido, Galdón confía en que la oportunidad que brindan los fondos europeos puede suponer una “mejora de la competitividad de nuestro tejido industrial, y que por tanto se debe elegir muy bien, y gestionar mejor”. Por ello, hace un llamamiento para que estas circunstancias “realmente consigan dinamizar el sector y por tanto la economía y el empleo”.
La principal propuesta para que este propósito se convierta en realidad consiste en la creación de una “Mesa de la Industria” que mejore la colaboración público-privada y sirva, de paso, para seleccionar y seguir los proyectos que pueden llevarse a cabo con los fondos europeos. Por su parte, César Nicolás Martínez, uno de los responsables del Barómetro, subraya la importancia de la industria para la actividad económica de un país.
“Es importante el peso de la industria y la ciencia como factor para minimizar el impacto de situaciones sobrevenidas a nivel global”, reflexiona Martínez, en referencia a la crisis del coronavirus. Por tanto, apoya que “España necesita una industria fuerte” pero, a diferencia de Galdón, cree que la aplicación y los resultados de los fondos europeos son todavía inciertos.
El presidente del CGE, Valentín Pich, compartió las dudas de Martínez acerca de la capacidad de los fondos europeos para regenerar la industria. Lo que sí reclama es un plan nacional que consiga reforzar esta actividad, así como homogeneizar el nivel de desarrollo de las provincias españolas, dado que existen grandes diferencias. Por ejemplo, en la Rioja, País Vasco y Navarra rondan el 20% de la aportación al PIB, mientras que en Madrid, Extremadura y Andalucía ni siquiera alcanza el 10%.