El pasado mes de noviembre de 2020, el mundo financiero dio un vuelco cuando, tras los comicios presidenciales de los Estados Unidos, el mandatario republicano Donald Trump abandonaba La Casa Blanca. 

Con la llegada del demócrata Joe Bien a la presidencia fueron muchas las inquietudes que asolaban el mercado y había temor en que cumpliera con muchos de los planteamientos mas escorados hacia la izquierda de su campaña. Sin embargo, sus ajustada victoria convirtió elección del mandatario en la mejor noticia para muchos inversores, pues la aprobación de leyes deberían hacerse con el beneplácito de muchos senadores republicanos también. 

Es en este contexto, y ya una vez metidos de lleno en el 2021 ante una recuperación post-covid inminente a medida que van avanzando la vacunación a la población, ahora todas las miradas hacia el ejecutivo estadounidense se posaban en su millonario plan de infraestructuras para el país. 

Finalmente y tras semanas de intensas negociaciones, el ansiado plan del demócrata salió adelante la semana pasada gracias a un acuerdo bipartito en el Senado de los Estados Unidos. Eso sí, el acuerdo final queda lejos de lo esperado por el presidente, por lo que su impacto económico es mucho más limitado. 

“Si bien no es un factor de aguja para las Future Cities y Future Mobility, reiteramos nuestra opinión constructiva sobre ambos temas de inversión, ya que las oportunidades de crecimiento siguen siendo amplias”, comenta Carsten Menke, Head Next Generation Research del banco suizo Julius Baer. 

Y concreta: “Se ha alcanzado un hito, al menos en la percepción de los políticos estadounidenses”. 

Así, y con ese billón de dólares, el plan se centra en arreglar carreteras, ferrocarriles y puentes, así como en la infraestructura de recarga de vehículos eléctricos, pero, y tal y como señala el experto, “se queda corto respecto a la propuesta inicial del Presidente de 2,3 billones de dólares”. 

Y es que de los fondos acordados, aproximadamente la mitad corresponderán a proyectos ya existentes, lo que reduce considerablemente su impacto económico. 

“En general, este plan no es un motor de aguja para la economía estadounidense ni para nuestros temas de inversión de Future Cities y Future Mobility. Dentro de las Ciudades del Futuro nos centramos en las infraestructuras clásicas, así como en las digitales y en la tecnología de la construcción. De estas tres, las infraestructuras clásicas, es decir, las carreteras, los ferrocarriles y los puentes, son las que más dependen del apoyo público, que actualmente vemos mucho más fuerte en Europa que en Estados Unidos después de que se dejaran de lado las restricciones presupuestarias durante la crisis de la corona. Mientras tanto, el despliegue de la infraestructura digital, es decir, el estándar de comunicación 5G, continúa en todo el mundo, ya que está impulsado principalmente por las inversiones privadas en lugar del gasto público. Lo mismo ocurre con las inversiones en tecnología de la construcción, que también se vieron impulsadas por la crisis de la corona. Dentro de la Movilidad del Futuro, esperábamos medidas de estímulo para acelerar la penetración de los vehículos eléctricos en EE.UU., que va a la zaga de los otros grandes mercados automovilísticos del mundo, Europa y China. Esto, más que la ampliación de la infraestructura de recarga, habría acelerado la revolución del vehículo eléctrico también en EE.UU”, puntualizan desde el banco. 

¿Dónde está el atractivo de la inversión en infraestructuras?

Plan de infraestructura de Biden de 2 billones de dólares con impuestos a las compañías