Este martes el estado sureño de Georgia, en Estados Unidos, elige a los senadores que van a representar este territorio en la nación. Todos los ojos, incluidos, los de los inversores, están posados en estos comicios, pues serán los que decidan el color del Senado estadounidense. Estas elecciones tardías en tan solo uno de los […]
BolsasEste martes el estado sureño de Georgia, en Estados Unidos, elige a los senadores que van a representar este territorio en la nación. Todos los ojos, incluidos, los de los inversores, están posados en estos comicios, pues serán los que decidan el color del Senado estadounidense.
Estas elecciones tardías en tan solo uno de los estados de la potencia americana, son el resultado de lo que ocurrió el pasado mes de noviembre en Georgia. Ese mes, cuando el resto del país votó también, este estado sureño no consiguió que ninguno de los senadores obtuviera el 50% de los votos, una condición de obligado cumplimiento para que se declare ganador, según la norma electoral estadounidense.
Así pues, tanto republicanos como demócratas, se someten este día 5 de enero a una especie de segunda vuelta que, ante unos resultados de las elecciones estadounidenses tan ajustados entre ambos colores políticos, tienen ahora una gran responsabilidad a sus espaldas para otorgar el poder del Senado a sus respectivos partidos políticos.
El ansiado control del Senado
La ajustada victoria del demócrata Joe Biden en la Casa Blanca ha hecho que los escasos dos escaños que hoy se juega Georgia en las urnas, sean decisivos para el control de la cámara alta del Congreso de los Estados Unidos, el Senado, bajo dominio del partido republicano desde el año 2014.
Esta cámara y su control es fundamental para las formaciones políticas, pues es un órgano clave a la hora de aprobar leyes y conformar los nombramientos del gabinete, así como los jueces de la Corte Suprema, el tribunal de mayor jerarquía de EEUU, tal y como señalan desde la BBC. De cara a los mercados, el dominio de un color u otro en este órgano puede significar grandes cambios en la fiscalidad y en los estímulos de la economía, por ejemplo.
Y es si el partido de Biden obtuviera los dos escaños adicionales que hoy de deciden, pese a que tanto demócratas como republicanos tendrán 50 senadores y estarían empatados, sería Kamala Harris, la vicepresidenta demócrata, tendría por ley el voto decisivo del desempate. De ser así, los demócratas se harían con un control que no poseen hace más de 6 años.
Eso sí, de ser los republicanos quién nuevamente se hicieran con el control de esta cámara alta, sentaría ya la cátedra definitiva para ubicarnos ante un gobierno estadounidense dividido y que conllevaría un estancamiento legislativo o más problemático a la hora de aprobar las leyes reformistas que Biden anunciaba durante su campaña electoral y que han elevado las preocupaciones entre los inversores.