Desde el año 2014 el Banco Central Europeo aplicó una política monetaria agresiva con la banca al imponer tipos al 0% y negativos en el caso de los depósitos bancarios. Esto se traducía en que la banca debía de pagar al BCE un interés por tener el dinero parado. La idea, entonces, del organismo es […]
Desde el año 2014 el Banco Central Europeo aplicó una política monetaria agresiva con la banca al imponer tipos al 0% y negativos en el caso de los depósitos bancarios. Esto se traducía en que la banca debía de pagar al BCE un interés por tener el dinero parado. La idea, entonces, del organismo es que el dinero fluyera mediante préstamos a la economía para fomentar el consumo. Sin embargo, la elevada inflación ha hecho que el BCE haya puesto fin a los tipos negativos y haya subido el tipo general hasta el 0,5%. Algo que, a simple vista, puede parecer beneficioso para los bancos europeos al tener un mayor margen para la rentabilidad de los préstamos que concedan.
Sin embargo, el análisis simple, aunque cierto en algunos puntos, no es del todo válido. Ya que esta subida puede beneficiar a algunos bancos, pero no a todos. Todo depende del posicionamiento que tengan en su balance en estos momentos y a cómo hayan operado en los últimos años. Por tanto, hay algunos factores que se deben tener en cuenta.
“La medida del BCE pretende encarecer los préstamos, pero también hacer más atractivo el ahorro. Hay que tener en cuenta que los bancos ya acumularon un exceso de liquidez durante la pandemia gracias a las políticas acomodaticias del banco central y a los ahorros preventivos de los clientes. La cuestión de la gestión del exceso de pasivos se hará más urgente si la política de frenar la demanda de crédito da resultado”, comenta Nicolas Hardy, subdirector de instituciones financieras de Scope Ratings.
El BCE también quiere asegurarse de que las retiradas de liquidez de las TLTRO que vencen "no obstaculice la transmisión fluida de la política monetaria" y "evaluará las opciones para remunerar el exceso de liquidez". Pero, desde Scope Ratings, aseguran que queda por ver si el BCE podrá priorizar la eficacia de la transmisión de la política monetaria sin problemas a medida que se retiren las medidas de apoyo. La introducción del Instrumento para la Protección de la Transmisión (TPI) “podría permitir la compra de valores del sector privado. A la espera de conocer todos los detalles, el TPI podría funcionar como un mecanismo de protección en caso de que las condiciones del mercado sean negativas para los bancos más expuestos. Esperamos que esta opción sólo se ponga en marcha en circunstancias muy concretas”, según Hardy.
Así las cosas, desde Scope Ratings aseguran que este aumento de los tipos va a permitir que los inversores diferencien mejor entre los acreedores mediante el aumento de las primas de riesgo. “Los bancos aplicarán las primas de riesgo a sus clientes, pero también estarán expuestos a ellas. Una huida hacia la calidad en condiciones operativas más difíciles podría acentuar esta evolución”, sostiene.
Por último, el reto de la rentabilidad, que es el principal problema que han enfrentado los bancos europeos en los últimos años, se verá agravado por el aumento de los costes de explotación (debido a los aumentos salariales) y el mayor coste del riesgo, “ya que el endurecimiento de las condiciones financieras conduce al aumento de los préstamos morosos. Esto explica que las valoraciones de los bancos sigan siendo inferiores al valor contable de muchos bancos europeos”, puntualiza subdirector de instituciones financieras de Scope Ratings.