Liz Truss fue elegida por el partido conservador como cabeza de la agrupación política y sustituta de Boris Johnson, el que fuera el Primer Ministro británico, hasta que dimitiera por sus escándalos y gestión. Así lo decidió el partido en la votación el lunes, unos comicios donde la candidata recibió aproximadamente el 57,4% de los […]
Liz Truss fue elegida por el partido conservador como cabeza de la agrupación política y sustituta de Boris Johnson, el que fuera el Primer Ministro británico, hasta que dimitiera por sus escándalos y gestión.
Así lo decidió el partido en la votación el lunes, unos comicios donde la candidata recibió aproximadamente el 57,4% de los votos en la contienda partidista. Este martes, la nueva mandataria de Reino Unido se ha presentado ante la Reina Isabel II, que ha terminado de oficializar su cargo como primera ministra.
Liz Truss heredera un periodo de económico y de mercado complicado, también en el Reino Unido. Y es que tal y como señalan diversos datos y expertos, se preve que la economía británica entre en una larga recesión a finales de este año, siempre en un contexto en el que se observa, al igual que en otros países del entorno, una inflación que llega a su nivel más alto desde hace cuatro décadas, con un 10,1% en julio.
En este sentido, la gran dependencia del gas importado ruso y el debilitamiento de la libra esterlina están ayudando a marcar la pauta de la recesión.
“Un reto concreto del Reino Unido con el que el Gobierno de Truss tendrá que lidiar es la elevada proporción de deuda vinculada a la inflación. El Tesoro ha sido un gran emisor de bonos ligados a la inflación, que representan alrededor del 25% de la deuda pública en circulación, más que otras grandes economías europeas como Alemania (4%) y Francia (11%)”, concreta Eiko Sievert, director de calificaciones del sector público y soberano de Scope Ratings, que matiza que hasta ahora hemos previsto un descenso gradual de la deuda pública del Reino Unido hacia el 84% del PIB en 2027, tras un fuerte aumento durante la pandemia hasta el 103% del PIB en 2020. “Tal y como están las cosas, la deuda del Reino Unido en relación con el PIB seguiría estando muy por encima de los niveles de deuda previstos para 2027 en economías con rating AAA, como Alemania (65%) y los Países Bajos (47%), aunque sería inferior a la de algunos países con calificación AA, como Francia (115%) y Bélgica (118%)”, comenta el experto.
En lo que respecta a su divisa, la libra esterlina, que recordemos ha caído nada menos que un 8% frente al dólar estadounidense en los últimos tres meses, algo que la ha situado peor que al euro, y que, tal y como precisan desde la agencia Reuters, “encarece aún más las importaciones de energía cotizadas en dólares”.
Sin embargo, tras el anuncio de la nueva candidata y primera ministra del país, la libra esterlina se mantuvo estable. Y aunque posteriormente registró algunas pérdidas, este martes, la divisa se recuperaba, a medida que los traders han evaluado la agenda de Truss.
Y es que cabe destacar que la nueva líder está finalizando los planes para un paquete de apoyo de £ 40 mil millones (unos 46 mil millones de dólares) para reducir las facturas de energía de las empresas, según documentos a los que ha tenido acceso Bloomberg.
Sievert resalta además que este recorte de impuestos y aumento del gasto público de Truss corren el riesgo de poner en peligro las finanzas públicas y la confianza de los inversores si las reformas no mejoran también la credibilidad fiscal y preservan la independencia de los reguladores financieros y del Banco de Inglaterra.
Las promesas de Truss, en este ámbito económico y financiero, pasan por recortar los impuestos, tales como la anulación del aumento de las cotizaciones a la seguridad social y la suspensión de los llamados gravámenes ecológicos en las facturas de electricidad, a pesar de que algunos expertos ya han advertido de que esta inyección cineraria en la población puede agravar el problema de la inflación en el país.
“Truss promete una amplia serie de cambios políticos, entre los que se incluyen importantes compromisos de gasto público, una reforma fiscal y una reevaluación de los marcos regulatorio y fiscal del país. Una de estas propuestas consiste en amortizar la deuda pública relacionada con el Covid en un plazo más largo, lo que aumentará la carga de la deuda del Reino Unido y es una muestra de las deficiencias del marco fiscal británico. A diferencia de los marcos más rígidos de Alemania o de varios países nórdicos, el marco del Reino Unido se ha adaptado con frecuencia en los últimos años en respuesta a las perspectivas económicas”, comenta el experto.
Y adjunta: “Las reformas fiscales propuestas tendrían como objetivo, al menos, contener la presión fiscal del país. Según estimaciones anteriores de la Oficina de Responsabilidad Presupuestaria, ésta iba a alcanzar en los próximos años su nivel más alto desde los años 60, sobre todo debido a la subida prevista del impuesto de sociedades. Los cambios para reducir la presión fiscal incluirán probablemente la anulación de la subida de las cotizaciones a la seguridad social de abril, la supresión de las subidas previstas del impuesto de sociedades y la revisión de los impuestos a las empresas, los autónomos y a las herencias”.
Otro de los puntos que la nueva mandataria británica tiene por delante es, sin duda, organizarse con el Bank of England (BoE), su banco central, para contener la inflación sin que el endurecimiento monetario se lleve por delante a la economía.
Es necesario recordar que la entonces candidata al puesto de Jonhson ya adelantó en julio que quería establecer "una clara dirección de viaje" para la política monetaria y revisar el mandato del BoE, algo que suscitó la preocupación de los inversores sobre la independencia del banco central. “Si el nuevo Gobierno pretende reformar el sistema de regulación financiera del Reino Unido, con la revisión del mandato del Banco de Inglaterra o la reestructuración de otros reguladores clave, será crucial que estos organismos mantengan independencia suficiente frente a la interferencia política”, indican desde la agencia de calificación de Scope Ratings.
Y es que cabe recordar que el BoE está preocupado por la presión inflacionista, no vista desde hace cuatro décadas, y cómo esta esta afectando a los salarios para llevarlos al alza, además de algunos signos de enfriamiento de la demanda de trabajadores.
“Las ofertas de empleo, que alcanzaron un récord de 1,299 millones en los tres meses anteriores a mayo, han comenzado a descender, mientras que el número de desempleados aumentó en junio por primera vez en 17 meses”, recuerdan desde la agencia Reuters.
Por ello, los mercados auguran que la entidad eleve el tipo de interés bancario al 4,5% el año que viene, desde el 1,75% que mantiene en estos momentos.